Por Isidora Mena, Académica Escuela de Psicología UC
"Todo queda suspendido por Navidad, incluso lo importante. Hay que vender, comprar, organizar la fiesta. Ésta sí es crisis y ojalá pase luego".
Este tipo de estrés navideño oculta la verdadera crisis que genera el mensaje cristiano. Una "crisis de convivencia" que lleva a la convicción de la igualdad de los seres humanos, hermanos de un mismo Padre, y a la ley prioritaria del amor. Ambos principios hablan de un modelo de sociedad que desafía nuestra tendencia a la discriminación y al individualismo. Ambas son visiones de mundo, etapa psicológica de la individuación, donde nos vemos separados y centros del universo social, y que pueden verse fomentadas por un modelo de sociedad.
El desafío del modelo de hermandad y solidaridad, que supera al del individualismo, es "la buena nueva" que celebran los cristianos en Navidad.
También la actual crisis económica trae como "buena noticia" la advertencia de que somos un sistema, que nos influimos y determinamos mutuamente. Acciones y desinteligencias de unos afectan el bienestar de otros, en un mundo de globalizada e inevitable fraternidad.
El ejercicio sistemático y prolongado de no atender a "los otros" porque estamos ocupados y estresados en nuestras individuales ambiciones provoca, finalmente, un desorden del sistema.
Será clave para salir de esta crisis económica actuar mirando nuestras necesidades e intereses (con la ley de la fraternidad y del amor).
En las crisis podemos ver "buenas nuevas" y celebrar. O también, asustados, agudizar la ceguera y vivir Navidad apurados comprando (o vendiendo) regalos; o vivir la crisis económica intentando salvarme.
Este diciembre, como humanidad, tenemos dos "crisis" que, a la larga, pueden, si logramos ver con ojos religiosos y reflexivos, mejorar nuestra calidad de vida.
"Todo queda suspendido por Navidad, incluso lo importante. Hay que vender, comprar, organizar la fiesta. Ésta sí es crisis y ojalá pase luego".
Este tipo de estrés navideño oculta la verdadera crisis que genera el mensaje cristiano. Una "crisis de convivencia" que lleva a la convicción de la igualdad de los seres humanos, hermanos de un mismo Padre, y a la ley prioritaria del amor. Ambos principios hablan de un modelo de sociedad que desafía nuestra tendencia a la discriminación y al individualismo. Ambas son visiones de mundo, etapa psicológica de la individuación, donde nos vemos separados y centros del universo social, y que pueden verse fomentadas por un modelo de sociedad.
El desafío del modelo de hermandad y solidaridad, que supera al del individualismo, es "la buena nueva" que celebran los cristianos en Navidad.
También la actual crisis económica trae como "buena noticia" la advertencia de que somos un sistema, que nos influimos y determinamos mutuamente. Acciones y desinteligencias de unos afectan el bienestar de otros, en un mundo de globalizada e inevitable fraternidad.
El ejercicio sistemático y prolongado de no atender a "los otros" porque estamos ocupados y estresados en nuestras individuales ambiciones provoca, finalmente, un desorden del sistema.
Será clave para salir de esta crisis económica actuar mirando nuestras necesidades e intereses (con la ley de la fraternidad y del amor).
En las crisis podemos ver "buenas nuevas" y celebrar. O también, asustados, agudizar la ceguera y vivir Navidad apurados comprando (o vendiendo) regalos; o vivir la crisis económica intentando salvarme.
Este diciembre, como humanidad, tenemos dos "crisis" que, a la larga, pueden, si logramos ver con ojos religiosos y reflexivos, mejorar nuestra calidad de vida.