Por Neva Milicic, sicóloga.
Preguntarse cómo aprenden los niños puede ser el punto de partida para repensar cómo se les enseña, y reflexionar si las estrategias que utilizamos favorecen o obstaculizan el aprendizaje.
Ciertamente los padres atentos a las necesidades de sus hijos son un factor decisivo en el rendimiento de los niños. Sin embargo, con la mejor intención, algunos padres pueden ser excesivamente controladores, exigentes y dominantes, privando al niño de autonomía y sobre todo limitando su placer por aprender. Así, los niños tienden a asociar el aprendizaje como algo negativo, más que una experiencia positiva en que aprender se asocia con placer.
Otro error frecuente es delegar excesivamente el aprendizaje en la escuela. Una parte importante del aprendizaje se da en las películas que se ven, en las conversaciones que se escucha, en los juegos que se realizan, en las experiencias que se viven y en los valores que se transmiten.
El aprendizaje y el rendimiento escolar se pueden explicar por 3 ejes fundamentales.
a) El contexto escolar: Los profesores que son quienes están orientados a favorecer en los estudiantes en forma sistemática el aprendizaje de los niños son, sin duda, una piedra angular en el aprendizaje. Un buen colegio es el que es capaz de adecuar el currículum al particular estilo de aprender y al ritmo de aprendizaje de cada niño. No hay un establecimiento que sea universalmente bueno para cada niño.
Un colegio bilingüe no será apropiado para un niño con poca habilidad para los idiomas, así como no será adecuado buscar un colegio con alto nivel de exigencias para un niño con problemas de aprendizaje. Aquí cabe recordar el dicho “más vale cabeza de ratón que cola de león”.
Un buen colegio elige y capacita a sus profesores para que sean acogedores y sean capaces de invitar al niño a aprender de una forma motivadora.
b) La familia: Tal como se planteaba al comienzo, la familia es responsable de estimular en el niño su interés para aprender y de estar cotidianamente apoyándolo y proveyéndolo de experiencias y recursos de aprendizaje, pero quizás la tarea más importante sea generar en el niño un sentimiento de autoeficacia, valorando sus esfuerzos y sus progresos y no necesariamente esperar el logro máximo.
c) El niño o la niña: Este es el tercer eje del aprendizaje. Cada niño es diferente al otro, todas las personas tienen talentos diferentes y es necesario saber pesquisarlos. Los buenos padres y profesores son aquellos que son capaces de percibir las competencias más que los déficits de los niños y que les dan oportunidades de realizarlos. Si un adolescente tiene talento para la música, no lo prive de sus clases de música para castigarlo porque no rinde como usted espera.
Si el niño tiene talento para escribir, cómprele libros, imprímale sus poesías, y lea lo que escribe.
Los niños dan señales de cuáles son sus intereses y sus talentos. En los aspectos más débiles, es necesario apoyarlos en lo posible con asistencia especializada, pero sin sobrefocalizarse. Un niño debe percibir más para lo que es bueno que centrarse en aquello que le es difícil. No ser bueno para el deporte es un dato más, no el central. Los datos más importantes son aquellos que constituyen las fortalezas de los niños.
Experiencias educativas como asistir a museos, a planetarios, poner a su disposición libros y CD, con información en cosas relevantes; elegir programas de Discovery Channel o Discovery Kids, comentar noticias de diferentes áreas del conocimiento que salen en revistas y periódicos, validan y amplían el mundo cultural de los niños.
En síntesis, los niños aprenden cuando su ambiente es estimulante, es capaz de realizar propuestas interesantes para aprender, pero sobre todo, cuando perciben en sus padres personas, que confían en su capacidad de aprender y que reconocen sus logros de manera entusiasta y generosa, creando así en ellos una actitud positiva hacia el aprender.
Preguntarse cómo aprenden los niños puede ser el punto de partida para repensar cómo se les enseña, y reflexionar si las estrategias que utilizamos favorecen o obstaculizan el aprendizaje.
Ciertamente los padres atentos a las necesidades de sus hijos son un factor decisivo en el rendimiento de los niños. Sin embargo, con la mejor intención, algunos padres pueden ser excesivamente controladores, exigentes y dominantes, privando al niño de autonomía y sobre todo limitando su placer por aprender. Así, los niños tienden a asociar el aprendizaje como algo negativo, más que una experiencia positiva en que aprender se asocia con placer.
Otro error frecuente es delegar excesivamente el aprendizaje en la escuela. Una parte importante del aprendizaje se da en las películas que se ven, en las conversaciones que se escucha, en los juegos que se realizan, en las experiencias que se viven y en los valores que se transmiten.
El aprendizaje y el rendimiento escolar se pueden explicar por 3 ejes fundamentales.
a) El contexto escolar: Los profesores que son quienes están orientados a favorecer en los estudiantes en forma sistemática el aprendizaje de los niños son, sin duda, una piedra angular en el aprendizaje. Un buen colegio es el que es capaz de adecuar el currículum al particular estilo de aprender y al ritmo de aprendizaje de cada niño. No hay un establecimiento que sea universalmente bueno para cada niño.
Un colegio bilingüe no será apropiado para un niño con poca habilidad para los idiomas, así como no será adecuado buscar un colegio con alto nivel de exigencias para un niño con problemas de aprendizaje. Aquí cabe recordar el dicho “más vale cabeza de ratón que cola de león”.
Un buen colegio elige y capacita a sus profesores para que sean acogedores y sean capaces de invitar al niño a aprender de una forma motivadora.
b) La familia: Tal como se planteaba al comienzo, la familia es responsable de estimular en el niño su interés para aprender y de estar cotidianamente apoyándolo y proveyéndolo de experiencias y recursos de aprendizaje, pero quizás la tarea más importante sea generar en el niño un sentimiento de autoeficacia, valorando sus esfuerzos y sus progresos y no necesariamente esperar el logro máximo.
c) El niño o la niña: Este es el tercer eje del aprendizaje. Cada niño es diferente al otro, todas las personas tienen talentos diferentes y es necesario saber pesquisarlos. Los buenos padres y profesores son aquellos que son capaces de percibir las competencias más que los déficits de los niños y que les dan oportunidades de realizarlos. Si un adolescente tiene talento para la música, no lo prive de sus clases de música para castigarlo porque no rinde como usted espera.
Si el niño tiene talento para escribir, cómprele libros, imprímale sus poesías, y lea lo que escribe.
Los niños dan señales de cuáles son sus intereses y sus talentos. En los aspectos más débiles, es necesario apoyarlos en lo posible con asistencia especializada, pero sin sobrefocalizarse. Un niño debe percibir más para lo que es bueno que centrarse en aquello que le es difícil. No ser bueno para el deporte es un dato más, no el central. Los datos más importantes son aquellos que constituyen las fortalezas de los niños.
Experiencias educativas como asistir a museos, a planetarios, poner a su disposición libros y CD, con información en cosas relevantes; elegir programas de Discovery Channel o Discovery Kids, comentar noticias de diferentes áreas del conocimiento que salen en revistas y periódicos, validan y amplían el mundo cultural de los niños.
En síntesis, los niños aprenden cuando su ambiente es estimulante, es capaz de realizar propuestas interesantes para aprender, pero sobre todo, cuando perciben en sus padres personas, que confían en su capacidad de aprender y que reconocen sus logros de manera entusiasta y generosa, creando así en ellos una actitud positiva hacia el aprender.