Por Neva Milicic, sicóloga.
Para ser consecuente con el tema de esta columna voy a partir con un chiste, que además tiene la ventaja de ser contable a los niños; muchos no lo son porque son racistas, sexistas o de doble sentido.
La profesora le pregunta a su alumno:
—Jorge, ¿sabes como se llaman los habitantes de Santiago?
—Para ser franco, profesora, no de todos.
Muy posiblemente, al paso de las semanas usted no se acordará de la mayoría de los conceptos de esta columna, pero sin duda recordará que es importante el sentido del humor y a lo mejor hasta se recuerda del chiste.
El sentido del humor es definido como un estado de ánimo positivo que al impregnar los pensamientos favorece una interpretación positiva de los acontecimientos, lo que favorece enfrentar la vida con una buena disposición.
Esta disposición a reírse y a tener una mirada positiva puede desarrollarse, y la infancia es un momento especialmente propicio para hacerlo, ya que sin duda ayudará a crecer con una sensación de alegría interna.
Un buen humor sano desarrolla la comprensión de claves sutiles que es necesario manejar y, por lo tanto, también desarrolla inteligencia cognitiva.
Pero para favorecer en el niño la inteligencia emocional, es necesario incentivarlo a “reírse con y no de”, ya que algunas veces las bromas y los chistes pueden ser muy crueles para quien las recibe o claramente discriminatorios para ciertos grupos de personas.
El tema central para la educación del humor en la familia es que los padres muestren explícitamente el sentido del humor con sus hijos.
Si bien no se aconseja reírse de los niños que son muy sensibles en esta área, sí puede resultar un buen modelo reírse de sí mismo, especialmente cuando algo no nos ha salido bien o nos hemos equivocado.
La recopilación de chistes contables y políticamente correctos, así como libros o revistas que contengan humor.
En el humor, lo inesperado de los resultados es clave, los chistes fomes son siempre altamente predecibles; el elemento de impredictibilidad que tiene el humor es lo que hace que las personas que lo practican desarrollen fuertemente la creatividad.
También ayuda a mirar el lado divertido de la vida el repertorio de anécdotas familiares, que ojalá se registraran porque la memoria es muy frágil y ellas constituyen parte de la familia, y cuando el niño o la niña son los protagonistas pasan a ser parte de su narrativa y se inscriben en su memoria emocional como un buen recuerdo.
Es importante que todos tengan alguna anécdota; es más justo y es necesario cuidar que en estas historias los niños no se sientan ridiculizados.
A veces, es cuestión de tiempo; lo que les avergüenza a una edad les parece muy divertido algunos años después.
Otra forma de implementar el humor es en las reuniones sociales ampliadas permitir a los niños disfrazarse y mirar sus dramatizaciones por pueriles que le parezcan; desarrollan lo distinto, lo divergente y la cooperación y un fuerte espíritu familiar.
El concomitante psicológico de la risa es la ternura, por ello se tienen mejores vínculos con las personas con quien se ríe más.
Los niños y las niñas que son alegres y comparte la risa y las bromas con sus compañeros tiene una mayor aceptación social, porque son entretenidos.
El humor es muy útil en situaciones sociales porque ayuda a quebrar el hielo y disminuye las tensiones.
Recordar la familia como un lugar en que habitaba el humor es un maravilloso recuerdo de la infancia.
Para ser consecuente con el tema de esta columna voy a partir con un chiste, que además tiene la ventaja de ser contable a los niños; muchos no lo son porque son racistas, sexistas o de doble sentido.
La profesora le pregunta a su alumno:
—Jorge, ¿sabes como se llaman los habitantes de Santiago?
—Para ser franco, profesora, no de todos.
Muy posiblemente, al paso de las semanas usted no se acordará de la mayoría de los conceptos de esta columna, pero sin duda recordará que es importante el sentido del humor y a lo mejor hasta se recuerda del chiste.
El sentido del humor es definido como un estado de ánimo positivo que al impregnar los pensamientos favorece una interpretación positiva de los acontecimientos, lo que favorece enfrentar la vida con una buena disposición.
Esta disposición a reírse y a tener una mirada positiva puede desarrollarse, y la infancia es un momento especialmente propicio para hacerlo, ya que sin duda ayudará a crecer con una sensación de alegría interna.
Un buen humor sano desarrolla la comprensión de claves sutiles que es necesario manejar y, por lo tanto, también desarrolla inteligencia cognitiva.
Pero para favorecer en el niño la inteligencia emocional, es necesario incentivarlo a “reírse con y no de”, ya que algunas veces las bromas y los chistes pueden ser muy crueles para quien las recibe o claramente discriminatorios para ciertos grupos de personas.
El tema central para la educación del humor en la familia es que los padres muestren explícitamente el sentido del humor con sus hijos.
Si bien no se aconseja reírse de los niños que son muy sensibles en esta área, sí puede resultar un buen modelo reírse de sí mismo, especialmente cuando algo no nos ha salido bien o nos hemos equivocado.
La recopilación de chistes contables y políticamente correctos, así como libros o revistas que contengan humor.
En el humor, lo inesperado de los resultados es clave, los chistes fomes son siempre altamente predecibles; el elemento de impredictibilidad que tiene el humor es lo que hace que las personas que lo practican desarrollen fuertemente la creatividad.
También ayuda a mirar el lado divertido de la vida el repertorio de anécdotas familiares, que ojalá se registraran porque la memoria es muy frágil y ellas constituyen parte de la familia, y cuando el niño o la niña son los protagonistas pasan a ser parte de su narrativa y se inscriben en su memoria emocional como un buen recuerdo.
Es importante que todos tengan alguna anécdota; es más justo y es necesario cuidar que en estas historias los niños no se sientan ridiculizados.
A veces, es cuestión de tiempo; lo que les avergüenza a una edad les parece muy divertido algunos años después.
Otra forma de implementar el humor es en las reuniones sociales ampliadas permitir a los niños disfrazarse y mirar sus dramatizaciones por pueriles que le parezcan; desarrollan lo distinto, lo divergente y la cooperación y un fuerte espíritu familiar.
El concomitante psicológico de la risa es la ternura, por ello se tienen mejores vínculos con las personas con quien se ríe más.
Los niños y las niñas que son alegres y comparte la risa y las bromas con sus compañeros tiene una mayor aceptación social, porque son entretenidos.
El humor es muy útil en situaciones sociales porque ayuda a quebrar el hielo y disminuye las tensiones.
Recordar la familia como un lugar en que habitaba el humor es un maravilloso recuerdo de la infancia.