Por: Claudia Romagnoli, psicóloga, coordinadora Programa Valoras UC
Este año algunos colegios están optando por reemplazar las reuniones de apoderados por entrevistas personales. La razón para este cambio sería que muchas veces las reuniones colectivas no aportan ni motivan a los padres.
Es cierto: según las investigaciones, los apoderados las critican por estar dedicadas sólo a informar y a cobrar cuotas, además de sentirse infantilizados y escolarizados. También se ha detectado que los profesores no están formados para llevar adelante la relación familia-escuela.
Estudios nacionales e internacionales indican que existe una mejoría importante del rendimiento y formación cuando escuela y familia trabajan en equipo; cuando las organizaciones de apoderados son fuertes en función del aprendizaje.
Entonces, ¿cuál es la solución más adecuada?
Eliminar las reuniones de apoderados parece ser una alternativa riesgosa, pero muy propia de un país con poca tradición comunitaria y más centrado en el rendimiento final que en los procesos.
Una salida con mayor visión y que comprende mejor el complejo proceso formativo es mejorarlas, cambiando sus objetivos y formas, además de capacitar a los profesores para llevarlas a cabo.
El desafío, entonces, es reinventar estas reuniones y transformarlas en espacios de colaboración en los que padres y profesor(a) jefe puedan coordinarse y apoyarse para alcanzar los ansiados logros académicos y formativos o enfrentar diversos problemas.
Las reuniones de apoderados pueden ofrecer un espacio de reflexión y trabajo conjunto para aunar criterios e implementar estrategias para prevenir o enfrentar situaciones cotidianas como el matonaje, consumo de alcohol y drogas en fiestas, mal uso de internet y bajos resultados académicos. Además, también puede ser una vía para estimular y promover aquellos valores, actitudes y competencias que esperamos desarrollen nuestros hijos.
Este año algunos colegios están optando por reemplazar las reuniones de apoderados por entrevistas personales. La razón para este cambio sería que muchas veces las reuniones colectivas no aportan ni motivan a los padres.
Es cierto: según las investigaciones, los apoderados las critican por estar dedicadas sólo a informar y a cobrar cuotas, además de sentirse infantilizados y escolarizados. También se ha detectado que los profesores no están formados para llevar adelante la relación familia-escuela.
Estudios nacionales e internacionales indican que existe una mejoría importante del rendimiento y formación cuando escuela y familia trabajan en equipo; cuando las organizaciones de apoderados son fuertes en función del aprendizaje.
Entonces, ¿cuál es la solución más adecuada?
Eliminar las reuniones de apoderados parece ser una alternativa riesgosa, pero muy propia de un país con poca tradición comunitaria y más centrado en el rendimiento final que en los procesos.
Una salida con mayor visión y que comprende mejor el complejo proceso formativo es mejorarlas, cambiando sus objetivos y formas, además de capacitar a los profesores para llevarlas a cabo.
El desafío, entonces, es reinventar estas reuniones y transformarlas en espacios de colaboración en los que padres y profesor(a) jefe puedan coordinarse y apoyarse para alcanzar los ansiados logros académicos y formativos o enfrentar diversos problemas.
Las reuniones de apoderados pueden ofrecer un espacio de reflexión y trabajo conjunto para aunar criterios e implementar estrategias para prevenir o enfrentar situaciones cotidianas como el matonaje, consumo de alcohol y drogas en fiestas, mal uso de internet y bajos resultados académicos. Además, también puede ser una vía para estimular y promover aquellos valores, actitudes y competencias que esperamos desarrollen nuestros hijos.