No hay clases en los establecimientos públicos, pero sí una PSU que rendir. Un proyecto de emergencia para ayudar a los alumnos de cuarto medio de los liceos municipales les permitió integrarse a planteles particulares. Tras una semana de convivencia, el balance es disímil.
Por Raimundo Alemparte, El Mercurio.
Constanza Verdugo tiene 18 años, es estudiante de cuarto medio del Liceo 4 y hace unos días hizo algo que jamás imaginó.
Entró como una estudiante más al Instituto Alonso de Ercilla, considerado entre los 10 mejores colegios de Chile en las pruebas de selección universitaria y de aptitud académica en los últimos 15 años.
La experiencia fue impresionante: "Me sentí como en la película 'Machuca', la niñita pobre que entra a un colegio de niños con plata. Acá, todos son altos, rubios. Nosotras, chicas y morenas.
Al principio fue raro entrar, pero después me sentí muy bien recibida. La profesora de lenguaje es muy buena, y se nota que está con ánimo de enseñar", asegura.
El Alonso de Ercilla está en pleno centro de Santiago y tiene más de 80 años de historia.
Siempre ha sido totalmente privado -pertenece a la congregación de los Hermanos Maristas-, pero por estos días se pasean por sus patios estudiantes de cuarto medio de colegios municipales que encontraron una oportunidad para salvar un año que se les fue de las manos entre paros y marchas.
"Son Víctimas"
A menos de un mes de la PSU, muchos apenas han realizado uno o dos ensayos de la prueba que definirá su futuro.
Pese a sentirse ajenos a esta nueva realidad, aprovechan al máximo la oportunidad de pasar su último mes de 12 años de vida escolar en un colegio de rendimiento top.
La iniciativa nació de la Federación de Instituciones Educacionales (FIDE) y logró reunir 1.771 vacantes para que sean ocupadas por estudiantes de cuarto medio de todo el país.
En Santiago, el Instituto Alonso de Ercilla, de la mano de su rector, hermano Jesús Triguero, fue de los primeros en abrir sus puertas.
"Lo hacemos como un gesto de solidaridad con los alumnos de cuarto medio, a aquellos que están en su último año escolar y que no van a pertenecer al sistema nunca más".
Para los alumnos "invitados", los continuos paros de sus profesores pasaron de ser un "pasatiempo" divertido a una verdadera pesadilla.
"Al principio creíamos que eran vacaciones de mitad de año, pero ahora nos damos cuenta de que fueron unas vacaciones malditas, que nos quitaron un tiempo que no pudimos aprovechar", dice Fernando Pontigo, estudiante del Internado Nacional Barros Arana, INBA.
Relata, además, la diferencia entre las instalaciones de su liceo y las del establecimiento privado.
"Acá hay áreas verdes, el piso es de baldosas, no como en mi instituto, que está todo lleno de tierra".
Para los docentes que imparten estas clases de reforzamiento, las diferencias con sus alumnos regulares son notables.
Ernesto Reyes, vicerrector del colegio, sostiene que las principales trabas a las que debieron enfrentarse estos alumnos fue romper el estereotipo.
"Se encuentran con un colegio de educación pagada, que creen que es de gente rica.
Sin embargo, descubren un colegio de clase media, con apoderados de mucho esfuerzo, profesionales que deben pagar 180 mil pesos mensuales por una educación integral, basada en una formación con valores y mucho esfuerzo".
El educador destaca el esfuerzo de estos jóvenes: "Son víctimas de un problema que es completamente ajeno a ellos".
"Los Profesores Se Preocupan"
¿Y qué piensan los protagonistas de este "experimento" accidental?. Las opiniones son variadas.
Génesis González, del Liceo 4, se encontró con profesores "muy sensibles", "atentos". "Acá son más exigentes, pero también más amables.
Interactúan con el alumno, mientras en mi liceo no les preguntan a los estudiantes. Acá, una se siente más integrada".
Su compañera, Yasna Olea, agrega: "En todo el año, apenas hicimos tres ensayos de la PSU. Acá vamos a poder aprender más, porque los profesores sí se preocupan de que los alumnos aprendan".
Frente a la pregunta de qué ha sido lo mejor de esta experiencia, hay algo que todos tienen en común: la valoración por los profesores que han conocido.
Pero también se han topado con malas experiencias, como la discriminación.
"Cuando veníamos camino al colegio en el metro, nos topamos con unos niños del Alonso de Ercilla que nos decían: 'Ahh, ésas son las cabras de los liceos que vienen a aprender a nuestro colegio'.
Nosotras nos sentimos muy incómodas, nos molestó, y no entendíamos por qué se comportaban así, si no les habíamos hecho nada", explica Fernanda Madrid, estudiante del Liceo 7.
Algo similar describe Fernando Pontigo: "Como acá los cabros tienen más recursos, te miran de pies a cabeza".
También su relación con sus compañeros de reforzamiento fue muy fría. "Al principio todo fue muy raro.
Todos estaban callados, porque nadie se conocía. Pero lentamente nos empezamos a conocer y se armó un ambiente más agradable".
Si bien los alumnos "visitantes" no comparten la sala de clases con los estudiantes del Alonso de Ercilla, hay intentos de miembros del establecimiento particular por generar una integración mayor.
Es el caso de Maximiliano Espinoza, estudiante de cuarto medio del Instituto Alonso de Ercilla, quien cree que la recepción de sus compañeros hacia los nuevos alumnos ha sido buena, pero que puede ser mejor.
De hecho, él, junto a otros compañeros, está planificando organizar cursos especiales fuera de horario para preparar las pruebas específicas de la PSU que el colegio no tiene consideradas dentro del reforzamiento: "La idea nuestra es ayudar a otros estudiantes que no tienen las herramientas que nos dan acá", asegura.
La Taquillera Película "Machuca''
La premiada película que Andrés Wood estrenó en 2004, en la que un niño de población era incorporado a un prestigioso colegio particular en la víspera del 11 de septiembre de 1973, se inspiró en la labor del Padre Gerardo Whelan, norteamericano que llegó a ser rector del Colegio Saint George y que propuso un proyecto social llamado "Proyecto Experimental".
Su plan era construir un espíritu crítico en los alumnos tras la experiencia de conocer distintas realidades del país.
Si bien el proyecto nunca logró concretarse debido a la inestable situación que vivía Chile y a la resistencia de parte de la comunidad escolar, la iniciativa abrió caminos a otros proyectos, como becas para que los niños más vulnerables tuvieran la oportunidad de estudiar en una institución de excelencia.
Sólo Llenó La Mitad De Las Vacantes
El Colegio Hispano Americano también se sumó a esta iniciativa. Pese a contar con 30 vacantes, sólo 16 estudiantes de los liceos se han acercado a las clases de reforzamiento.
Geraldine Améstica es una de las alumnas, y llegó junto a sus compañeros con algo de timidez.
Su percepción, sin embargo, cambió rápidamente: "El inspector del colegio nos recibió con los brazos abiertos".
En su colegio, el liceo Técnico Eleodoro García Zegers, Geraldine sólo hizo un ensayo durante el año. En el Hispano Americano, en pocos días ya ha hecho tres.
"Es un colegio mucho mejor; en el nuestro había mucha bulla, ya que llevan años construyendo y no paran de hacer ruido.
Aparte, acá hay patios, y los profesores son mejores". También dice que el nivel de los alumnos es mejor. "En la educación pública llega de todo, se mezcla mucha gente, no como acá".
Si bien parece que el paro de los profesores está pronto a finalizar, los alumnos prefieren quedarse "hasta el día antes de la PSU, si es posible".
Por Raimundo Alemparte, El Mercurio.
Constanza Verdugo tiene 18 años, es estudiante de cuarto medio del Liceo 4 y hace unos días hizo algo que jamás imaginó.
Entró como una estudiante más al Instituto Alonso de Ercilla, considerado entre los 10 mejores colegios de Chile en las pruebas de selección universitaria y de aptitud académica en los últimos 15 años.
La experiencia fue impresionante: "Me sentí como en la película 'Machuca', la niñita pobre que entra a un colegio de niños con plata. Acá, todos son altos, rubios. Nosotras, chicas y morenas.
Al principio fue raro entrar, pero después me sentí muy bien recibida. La profesora de lenguaje es muy buena, y se nota que está con ánimo de enseñar", asegura.
El Alonso de Ercilla está en pleno centro de Santiago y tiene más de 80 años de historia.
Siempre ha sido totalmente privado -pertenece a la congregación de los Hermanos Maristas-, pero por estos días se pasean por sus patios estudiantes de cuarto medio de colegios municipales que encontraron una oportunidad para salvar un año que se les fue de las manos entre paros y marchas.
"Son Víctimas"
A menos de un mes de la PSU, muchos apenas han realizado uno o dos ensayos de la prueba que definirá su futuro.
Pese a sentirse ajenos a esta nueva realidad, aprovechan al máximo la oportunidad de pasar su último mes de 12 años de vida escolar en un colegio de rendimiento top.
La iniciativa nació de la Federación de Instituciones Educacionales (FIDE) y logró reunir 1.771 vacantes para que sean ocupadas por estudiantes de cuarto medio de todo el país.
En Santiago, el Instituto Alonso de Ercilla, de la mano de su rector, hermano Jesús Triguero, fue de los primeros en abrir sus puertas.
"Lo hacemos como un gesto de solidaridad con los alumnos de cuarto medio, a aquellos que están en su último año escolar y que no van a pertenecer al sistema nunca más".
Para los alumnos "invitados", los continuos paros de sus profesores pasaron de ser un "pasatiempo" divertido a una verdadera pesadilla.
"Al principio creíamos que eran vacaciones de mitad de año, pero ahora nos damos cuenta de que fueron unas vacaciones malditas, que nos quitaron un tiempo que no pudimos aprovechar", dice Fernando Pontigo, estudiante del Internado Nacional Barros Arana, INBA.
Relata, además, la diferencia entre las instalaciones de su liceo y las del establecimiento privado.
"Acá hay áreas verdes, el piso es de baldosas, no como en mi instituto, que está todo lleno de tierra".
Para los docentes que imparten estas clases de reforzamiento, las diferencias con sus alumnos regulares son notables.
Ernesto Reyes, vicerrector del colegio, sostiene que las principales trabas a las que debieron enfrentarse estos alumnos fue romper el estereotipo.
"Se encuentran con un colegio de educación pagada, que creen que es de gente rica.
Sin embargo, descubren un colegio de clase media, con apoderados de mucho esfuerzo, profesionales que deben pagar 180 mil pesos mensuales por una educación integral, basada en una formación con valores y mucho esfuerzo".
El educador destaca el esfuerzo de estos jóvenes: "Son víctimas de un problema que es completamente ajeno a ellos".
"Los Profesores Se Preocupan"
¿Y qué piensan los protagonistas de este "experimento" accidental?. Las opiniones son variadas.
Génesis González, del Liceo 4, se encontró con profesores "muy sensibles", "atentos". "Acá son más exigentes, pero también más amables.
Interactúan con el alumno, mientras en mi liceo no les preguntan a los estudiantes. Acá, una se siente más integrada".
Su compañera, Yasna Olea, agrega: "En todo el año, apenas hicimos tres ensayos de la PSU. Acá vamos a poder aprender más, porque los profesores sí se preocupan de que los alumnos aprendan".
Frente a la pregunta de qué ha sido lo mejor de esta experiencia, hay algo que todos tienen en común: la valoración por los profesores que han conocido.
Pero también se han topado con malas experiencias, como la discriminación.
"Cuando veníamos camino al colegio en el metro, nos topamos con unos niños del Alonso de Ercilla que nos decían: 'Ahh, ésas son las cabras de los liceos que vienen a aprender a nuestro colegio'.
Nosotras nos sentimos muy incómodas, nos molestó, y no entendíamos por qué se comportaban así, si no les habíamos hecho nada", explica Fernanda Madrid, estudiante del Liceo 7.
Algo similar describe Fernando Pontigo: "Como acá los cabros tienen más recursos, te miran de pies a cabeza".
También su relación con sus compañeros de reforzamiento fue muy fría. "Al principio todo fue muy raro.
Todos estaban callados, porque nadie se conocía. Pero lentamente nos empezamos a conocer y se armó un ambiente más agradable".
Si bien los alumnos "visitantes" no comparten la sala de clases con los estudiantes del Alonso de Ercilla, hay intentos de miembros del establecimiento particular por generar una integración mayor.
Es el caso de Maximiliano Espinoza, estudiante de cuarto medio del Instituto Alonso de Ercilla, quien cree que la recepción de sus compañeros hacia los nuevos alumnos ha sido buena, pero que puede ser mejor.
De hecho, él, junto a otros compañeros, está planificando organizar cursos especiales fuera de horario para preparar las pruebas específicas de la PSU que el colegio no tiene consideradas dentro del reforzamiento: "La idea nuestra es ayudar a otros estudiantes que no tienen las herramientas que nos dan acá", asegura.
La Taquillera Película "Machuca''
La premiada película que Andrés Wood estrenó en 2004, en la que un niño de población era incorporado a un prestigioso colegio particular en la víspera del 11 de septiembre de 1973, se inspiró en la labor del Padre Gerardo Whelan, norteamericano que llegó a ser rector del Colegio Saint George y que propuso un proyecto social llamado "Proyecto Experimental".
Su plan era construir un espíritu crítico en los alumnos tras la experiencia de conocer distintas realidades del país.
Si bien el proyecto nunca logró concretarse debido a la inestable situación que vivía Chile y a la resistencia de parte de la comunidad escolar, la iniciativa abrió caminos a otros proyectos, como becas para que los niños más vulnerables tuvieran la oportunidad de estudiar en una institución de excelencia.
Sólo Llenó La Mitad De Las Vacantes
El Colegio Hispano Americano también se sumó a esta iniciativa. Pese a contar con 30 vacantes, sólo 16 estudiantes de los liceos se han acercado a las clases de reforzamiento.
Geraldine Améstica es una de las alumnas, y llegó junto a sus compañeros con algo de timidez.
Su percepción, sin embargo, cambió rápidamente: "El inspector del colegio nos recibió con los brazos abiertos".
En su colegio, el liceo Técnico Eleodoro García Zegers, Geraldine sólo hizo un ensayo durante el año. En el Hispano Americano, en pocos días ya ha hecho tres.
"Es un colegio mucho mejor; en el nuestro había mucha bulla, ya que llevan años construyendo y no paran de hacer ruido.
Aparte, acá hay patios, y los profesores son mejores". También dice que el nivel de los alumnos es mejor. "En la educación pública llega de todo, se mezcla mucha gente, no como acá".
Si bien parece que el paro de los profesores está pronto a finalizar, los alumnos prefieren quedarse "hasta el día antes de la PSU, si es posible".