Por Neva Milicic, sicóloga.
Aprender a autocuidarse es tener la sabiduría de aprender a buscar formas de tener una buena calidad de vida, de no poner en riesgo la salud física ni mental por no prestar atención a las propias necesidades.
Es sorprendente la cantidad de personas que no saben cuidar de sí mismas, que son francamente negligentes en relación a sí mismas y que descuidan sus necesidades básicas.
Paradójicamente, a pesar de ello, están muy preocupados de estar disponibles para cuidar de otros. Es como si en algún recóndito lugar de su mente pensaran que cuidarse y preocuparse de sí mismos fuera algo egocéntrico y casi pecaminoso.
En el maravilloso libro “El tesoro escondido de Virginia Oaklander”, probablemente una de las más famosas psicoterapeutas infantiles, se plantea la importancia de enseñar a los niños el autocuidado, desde cuando son pequeños.
En ese momento se aprende a atenderse a las propias necesidades de descanso, diversión y de salud.
Ayudarlos a aprender a cómo mejorar la calidad de su existencia cotidiana, sembrar en ellos que deben aprender a cuidar y desarrollar su yo, aprender a fortalecerse.
No será fácil para sus hijos aprender a tener una actitud de autocuidado si no la muestra con su ejemplo. Los niños aprenden lo que ven hacer y no lo que se les predica.
Tomarse el tiempo para completar asuntos inconclusos personales es una de las formas que puede asumir una actitud de autocuidado junto con dejarse un tiempo para hacer aquello que nos proporciona placer.
La falta de autocuidado muchas veces se relaciona con haber introyectado muchos mensajes negativos acerca de sí mismo, que tienen como efecto debilitar la imagen personal y la fuerza vital.
La antesala para el autocuidado, plantea esta autora, es tener una actitud de aceptación hacia sí mismo y cambiar estos mensajes negativos.
Cuando ello se logra, la persona puede hacerse realmente cargo de sí mismo, porque sabe que cuidarse es algo que ella merece.
Introducir en los niños y en las personas el concepto del autocuidado es central. Así como hay que aprender a tratar bien a los otros, hay que aprender a tratarse bien a sí mismo.
Diego es un adolescente de catorce años que consultaba por conductas de abandono personal y autodestructivas derivadas de su cuadro depresivo.
Para ayudarlo en la tarea de valorarse, se hizo con él un ejercicio muy simple que consiste en hacer un listado de las cosas que le gustaba hacer.
En este listado él enumeró actividades como: sacar fotos y ordenarlas en los álbumes; leer libros de poesía; bailar solo en la pieza; salir a andar en bicicleta; arrendar y ver películas; salir a caminar con su perro.
Posteriormente se le pidió, que se regalara el permiso para hacer una de esas cosas al día.
Lo que cada niño o cada persona prefieren tiene que ver con lo que realmente está en su naturaleza. Cuando un niño aprende a cuidarse está en menos riesgo de hacer conductas autodestructivas y está una actitud más positiva acerca de la realidad.
Autocuidarse no es sólo no correr riesgos, sino que es darse tiempo y espacio para realizar las cosas que nos hacen felices. Estimúlelos y dé permiso a los niños para hacer aquellas cosas que les hacen bien y les producen felicidad.
Recuerde que para los padres ver a sus hijos felices es como música para los oídos.
Aprender a autocuidarse es tener la sabiduría de aprender a buscar formas de tener una buena calidad de vida, de no poner en riesgo la salud física ni mental por no prestar atención a las propias necesidades.
Es sorprendente la cantidad de personas que no saben cuidar de sí mismas, que son francamente negligentes en relación a sí mismas y que descuidan sus necesidades básicas.
Paradójicamente, a pesar de ello, están muy preocupados de estar disponibles para cuidar de otros. Es como si en algún recóndito lugar de su mente pensaran que cuidarse y preocuparse de sí mismos fuera algo egocéntrico y casi pecaminoso.
En el maravilloso libro “El tesoro escondido de Virginia Oaklander”, probablemente una de las más famosas psicoterapeutas infantiles, se plantea la importancia de enseñar a los niños el autocuidado, desde cuando son pequeños.
En ese momento se aprende a atenderse a las propias necesidades de descanso, diversión y de salud.
Ayudarlos a aprender a cómo mejorar la calidad de su existencia cotidiana, sembrar en ellos que deben aprender a cuidar y desarrollar su yo, aprender a fortalecerse.
No será fácil para sus hijos aprender a tener una actitud de autocuidado si no la muestra con su ejemplo. Los niños aprenden lo que ven hacer y no lo que se les predica.
Tomarse el tiempo para completar asuntos inconclusos personales es una de las formas que puede asumir una actitud de autocuidado junto con dejarse un tiempo para hacer aquello que nos proporciona placer.
La falta de autocuidado muchas veces se relaciona con haber introyectado muchos mensajes negativos acerca de sí mismo, que tienen como efecto debilitar la imagen personal y la fuerza vital.
La antesala para el autocuidado, plantea esta autora, es tener una actitud de aceptación hacia sí mismo y cambiar estos mensajes negativos.
Cuando ello se logra, la persona puede hacerse realmente cargo de sí mismo, porque sabe que cuidarse es algo que ella merece.
Introducir en los niños y en las personas el concepto del autocuidado es central. Así como hay que aprender a tratar bien a los otros, hay que aprender a tratarse bien a sí mismo.
Diego es un adolescente de catorce años que consultaba por conductas de abandono personal y autodestructivas derivadas de su cuadro depresivo.
Para ayudarlo en la tarea de valorarse, se hizo con él un ejercicio muy simple que consiste en hacer un listado de las cosas que le gustaba hacer.
En este listado él enumeró actividades como: sacar fotos y ordenarlas en los álbumes; leer libros de poesía; bailar solo en la pieza; salir a andar en bicicleta; arrendar y ver películas; salir a caminar con su perro.
Posteriormente se le pidió, que se regalara el permiso para hacer una de esas cosas al día.
Lo que cada niño o cada persona prefieren tiene que ver con lo que realmente está en su naturaleza. Cuando un niño aprende a cuidarse está en menos riesgo de hacer conductas autodestructivas y está una actitud más positiva acerca de la realidad.
Autocuidarse no es sólo no correr riesgos, sino que es darse tiempo y espacio para realizar las cosas que nos hacen felices. Estimúlelos y dé permiso a los niños para hacer aquellas cosas que les hacen bien y les producen felicidad.
Recuerde que para los padres ver a sus hijos felices es como música para los oídos.