Por Neva Milicic, sicóloga. Si hay algo que resulta fascinante para los niños es el juego, y para los adultos que están conectados con los intereses de los niños también; verlos jugar resulta un espectáculo maravilloso. Pero además hay consenso que el juego es un espacio privilegiado para el desarrollo de la inteligencia emocional y social de los niños. Desafortunadamente en la vida cotidiana se deja cada vez menos espacio para que los niños jueguen libremente solos o con otros amigos. Los niños son poco dueños de su tiempo, están controlados desde afuera y, sin duda, si ellos pudieran elegir jugarían más y lo dicen con frecuencia y con mucho énfasis: “Necesito y quiero más tiempo para jugar”. Es que lo del juego para el desarrollo de los niños —valga la paradoja—, no es un juego. Jugar constituye una herramienta de primer orden para el logro del desarrollo afectivo y social. Un niño que pierde el interés por jugar, está sin duda enfermo; podrá ser la fase inicial de alguna enfermedad
Asociación de Padres de Familia del Instituto de Humanidades Luis Campino | Santiago de Chile