Por Neva Milicic, sicóloga.
En lo que las personas sueñan está inserto con la mayor verdad, como cada cual quisiera vivir realmente su vida y es en esa fantasía que se encuentran los mandatos internos que energizan el actuar.
Cuando se carece de sueños, o se vive en forma muy diferente a lo que está plasmado en la imaginación, se pierde motivación, por lo que se actúa sólo como haciendo las tareas, en forma rutinaria y sin pasión por lo que se hace.
Cuando los proyectos vitales están impulsados por los sueños, la sensación es que hasta la más insignificante de las acciones es importante, porque es un paso más para cumplir con la meta deseada.
Perseguir los sueños supone ser libre para ser lo que realmente se quiere ser, es atreverse a tomar algunos riesgos para conseguir lo que se sueña.
Ayudar al niño a construir fantasías sobre lo que quiere ser, hacer o tener, lo ayuda a conectarse con sus propósitos vitales, lo que constituye un elemento esencial del contacto consigo mismo.
Lo que ese niño está queriendo ese día para sí mismo o para otros, a pesar de los obstáculos o de la distancia que haya entre sus metas y la realidad, tiene un enorme poder en la construcción de su sí mismo personal.
Tener sueños ayuda a despegarse de la realidad, a volar un poco más allá, que es la base de la creatividad. Es la conexión con la realidad interna y el entorno, pero no sólo el actual sino que el futuro posible.
A lo mejor ese sueño, no logra concretarse, pero dejará como remanente la capacidad de pensarse, de mirar en el futuro como un espacio de esperanza y el actuar de acuerdo a propósitos vitales en forma concordante consigo mismo.
Cuando ese niño o niña que hoy día sueña, esté en el futuro en alguna situación crítica, será esa capacidad de soñarse la que dará la fuerza para reinventarse y tener impulso para comenzar de nuevo, sin dejarse arrastrar a la desesperanza, por la adversidad o por el fracaso.
Algunas veces y ojala que así sea, los sueños pueden parecer enormemente utópicos, y por ello a veces tenemos la tentación de desalentar a los niños con dosis altas de realismo.
Imagino que más de alguien le habrá dicho a José Clemente Orozco, el famoso muralista mexicano, cuando tuvo el accidente que lo dejó sin un brazo a los veinte e años que desistiera de realizar murales ya que para ser muralista no sólo hay que tener habilidad pictórica sino fuerza para escalar.
En este accidente, debido a una explosión, el pintor perdió además un ojo y un oído.
Afortunadamente, Clemente Orozco persistió en su objetivo y regaló a la humanidad esos maravillosos murales, entre las cuales destaca “El hombre de fuego”, en la cúpula del Hospicio de Cabañas, que fue pintado por el artista cuando tenía cincuenta y cuatro años.
Para soñar con proyectos personales, es necesario tener tiempo para pensarse.
A veces, las sobrecargadas agendas de los niños no les dejan tiempo para ese maravilloso espacio que es el pensarse y a los padres a su vez, no les queda tampoco tiempo para ese espacio de intimidad y encuentro que es compartir los sueños.
Estimúlelos a soñar y a compartir sus sueños con usted y por irreales que ellos parezcan, valídelos sin descalificarlos.
En lo que las personas sueñan está inserto con la mayor verdad, como cada cual quisiera vivir realmente su vida y es en esa fantasía que se encuentran los mandatos internos que energizan el actuar.
Cuando se carece de sueños, o se vive en forma muy diferente a lo que está plasmado en la imaginación, se pierde motivación, por lo que se actúa sólo como haciendo las tareas, en forma rutinaria y sin pasión por lo que se hace.
Cuando los proyectos vitales están impulsados por los sueños, la sensación es que hasta la más insignificante de las acciones es importante, porque es un paso más para cumplir con la meta deseada.
Perseguir los sueños supone ser libre para ser lo que realmente se quiere ser, es atreverse a tomar algunos riesgos para conseguir lo que se sueña.
Ayudar al niño a construir fantasías sobre lo que quiere ser, hacer o tener, lo ayuda a conectarse con sus propósitos vitales, lo que constituye un elemento esencial del contacto consigo mismo.
Lo que ese niño está queriendo ese día para sí mismo o para otros, a pesar de los obstáculos o de la distancia que haya entre sus metas y la realidad, tiene un enorme poder en la construcción de su sí mismo personal.
Tener sueños ayuda a despegarse de la realidad, a volar un poco más allá, que es la base de la creatividad. Es la conexión con la realidad interna y el entorno, pero no sólo el actual sino que el futuro posible.
A lo mejor ese sueño, no logra concretarse, pero dejará como remanente la capacidad de pensarse, de mirar en el futuro como un espacio de esperanza y el actuar de acuerdo a propósitos vitales en forma concordante consigo mismo.
Cuando ese niño o niña que hoy día sueña, esté en el futuro en alguna situación crítica, será esa capacidad de soñarse la que dará la fuerza para reinventarse y tener impulso para comenzar de nuevo, sin dejarse arrastrar a la desesperanza, por la adversidad o por el fracaso.
Algunas veces y ojala que así sea, los sueños pueden parecer enormemente utópicos, y por ello a veces tenemos la tentación de desalentar a los niños con dosis altas de realismo.
Imagino que más de alguien le habrá dicho a José Clemente Orozco, el famoso muralista mexicano, cuando tuvo el accidente que lo dejó sin un brazo a los veinte e años que desistiera de realizar murales ya que para ser muralista no sólo hay que tener habilidad pictórica sino fuerza para escalar.
En este accidente, debido a una explosión, el pintor perdió además un ojo y un oído.
Afortunadamente, Clemente Orozco persistió en su objetivo y regaló a la humanidad esos maravillosos murales, entre las cuales destaca “El hombre de fuego”, en la cúpula del Hospicio de Cabañas, que fue pintado por el artista cuando tenía cincuenta y cuatro años.
Para soñar con proyectos personales, es necesario tener tiempo para pensarse.
A veces, las sobrecargadas agendas de los niños no les dejan tiempo para ese maravilloso espacio que es el pensarse y a los padres a su vez, no les queda tampoco tiempo para ese espacio de intimidad y encuentro que es compartir los sueños.
Estimúlelos a soñar y a compartir sus sueños con usted y por irreales que ellos parezcan, valídelos sin descalificarlos.