Por Neva Milicic, sicóloga
El divorcio es una crisis de tal magnitud que, especialmente en la primera etapa, produce una situación de tensión que sobrepasa casi siempre los recursos emocionales de la pareja. Los padres, al estar sobrepasados, pueden herir involuntariamente muchísimo a sus hijos. Cuando entran en un espiral recíproco de violencia, muchas veces dañan a los niños con consecuencias impredecibles.
La mayoría de los padres revela en forma casi impecable a sus hijos que han decidido divorciarse. Habitualmente, han consultado a expertos, leído material sobre el tema y se han preocupado de producir el menor daño posible. Los padres suelen sentirse muy "aliviados" con el haber informado a los hijos, y no toman conciencia de que allí comienza el problema para ellos, quienes tienen que elaborar la idea de que ya no serán la misma familia y asumir la pérdida que significa que se vaya uno de sus padres, generalmente el papá.
Pero muchas parejas cuando ya informaron a sus hijos, sienten que han cumplido con su tarea y se dedican a negociar las múltiples situaciones problemáticas que suceden en la primera etapa de un divorcio, como son las pensiones, el repartir las propiedades, las responsabilidades sobre los niños. Les viene una especie de amnesia de lo que sucede con los hijos y no procesan que ellos están viviendo una crisis muy dolorosa.
Una queja muy frecuente de los niños es "Los papás nos dijeron que se separaban para que no los viéramos pelear, y resulta que ahora pelean más que antes". Otro reclamo frecuente: "El papá dijo que siempre iba a estar disponible para mí y apenas se fue de la casa, se fue de viaje"; "La mamá empezó a trabajar más horas y ya casi no la vemos"
De las cosas más dolorosas que les pueden suceder a los niños es ver y sentir la descalificación de los padres entre ellos. Este error se pagará caro especialmente en la adolescencia, porque padres deslegitimados no serán jamás una autoridad con los hijos.
Ciertamente que empatizo con las penas y rabias de los padres, pero vuelquen esos problemas en un proceso terapéutico o con sus amigos, y cuiden a sus hijos. Eviten caer en una espiral agresiva. Asistan a un proceso de mediación para el divorcio para dirimir los conflictos. Tengan la sensatez, la altura de miras y el autocontrol de no hablar mal "del padre" ni "de la madre" de sus hijos. No les prometan a los niños cosas que no podrán cumplir; los defraudan y pierden credibilidad. Denles un modelo pacífico de resolución de conflicto. Demuéstrenles a través de su autocontrol ¡cómo y cuánto los quieren!
El divorcio es una crisis de tal magnitud que, especialmente en la primera etapa, produce una situación de tensión que sobrepasa casi siempre los recursos emocionales de la pareja. Los padres, al estar sobrepasados, pueden herir involuntariamente muchísimo a sus hijos. Cuando entran en un espiral recíproco de violencia, muchas veces dañan a los niños con consecuencias impredecibles.
La mayoría de los padres revela en forma casi impecable a sus hijos que han decidido divorciarse. Habitualmente, han consultado a expertos, leído material sobre el tema y se han preocupado de producir el menor daño posible. Los padres suelen sentirse muy "aliviados" con el haber informado a los hijos, y no toman conciencia de que allí comienza el problema para ellos, quienes tienen que elaborar la idea de que ya no serán la misma familia y asumir la pérdida que significa que se vaya uno de sus padres, generalmente el papá.
Pero muchas parejas cuando ya informaron a sus hijos, sienten que han cumplido con su tarea y se dedican a negociar las múltiples situaciones problemáticas que suceden en la primera etapa de un divorcio, como son las pensiones, el repartir las propiedades, las responsabilidades sobre los niños. Les viene una especie de amnesia de lo que sucede con los hijos y no procesan que ellos están viviendo una crisis muy dolorosa.
Una queja muy frecuente de los niños es "Los papás nos dijeron que se separaban para que no los viéramos pelear, y resulta que ahora pelean más que antes". Otro reclamo frecuente: "El papá dijo que siempre iba a estar disponible para mí y apenas se fue de la casa, se fue de viaje"; "La mamá empezó a trabajar más horas y ya casi no la vemos"
De las cosas más dolorosas que les pueden suceder a los niños es ver y sentir la descalificación de los padres entre ellos. Este error se pagará caro especialmente en la adolescencia, porque padres deslegitimados no serán jamás una autoridad con los hijos.
Ciertamente que empatizo con las penas y rabias de los padres, pero vuelquen esos problemas en un proceso terapéutico o con sus amigos, y cuiden a sus hijos. Eviten caer en una espiral agresiva. Asistan a un proceso de mediación para el divorcio para dirimir los conflictos. Tengan la sensatez, la altura de miras y el autocontrol de no hablar mal "del padre" ni "de la madre" de sus hijos. No les prometan a los niños cosas que no podrán cumplir; los defraudan y pierden credibilidad. Denles un modelo pacífico de resolución de conflicto. Demuéstrenles a través de su autocontrol ¡cómo y cuánto los quieren!