Por Neva Milicic, sicóloga
Aunque la memoria ha sufrido un injusto desprestigio en la educación, debido a su mal uso y abuso en actividades memorizadoras sin sentido, no podemos olvidar que ella constituye una maravillosa función que nos permite traer y recuperar la información cada vez que es necesaria para actuar.
Una de las funciones más relacionadas con la memoria es la atención, ya que sin duda memorizamos mejor aquello en que nos focalizamos más atentamente.
Una buena clave para favorecer la retención es recordar que la atención es contacto visual: se focaliza hacia donde se dirige la mirada. Por lo tanto, si usted quiere que su hijo o hija se fije realmente en lo que le dice, mírelo(a) a los ojos y haga que se acostumbre a mirar a su interlocutor cuando le hablan.
Eso, además de ser un excelente medio para focalizar la atención, es una señal de educación y ayuda a comprender en forma más eficaz los mensajes, porque la comprensión se fortalece con las claves no verbales.
La memoria en los niños se puede desarrollar de muchas formas, pero ojalá sean lo más lúdicas posibles para que el niño no asocie el memorizar con aburrimiento. Por ejemplo, acostúmbrese a jugar a las adivinanzas, a las rimas, a memorizar frases y las letras de las canciones favoritas. Las sesiones largas, torturantes para el niño, no conducen a más aprendizaje, sino que a una menor motivación por aprender.
El tiempo óptimo que el niño o niña debe dedicar al estudio es de 20 a 40 minutos, dependiendo de la edad y de la capacidad de concentración. Se aconseja tener recreos de alrededor de diez minutos No piense usted que esos períodos son una pérdida de tiempo. Por el contrario, mientras se recupera de la fatiga, el cerebro consolida los aprendizajes, integrándolos a lo que ya sabe.
Para memorizar, uno de los mecanismos más efectivos es el repaso. Invierta tiempo en ello y ayúdele a su hijo a aprender a archivar y conservar la información. Ojala él mismo haya hecho con lo aprendido algún diagrama o mapa mental, ya que de esa manera la transformará en una información más personal que le será más fácil recordar.
La memoria tiene una capacidad de retención óptima de entre cinco a siete ítems. Intente que el niño agrupe la información en este número de categorías. El repaso debe durar alrededor de 10 minutos, dependiendo de la complejidad de la materia y del objetivo del estudio. Si se trata de una información muy relevante, una estrategia buena para asegurar que lo aprendido se transforme en información disponible es repasarlos nuevamente al mes y a los seis meses. Es posible desarrollar la memoria y mantener su capacidad a cualquier edad, si se toman medidas para utilizarla con frecuencia.
Aunque la memoria ha sufrido un injusto desprestigio en la educación, debido a su mal uso y abuso en actividades memorizadoras sin sentido, no podemos olvidar que ella constituye una maravillosa función que nos permite traer y recuperar la información cada vez que es necesaria para actuar.
Una de las funciones más relacionadas con la memoria es la atención, ya que sin duda memorizamos mejor aquello en que nos focalizamos más atentamente.
Una buena clave para favorecer la retención es recordar que la atención es contacto visual: se focaliza hacia donde se dirige la mirada. Por lo tanto, si usted quiere que su hijo o hija se fije realmente en lo que le dice, mírelo(a) a los ojos y haga que se acostumbre a mirar a su interlocutor cuando le hablan.
Eso, además de ser un excelente medio para focalizar la atención, es una señal de educación y ayuda a comprender en forma más eficaz los mensajes, porque la comprensión se fortalece con las claves no verbales.
La memoria en los niños se puede desarrollar de muchas formas, pero ojalá sean lo más lúdicas posibles para que el niño no asocie el memorizar con aburrimiento. Por ejemplo, acostúmbrese a jugar a las adivinanzas, a las rimas, a memorizar frases y las letras de las canciones favoritas. Las sesiones largas, torturantes para el niño, no conducen a más aprendizaje, sino que a una menor motivación por aprender.
El tiempo óptimo que el niño o niña debe dedicar al estudio es de 20 a 40 minutos, dependiendo de la edad y de la capacidad de concentración. Se aconseja tener recreos de alrededor de diez minutos No piense usted que esos períodos son una pérdida de tiempo. Por el contrario, mientras se recupera de la fatiga, el cerebro consolida los aprendizajes, integrándolos a lo que ya sabe.
Para memorizar, uno de los mecanismos más efectivos es el repaso. Invierta tiempo en ello y ayúdele a su hijo a aprender a archivar y conservar la información. Ojala él mismo haya hecho con lo aprendido algún diagrama o mapa mental, ya que de esa manera la transformará en una información más personal que le será más fácil recordar.
La memoria tiene una capacidad de retención óptima de entre cinco a siete ítems. Intente que el niño agrupe la información en este número de categorías. El repaso debe durar alrededor de 10 minutos, dependiendo de la complejidad de la materia y del objetivo del estudio. Si se trata de una información muy relevante, una estrategia buena para asegurar que lo aprendido se transforme en información disponible es repasarlos nuevamente al mes y a los seis meses. Es posible desarrollar la memoria y mantener su capacidad a cualquier edad, si se toman medidas para utilizarla con frecuencia.