Por Neva Milicic, sicóloga.
Ciertamente, en los primeros vínculos emocionales que los niños establecen con sus padres es donde se encuentran los fundamentos de la inteligencia emocional.
Los niños, los adolescentes y los adultos -desde su nacimiento y durante todas las etapas del ciclo vital- tienen la tendencia a generar lazos afectivos, los que pueden variar en su forma, pero no en el fondo, que es la profunda necesidad de sentirse querido y aceptado. La característica y la fuerza de esos lazos según Bowly, el teórico más importante sobre apego, tendrá una importancia significativa tanto en el desarrollo infantil, como en la forma que se establecerán sus relaciones interpersonales en la edad adulta.
La importancia del apego seguro, que es indiscutible desde cualquier perspectiva teórica, radica en que el niño al sentir que sus padres y otras personas significativas, están cerca y disponible, para él o ella, experimenta una sensación de seguridad que le facilita la exploración del medio ambiente y de sí mismo. En sus primeras experiencias con lo que los americanos llaman “los otros significativos”, vale decir todas las personas con las cuales se tienen lazos emocionalmente estables, determina la construcción de los “modelos operativos internos”.
El término de modelos operativos internos, que parece muy difícil, es el que explica la forma en que las personas se relacionan. Los modelos operativos se basan en el constituir modelos o representaciones mentales. Estos modelos que las personas construyen de sí mismo y de las relaciones que tienen con los otros, son de la mayor importancia para el desarrollo de la inteligencia social.
A través de estas representaciones se percibe el mundo real, se interpreta lo que sucede y cómo es su accionar. En ese sentido las representaciones dirigen la forma en que una persona se relaciona con los demás, lo que constituye sin duda una parte significativa de la inteligencia emocional.
Para desarrollar un buen apego con los hijos, que es la base del desarrollo de la inteligencia social y emocional, es necesario:
- Tener la capacidad de leer los estados emocionales de los hijos.
- Estar atento a responder a sus necesidades.
- Ser capaz de satisfacer sus necesidades de ser acogido y amparado, cuando los hijos sienten que necesitan la compañía de los adultos.
-Tener capacidad de establecer con los hijos conversaciones significativas, que favorezcan en ellos el reconocimiento y la expresión de las emociones, ya que los padres son las personas que modelarán la forma en que vivan sus emociones.
- Sintonizarse con los estados emocionales de los niños.
- Respetar su autonomía, para que se sientan libres y seguros en la exploración.
- Ser capaz de entregar consuelo, cuando alguna situación externa afecta en forma negativa.
- Ser capaz de estimular en los niños, la capacidad de establecer relaciones afectivas con otros niños.
Estas son algunas sugerencias que se derivan de cuáles son las características maternales y paternales que promueven en los niños un apego seguro, que es el cimiento para desarrollar una buena inteligencia emocional.
Ciertamente, en los primeros vínculos emocionales que los niños establecen con sus padres es donde se encuentran los fundamentos de la inteligencia emocional.
Los niños, los adolescentes y los adultos -desde su nacimiento y durante todas las etapas del ciclo vital- tienen la tendencia a generar lazos afectivos, los que pueden variar en su forma, pero no en el fondo, que es la profunda necesidad de sentirse querido y aceptado. La característica y la fuerza de esos lazos según Bowly, el teórico más importante sobre apego, tendrá una importancia significativa tanto en el desarrollo infantil, como en la forma que se establecerán sus relaciones interpersonales en la edad adulta.
La importancia del apego seguro, que es indiscutible desde cualquier perspectiva teórica, radica en que el niño al sentir que sus padres y otras personas significativas, están cerca y disponible, para él o ella, experimenta una sensación de seguridad que le facilita la exploración del medio ambiente y de sí mismo. En sus primeras experiencias con lo que los americanos llaman “los otros significativos”, vale decir todas las personas con las cuales se tienen lazos emocionalmente estables, determina la construcción de los “modelos operativos internos”.
El término de modelos operativos internos, que parece muy difícil, es el que explica la forma en que las personas se relacionan. Los modelos operativos se basan en el constituir modelos o representaciones mentales. Estos modelos que las personas construyen de sí mismo y de las relaciones que tienen con los otros, son de la mayor importancia para el desarrollo de la inteligencia social.
A través de estas representaciones se percibe el mundo real, se interpreta lo que sucede y cómo es su accionar. En ese sentido las representaciones dirigen la forma en que una persona se relaciona con los demás, lo que constituye sin duda una parte significativa de la inteligencia emocional.
Para desarrollar un buen apego con los hijos, que es la base del desarrollo de la inteligencia social y emocional, es necesario:
- Tener la capacidad de leer los estados emocionales de los hijos.
- Estar atento a responder a sus necesidades.
- Ser capaz de satisfacer sus necesidades de ser acogido y amparado, cuando los hijos sienten que necesitan la compañía de los adultos.
-Tener capacidad de establecer con los hijos conversaciones significativas, que favorezcan en ellos el reconocimiento y la expresión de las emociones, ya que los padres son las personas que modelarán la forma en que vivan sus emociones.
- Sintonizarse con los estados emocionales de los niños.
- Respetar su autonomía, para que se sientan libres y seguros en la exploración.
- Ser capaz de entregar consuelo, cuando alguna situación externa afecta en forma negativa.
- Ser capaz de estimular en los niños, la capacidad de establecer relaciones afectivas con otros niños.
Estas son algunas sugerencias que se derivan de cuáles son las características maternales y paternales que promueven en los niños un apego seguro, que es el cimiento para desarrollar una buena inteligencia emocional.