Cientos de fieles concurrieron a la Santa Misa, en parroquias, capillas y templos de Santiago, con motivo de Miércoles de Ceniza, iniciando así, en un ambiente de oración y recogimiento, el tiempo de Cuaresma.
Por Iglesia de Santiago.
Con la imposición de las cenizas a los fieles, este 25 de febrero, la Iglesia Católica inició Cuaresma.
Este tiempo litúrgico está destinado a que los católicos nos preparemos durante cuarenta días para la Semana Santa, en que celebramos el misterio central de nuestra fe: la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. “En Cuaresma todos los bautizados estamos llamados a intensificar la oración, el ayuno y la caridad. Todos estamos llamados a una conversión profunda”, dijo el Pbro. Héctor Gallardo, Vicario de la Zona Oeste de Santiago y canónigo de la Catedral, quien presidió la Santa Misa de mediodía en el principal templo de Santiago. Al oficio religioso asistieron cientos de fieles que con fervor y recogimiento quisieron participar del inicio de la Cuaresma.
“Cuaresma nos recuerda –señaló el P. Gallardo- los cuarenta años que el pueblo de Israel peregrinó hasta llegar a la Tierra Prometida. También nos recuerda los 40 días que nuestro Señor Jesucristo se preparó en el desierto para la predicación del Evangelio. Cuaresma es para nosotros un tiempo de preparación para vivir el gran acontecimiento de nuestra fe: la Pascua, la Resurrección, del Señor. Nos preparamos para celebrar el triunfo de Jesucristo sobre la muerte”.
En su homilía, el Vicario de la Zona Oeste destacó también que Cuaresma es un tiempo privilegiado para vivir la solidaridad con los más pobres, con los más necesitados. En este sentido, invitó a los fieles a ser muy generosos con la campaña Cuaresma de Fraternidad que se realiza en todo el país en este tiempo.
Mensaje del Papa
El Papa en su mensaje de Cuaresma 2009 llamó a los católicos a la oración, el ayuno y la caridad. Al respecto, indica que en este tiempo que constituye un camino de preparación espiritual más intenso, “la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor: la oración, el ayuno y la limosna, para disponernos a celebrar mejor la Pascua y, de este modo, experimentar el poder de Dios que, como escucharemos en la Vigilia pascual, ‘ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos".
En su mensaje, el Santo Padre reflexiona sobre el valor y sentido del ayuno. “La Cuaresma-dice- nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública. Leemos en el Evangelio: 'Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre'. Al igual que Moisés antes de recibir las Tablas de la Ley, o que Elías antes de encontrar al Señor en el monte Horeb, Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador”.
Y agrega el Papa: “Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento. Las Sagradas Escrituras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él”.
El verdadero ayuno- sostiene Benedicto XVI- tiene como finalidad comer el "alimento verdadero", que es hacer la voluntad del Padre. Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de "no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal", con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia.
Por Iglesia de Santiago.
Con la imposición de las cenizas a los fieles, este 25 de febrero, la Iglesia Católica inició Cuaresma.
Este tiempo litúrgico está destinado a que los católicos nos preparemos durante cuarenta días para la Semana Santa, en que celebramos el misterio central de nuestra fe: la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. “En Cuaresma todos los bautizados estamos llamados a intensificar la oración, el ayuno y la caridad. Todos estamos llamados a una conversión profunda”, dijo el Pbro. Héctor Gallardo, Vicario de la Zona Oeste de Santiago y canónigo de la Catedral, quien presidió la Santa Misa de mediodía en el principal templo de Santiago. Al oficio religioso asistieron cientos de fieles que con fervor y recogimiento quisieron participar del inicio de la Cuaresma.
“Cuaresma nos recuerda –señaló el P. Gallardo- los cuarenta años que el pueblo de Israel peregrinó hasta llegar a la Tierra Prometida. También nos recuerda los 40 días que nuestro Señor Jesucristo se preparó en el desierto para la predicación del Evangelio. Cuaresma es para nosotros un tiempo de preparación para vivir el gran acontecimiento de nuestra fe: la Pascua, la Resurrección, del Señor. Nos preparamos para celebrar el triunfo de Jesucristo sobre la muerte”.
En su homilía, el Vicario de la Zona Oeste destacó también que Cuaresma es un tiempo privilegiado para vivir la solidaridad con los más pobres, con los más necesitados. En este sentido, invitó a los fieles a ser muy generosos con la campaña Cuaresma de Fraternidad que se realiza en todo el país en este tiempo.
Mensaje del Papa
El Papa en su mensaje de Cuaresma 2009 llamó a los católicos a la oración, el ayuno y la caridad. Al respecto, indica que en este tiempo que constituye un camino de preparación espiritual más intenso, “la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor: la oración, el ayuno y la limosna, para disponernos a celebrar mejor la Pascua y, de este modo, experimentar el poder de Dios que, como escucharemos en la Vigilia pascual, ‘ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos".
En su mensaje, el Santo Padre reflexiona sobre el valor y sentido del ayuno. “La Cuaresma-dice- nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública. Leemos en el Evangelio: 'Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre'. Al igual que Moisés antes de recibir las Tablas de la Ley, o que Elías antes de encontrar al Señor en el monte Horeb, Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador”.
Y agrega el Papa: “Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento. Las Sagradas Escrituras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él”.
El verdadero ayuno- sostiene Benedicto XVI- tiene como finalidad comer el "alimento verdadero", que es hacer la voluntad del Padre. Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de "no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal", con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia.