Por Neva Milicic, sicóloga.
Las personas con mentalidad de crecimiento son personas a las cuales les gustan los desafíos y los retos, porque allí sienten que crecen y se desarrollan; no se dejan vencer por la adversidad.
Carol Dweck, quien está considerada como una de las grandes autoridades en la psicología social, y que ejerce como profesora en la Universidad de Columbia, ha hecho investigaciones que fundamentan esta teoría.
Uno de sus aportes se refiere a las diferencias existentes entre las personas con mentalidad de crecimiento versus mentalidades fijas, que ha sido divulgado en su libro “MindSet”.
Las personas con mentalidad de crecimiento tienen una creencia acerca de sí mismos y de sus cualidades, que tiene que ver con talentos que se pueden desarrollar y que se pueden aprender.
No creen que los talentos sean algo fijo, y, por lo tanto, buscan desafíos que los hagan crecer. Estas personas pueden superarse y prosperar en épocas difíciles, porque las asumen como un desafío.
Cuando un niño con mentalidad de crecimiento se saca una mala nota, no se deja derrumbar, sino que decide que debe esforzarse más para la próxima prueba.
Esta concepción de sí mismo está basada en la concepción que para progresar es necesario la perseverancia y la resistencia al fracaso. Si no resulta esta vez, resultará la próxima.
Otra característica que tienen estas personas es que logran una apertura a la retroalimentación positiva o negativa y que saben que el esfuerzo es indispensable para conseguir los objetivos.
A la base está la creencia que los talentos pueden desarrollarse y no se dejan llevar por la idea que los talentos o la falta de ellos son algo fijo e inmutable. Tienen una visión bastante exacta de sus fortalezas.
Cuando algo no les resulta bien las personas con mentalidad de crecimiento no buscan en los otros ni en las circunstancias la explicación de por qué no resultó, sino que asumen la parte que les corresponde en la responsabilidad por el fracaso y buscan la manera de ver cómo superarlo.
Carol Dweck pone como ejemplo al actor Christopher Reeve, quien sufrió una caída del caballo que lo dejó paralítico.
Pese a los pesimistas pronósticos de los médicos, él se puso en una rehabilitación con ayuda de estimulación eléctrica, que no sólo le permitió ir recuperando sus movimientos, sino que contribuyó a modificar algunas creencias acerca de la posibilidad de recuperación del sistema nervioso central.
Los niños y las personas con mentalidad de crecimiento entienden que la vida es un continuo riesgo, y logran transformar sus ideas en acciones, como el protagonista de la película “La cadena de favores” (aconsejable para los niños mayores de 10 años).
Las personas con esta mentalidad no se quedan en lo que han conseguido, sino que piensan que cada día pueden aprender a hacer cosas nuevas.
Estimule sus hijos a aprender y a hacer esfuerzos. Convénzalos que a pesar de lo difícil que es, usted sabe que tendrá la inteligencia necesaria, para saber que detrás de cualquier logro importante hay mucho esfuerzo.
También puede ser de utilidad que les muestre cómo usted supera su temor a aprender algo o a rehacer lo que no le ha salido bien. Con ello les dará a sus hijos un modelo de mamá o papá con mentalidad de crecimiento.
Muéstreles con su ejemplo que la ley del menor esfuerzo no lleva al aprendizaje, que hay que ser perseverante y tener tolerancia al error. Roma no se construyó en un día.
Las personas con mentalidad de crecimiento son personas a las cuales les gustan los desafíos y los retos, porque allí sienten que crecen y se desarrollan; no se dejan vencer por la adversidad.
Carol Dweck, quien está considerada como una de las grandes autoridades en la psicología social, y que ejerce como profesora en la Universidad de Columbia, ha hecho investigaciones que fundamentan esta teoría.
Uno de sus aportes se refiere a las diferencias existentes entre las personas con mentalidad de crecimiento versus mentalidades fijas, que ha sido divulgado en su libro “MindSet”.
Las personas con mentalidad de crecimiento tienen una creencia acerca de sí mismos y de sus cualidades, que tiene que ver con talentos que se pueden desarrollar y que se pueden aprender.
No creen que los talentos sean algo fijo, y, por lo tanto, buscan desafíos que los hagan crecer. Estas personas pueden superarse y prosperar en épocas difíciles, porque las asumen como un desafío.
Cuando un niño con mentalidad de crecimiento se saca una mala nota, no se deja derrumbar, sino que decide que debe esforzarse más para la próxima prueba.
Esta concepción de sí mismo está basada en la concepción que para progresar es necesario la perseverancia y la resistencia al fracaso. Si no resulta esta vez, resultará la próxima.
Otra característica que tienen estas personas es que logran una apertura a la retroalimentación positiva o negativa y que saben que el esfuerzo es indispensable para conseguir los objetivos.
A la base está la creencia que los talentos pueden desarrollarse y no se dejan llevar por la idea que los talentos o la falta de ellos son algo fijo e inmutable. Tienen una visión bastante exacta de sus fortalezas.
Cuando algo no les resulta bien las personas con mentalidad de crecimiento no buscan en los otros ni en las circunstancias la explicación de por qué no resultó, sino que asumen la parte que les corresponde en la responsabilidad por el fracaso y buscan la manera de ver cómo superarlo.
Carol Dweck pone como ejemplo al actor Christopher Reeve, quien sufrió una caída del caballo que lo dejó paralítico.
Pese a los pesimistas pronósticos de los médicos, él se puso en una rehabilitación con ayuda de estimulación eléctrica, que no sólo le permitió ir recuperando sus movimientos, sino que contribuyó a modificar algunas creencias acerca de la posibilidad de recuperación del sistema nervioso central.
Los niños y las personas con mentalidad de crecimiento entienden que la vida es un continuo riesgo, y logran transformar sus ideas en acciones, como el protagonista de la película “La cadena de favores” (aconsejable para los niños mayores de 10 años).
Las personas con esta mentalidad no se quedan en lo que han conseguido, sino que piensan que cada día pueden aprender a hacer cosas nuevas.
Estimule sus hijos a aprender y a hacer esfuerzos. Convénzalos que a pesar de lo difícil que es, usted sabe que tendrá la inteligencia necesaria, para saber que detrás de cualquier logro importante hay mucho esfuerzo.
También puede ser de utilidad que les muestre cómo usted supera su temor a aprender algo o a rehacer lo que no le ha salido bien. Con ello les dará a sus hijos un modelo de mamá o papá con mentalidad de crecimiento.
Muéstreles con su ejemplo que la ley del menor esfuerzo no lleva al aprendizaje, que hay que ser perseverante y tener tolerancia al error. Roma no se construyó en un día.