Estudio con 1.500 niños en EE.UU. y Japón sugiere reducir la exposición a este tipo de juegos en menores de 18 años.
Por Paula Leighton, El Mercurio.
Matar enemigos a destajo apretando botones frente a la pantalla parece tener consecuencias importantes si se hace de forma habitual en la edad escolar.
Así lo indica un estudio con cerca de 1.500 escolares japoneses y estadounidenses que se publica esta semana en la revista Pediatrics.
Investigadores de ambos países concluyeron que los estudiantes de 9 a 18 años que juegan de forma cotidiana videojuegos violentos "se vuelven físicamente más agresivos", fenómeno que, afirman, ocurre en todas las culturas.
Se consideró como agresiones físicas aquellas que involucraban dar puñetazos o patadas a alguien o involucrarse en peleas.
Los investigadores analizaron a los escolares al inicio del estudio y entre tres y seis meses más tarde. Para medir la exposición a videojuegos violentos éstos debieron llenar cuestionarios sobre su frecuencia de uso y los géneros preferidos, mientras que su agresividad inicial se midió con tests y reportes entregados por los mismos niños, sus profesores y sus pares.
Impacto según edad
Comparando por grupo etario, el impacto fue mayor en los grupos de menor edad (9 a 15 años) que en el de 13 a 18 años. Esto concide con estudios sobre violencia en la televisión y otros medios, que indican que el impacto a largo plazo de los contenidos violentos es mayor en los niños que en los adolescentes.
"Es importante advertir que los videojuegos violentos no crean francotiradores escolares, pero crean oportunidades para practicar formas agresivas de responder a ciertas situaciones o conflictos y predisponen a ver las agresiones como aceptables", explica Douglas Gentile, uno de los investigadores del Centro de Estudios de la Violencia, de la Universidad Estatal de Iowa.
El experto agrega que en términos prácticos, "eso significa que si alguien lo pasa a llevar accidentalmente en un pasillo, el niño lo va a interpretar como una conducta hostil y va a responder reaccionando de forma más agresiva".
Si bien los investigadores reconocen que los videojuegos violentos no son el único factor que influye, indican que "éstos son parte del puzzle".
A partir de sus resultados, los investigadores, liderados por el psicólogo Craig Anderson, recomiendan "firmemente reducir la exposición de los jóvenes a este tipo de videojuegos".
Calificación
Si bien aclaran que la violencia extrema es relativamente rara en menores de las edades estudiadas, "debido a que la agresividad física en los jóvenes es uno de los principales factores de riesgo de violencia a futuro, una comprensión de los factores que la aumentan o reducen es vital para reducir la violencia en la sociedad moderna".
El doctor Carlos Araos, director de la Escuela de Comunicación Audiovisual de la Universidad Mayor, considera que las conclusiones no se deben generalizar. "Un niño psicológicamente normal que entra al ambiente virtual de un videojuego tiene motivaciones y ejecuta acciones agresivas que son válidas para ese contexto, pero que no reproduce en el plano de la vida real, porque distingue que ahí no son válidas o adecuadas", señala.
Donde sí hay riesgo, agrega, "es cuando hay una tendencia patológica o que predispone a la agresividad, lo que puede verse reforzado por el juego, pero no ser causado por éste".
Pese a que distintos países han establecido calificaciones de audiencia para los videojuegos, encuestas indican que en EE.UU. cerca del 80% de los menores que intentan comprar títulos para mayores en tiendas especializadas lo consiguen. En ese país, el 90% de los niños de 8 a 16 años juega videojuegos en casa, con un promedio de 13 horas a la semana.
Prohibir los videojuegos no es la solución, dice Araos. En cambio, propone a los padres hablar con sus hijos respecto del juego, saber cuál es la trama y jugar con ellos para conocerlo bien. "A partir de esto es importante conversar con el niño cuál es su vivencia respecto del juego".
Estar atentos puede, además, ser una buena forma de abrir el diálogo sobre conflictos que el niño puede estar viviendo y desahogando a través del juego.
ORIENTACIÓN
ESRB es una asociación que califica los videojuegos para orientar a los padres. En su web www.esrb.org se puede consultar por título del juego, plataforma o edad recomendada.
Por Paula Leighton, El Mercurio.
Matar enemigos a destajo apretando botones frente a la pantalla parece tener consecuencias importantes si se hace de forma habitual en la edad escolar.
Así lo indica un estudio con cerca de 1.500 escolares japoneses y estadounidenses que se publica esta semana en la revista Pediatrics.
Investigadores de ambos países concluyeron que los estudiantes de 9 a 18 años que juegan de forma cotidiana videojuegos violentos "se vuelven físicamente más agresivos", fenómeno que, afirman, ocurre en todas las culturas.
Se consideró como agresiones físicas aquellas que involucraban dar puñetazos o patadas a alguien o involucrarse en peleas.
Los investigadores analizaron a los escolares al inicio del estudio y entre tres y seis meses más tarde. Para medir la exposición a videojuegos violentos éstos debieron llenar cuestionarios sobre su frecuencia de uso y los géneros preferidos, mientras que su agresividad inicial se midió con tests y reportes entregados por los mismos niños, sus profesores y sus pares.
Impacto según edad
Comparando por grupo etario, el impacto fue mayor en los grupos de menor edad (9 a 15 años) que en el de 13 a 18 años. Esto concide con estudios sobre violencia en la televisión y otros medios, que indican que el impacto a largo plazo de los contenidos violentos es mayor en los niños que en los adolescentes.
"Es importante advertir que los videojuegos violentos no crean francotiradores escolares, pero crean oportunidades para practicar formas agresivas de responder a ciertas situaciones o conflictos y predisponen a ver las agresiones como aceptables", explica Douglas Gentile, uno de los investigadores del Centro de Estudios de la Violencia, de la Universidad Estatal de Iowa.
El experto agrega que en términos prácticos, "eso significa que si alguien lo pasa a llevar accidentalmente en un pasillo, el niño lo va a interpretar como una conducta hostil y va a responder reaccionando de forma más agresiva".
Si bien los investigadores reconocen que los videojuegos violentos no son el único factor que influye, indican que "éstos son parte del puzzle".
A partir de sus resultados, los investigadores, liderados por el psicólogo Craig Anderson, recomiendan "firmemente reducir la exposición de los jóvenes a este tipo de videojuegos".
Calificación
Si bien aclaran que la violencia extrema es relativamente rara en menores de las edades estudiadas, "debido a que la agresividad física en los jóvenes es uno de los principales factores de riesgo de violencia a futuro, una comprensión de los factores que la aumentan o reducen es vital para reducir la violencia en la sociedad moderna".
El doctor Carlos Araos, director de la Escuela de Comunicación Audiovisual de la Universidad Mayor, considera que las conclusiones no se deben generalizar. "Un niño psicológicamente normal que entra al ambiente virtual de un videojuego tiene motivaciones y ejecuta acciones agresivas que son válidas para ese contexto, pero que no reproduce en el plano de la vida real, porque distingue que ahí no son válidas o adecuadas", señala.
Donde sí hay riesgo, agrega, "es cuando hay una tendencia patológica o que predispone a la agresividad, lo que puede verse reforzado por el juego, pero no ser causado por éste".
Pese a que distintos países han establecido calificaciones de audiencia para los videojuegos, encuestas indican que en EE.UU. cerca del 80% de los menores que intentan comprar títulos para mayores en tiendas especializadas lo consiguen. En ese país, el 90% de los niños de 8 a 16 años juega videojuegos en casa, con un promedio de 13 horas a la semana.
Prohibir los videojuegos no es la solución, dice Araos. En cambio, propone a los padres hablar con sus hijos respecto del juego, saber cuál es la trama y jugar con ellos para conocerlo bien. "A partir de esto es importante conversar con el niño cuál es su vivencia respecto del juego".
Estar atentos puede, además, ser una buena forma de abrir el diálogo sobre conflictos que el niño puede estar viviendo y desahogando a través del juego.
ORIENTACIÓN
ESRB es una asociación que califica los videojuegos para orientar a los padres. En su web www.esrb.org se puede consultar por título del juego, plataforma o edad recomendada.