Por Neva Milicic, sicóloga.
En la tradición cristiana, los Reyes Magos representan el valor del regalo, cuando llevan al niño que ha nacido, oro, incienso y mirra, y vienen de muy lejos a dejar su ofrenda.
En estos días el tema del regalo especialmente en un tiempo de crisis económica, se transforma en una controversia que cruza a la sociedad y que llega a las familias, que tienen que decidir ¿qué? y ¿cuánto regalar?, ¿a quién regalar?, y reflexionar: ¿Es la Navidad una simple expresión del consumismo?, ¿es una expresión de afecto?
Un regalo puede tener muchísimos significados y es ello lo que hay que cuidar, es el fondo más que la forma. En ocasiones regalar, es algo que se hace por cumplir y en ese sentido es menos valioso.
Pero la mayoría de las veces es una expresión del afecto y no en balde “nos quebramos la cabeza”, con los recursos que tenemos, para sorprender a las personas que queremos con un regalo especial, o bien acompañado de un mensaje escrito en una tarjeta.
Las personas que tienen inteligencia emocional, regalan para expresar cariño, para agradecer lo que han recibido de otros. Es una ocasión para decir “lo que me has dado, es valioso, lo reconozco y te lo agradezco”. Un regalo cuando está bien pensado es más que una retribución o una obligación, es una expresión emocional, entre personas que tienen un vínculo positivo.
Regalar bien es un arte, entender que supone una conexión emocional con las necesidades, los gustos y los intereses de la persona a la que se le regala. Ciertamente que no sería sabio quedar endeudado/a por el año completo, como a veces sucede para conseguir dejar contento a otro, pero si esforzarse en que lo regalado produzca felicidad. Los regalos tienen mucho de simbólico. Quien regala música, por ejemplo, no está regalando sólo el CD, sino que el mensaje incluido en una canción.
Es necesario enseñar a los niños que un regalo es una expresión de afecto y que es necesario pensar y trabajar para ello. Cuando se hace una bolsa para el pan para los abuelos, estamos evitando que se gaste papel (sabemos que la abuela es ecológica), ponemos nuestras manitos con pintura para que ellos sepan que sus nietos/as han trabajado para hacerlas y para que cuando la usen se acuerden de ellos.
Le regalamos un frasco con galletas a la persona que nos ha cuidado, pero las galletas están hechas por ellos/as como una muestra de gratitud a quien nos da de comer todos los días. Regalar bien supone una de las competencias esenciales de la inteligencia emocional que es la empatía, es decir una conexión con el otro.
En estas fechas es bueno recordar que la justicia es un elemento esencial. En las familias reconstituídas, a veces sin quererlo, se genera sufrimiento en los niños por la desigualdad de los regalos. Los hijos del nuevo matrimonio reciben una enorme cantidad de muy buenos regalos, en tanto que los hijos del matrimonio anterior a veces reciben algo, que a veces es una forma de salir del paso. En Navidad habría que buscar modos de hacer celebraciones diferentes, para no hacer esas odiosas diferencias que dañan a los niños y la relación, con sus hermanastros, su padrastro, y sus padres.
Un niño de 12 años decía: Si hay algo que odio es que cuando me toca la Navidad con el papá, lo pasamos con la familia de mi madrastra. Mis hermanos por parte del papá reciben unos regalos que son “bacanes” y nosotros cualquier cosa “estúpida”. Me da una pena. Es curioso porque este niño habitualmente no se refiere a la nueva señora del papá como su “madrastra”, sino que la llama por su nombre de pila. Ciertamente es la rabia, lo que lo hace llamarla “madrastra”.
La Navidad es tiempo de dar y también de recibir, agradecer y enseñarles a sus hijos a ser agradecidos con quienes les regalan. Aunque a veces ese regalo no era el que se soñaba lo que importa es el afecto y la dedicación que ha puesto, quien regala. Para que un regalo sea especial, es fundamental que vaya incluido el afecto que queremos expresar. A veces la tarjeta que acompaña al regalo puede ser más importante que el regalo mismo.
Muy Feliz Navidad.
En la tradición cristiana, los Reyes Magos representan el valor del regalo, cuando llevan al niño que ha nacido, oro, incienso y mirra, y vienen de muy lejos a dejar su ofrenda.
En estos días el tema del regalo especialmente en un tiempo de crisis económica, se transforma en una controversia que cruza a la sociedad y que llega a las familias, que tienen que decidir ¿qué? y ¿cuánto regalar?, ¿a quién regalar?, y reflexionar: ¿Es la Navidad una simple expresión del consumismo?, ¿es una expresión de afecto?
Un regalo puede tener muchísimos significados y es ello lo que hay que cuidar, es el fondo más que la forma. En ocasiones regalar, es algo que se hace por cumplir y en ese sentido es menos valioso.
Pero la mayoría de las veces es una expresión del afecto y no en balde “nos quebramos la cabeza”, con los recursos que tenemos, para sorprender a las personas que queremos con un regalo especial, o bien acompañado de un mensaje escrito en una tarjeta.
Las personas que tienen inteligencia emocional, regalan para expresar cariño, para agradecer lo que han recibido de otros. Es una ocasión para decir “lo que me has dado, es valioso, lo reconozco y te lo agradezco”. Un regalo cuando está bien pensado es más que una retribución o una obligación, es una expresión emocional, entre personas que tienen un vínculo positivo.
Regalar bien es un arte, entender que supone una conexión emocional con las necesidades, los gustos y los intereses de la persona a la que se le regala. Ciertamente que no sería sabio quedar endeudado/a por el año completo, como a veces sucede para conseguir dejar contento a otro, pero si esforzarse en que lo regalado produzca felicidad. Los regalos tienen mucho de simbólico. Quien regala música, por ejemplo, no está regalando sólo el CD, sino que el mensaje incluido en una canción.
Es necesario enseñar a los niños que un regalo es una expresión de afecto y que es necesario pensar y trabajar para ello. Cuando se hace una bolsa para el pan para los abuelos, estamos evitando que se gaste papel (sabemos que la abuela es ecológica), ponemos nuestras manitos con pintura para que ellos sepan que sus nietos/as han trabajado para hacerlas y para que cuando la usen se acuerden de ellos.
Le regalamos un frasco con galletas a la persona que nos ha cuidado, pero las galletas están hechas por ellos/as como una muestra de gratitud a quien nos da de comer todos los días. Regalar bien supone una de las competencias esenciales de la inteligencia emocional que es la empatía, es decir una conexión con el otro.
En estas fechas es bueno recordar que la justicia es un elemento esencial. En las familias reconstituídas, a veces sin quererlo, se genera sufrimiento en los niños por la desigualdad de los regalos. Los hijos del nuevo matrimonio reciben una enorme cantidad de muy buenos regalos, en tanto que los hijos del matrimonio anterior a veces reciben algo, que a veces es una forma de salir del paso. En Navidad habría que buscar modos de hacer celebraciones diferentes, para no hacer esas odiosas diferencias que dañan a los niños y la relación, con sus hermanastros, su padrastro, y sus padres.
Un niño de 12 años decía: Si hay algo que odio es que cuando me toca la Navidad con el papá, lo pasamos con la familia de mi madrastra. Mis hermanos por parte del papá reciben unos regalos que son “bacanes” y nosotros cualquier cosa “estúpida”. Me da una pena. Es curioso porque este niño habitualmente no se refiere a la nueva señora del papá como su “madrastra”, sino que la llama por su nombre de pila. Ciertamente es la rabia, lo que lo hace llamarla “madrastra”.
La Navidad es tiempo de dar y también de recibir, agradecer y enseñarles a sus hijos a ser agradecidos con quienes les regalan. Aunque a veces ese regalo no era el que se soñaba lo que importa es el afecto y la dedicación que ha puesto, quien regala. Para que un regalo sea especial, es fundamental que vaya incluido el afecto que queremos expresar. A veces la tarjeta que acompaña al regalo puede ser más importante que el regalo mismo.
Muy Feliz Navidad.