Muchos piensan que el estrés es cosa de mayores y que nuestros niños ni siquiera saben lo que significa esa palabra tan rara, ya que consideran que su única preocupación es jugar y disfrutar, sin embargo, esto no es cierto, al igual que nosotros, los niños están sometidos a gran cantidad de estresores en la vida cotidiana, que les afectan tanto como a los adultos y que incluso, en algunos casos, pueden originar serios problemas. Claro está que en el estrés, como en casi todo, hay niveles.
El ritmo actual de vida hace que los niños se enfrenten al estrés a edades más tempranas. Entre los desencadenantes más comunes podemos mencionar el incremento de hogares monoparentales, la exposición diaria a violencia en televisión (películas e incluso dibujos animados), las altas expectativas de los padres y otras dificultades de nuestro tiempo (enfermedades, desastres naturales, accidentes de tránsito, contaminación ambiental, etc.).
Una de las fuentes de estrés más generalizadas es el colegio y todo lo relacionado con él. Las notas, los deberes y pasar de curso son la queja principal de casi todos. Esta preocupación se debe en gran parte a la presión que ejercen los padres, que con la mejor de las intensiones ven la necesidad de que sus hijos tengan buenos resultados académicos para que el día de mañana puedan disfrutar de una vida lo más agradable posible.
El ritmo actual de vida hace que los niños se enfrenten al estrés a edades más tempranas. Entre los desencadenantes más comunes podemos mencionar el incremento de hogares monoparentales, la exposición diaria a violencia en televisión (películas e incluso dibujos animados), las altas expectativas de los padres y otras dificultades de nuestro tiempo (enfermedades, desastres naturales, accidentes de tránsito, contaminación ambiental, etc.).
Una de las fuentes de estrés más generalizadas es el colegio y todo lo relacionado con él. Las notas, los deberes y pasar de curso son la queja principal de casi todos. Esta preocupación se debe en gran parte a la presión que ejercen los padres, que con la mejor de las intensiones ven la necesidad de que sus hijos tengan buenos resultados académicos para que el día de mañana puedan disfrutar de una vida lo más agradable posible.
Claro está, que esto se debe a que cada vez se necesita estar más preparado para acceder a un puesto de trabajo que permita una buena posición económica. Los niños, que no piensan en el futuro, porque les resulta difícil tener expectativas a largo plazo, ven en los resultados escolares una forma de satisfacer o desesperar a sus padres.
Algunos síntomas del estrés escolar son: Sensación de nudo en el estómago, cansancio, sudor en las palmas de las manos, temblor de manos y rodillas, dificultad para levantarse por las mañanas, tensión muscular en el cuello y cabeza, rabietas o conductas indisciplinadas, conductas regresivas (edades anteriores), malhumor, retraimiento social, peleas con hermanos, negarse a ir al colegio y pérdida de concentración. Incluso en ocasiones se desarrollan tics, movimientos extraños o rarezas, enfermedades de la piel, resfriados frecuentes, y sobre todo, lo más común, problemas de tipo digestivo.
¿Qué hacer?
Si los padres creen que su hijo puede estar padeciendo algunos de estos síntomas deben estar alerta y acudir a un especialista antes de que desarrollen problemas mayores. Para disminuir el estrés de su hijo durante el curso del año y especialmente en épocas de exámenes, proporciónele hábitos adecuados.
Algunos consejos positivos son:
• Que elaboren un plan de estudio.
• Que realicen los deberes a diario.
• Que se ajuste a un horario.
• Entrenamiento en hábitos de estudio.
• Supervise su trabajo.
• Reconozca su esfuerzo.
• Proporcione refuerzo si lo necesita.
• Sea flexible y permítale que gobierne su lugar de estudio.
• Permítale de vez en cuando estudiar en grupo.
• No les prive de su tiempo de juego o diversión.
Fuente: Revista Hagamos Contacto