Mientras los estadounidenses han aumentado considerablemente el tiempo que dedican a sus hijos, los chilenos parecen ir en el sentido contrario.
Por Pamela Elgueda, El Mercurio.
Los padres estadounidenses pasan más tiempo del que ellos creen junto a su familia. Así lo comprobó un estudio realizado por el matrimonio de economistas de Garey Ramey y Valerie A. Ramey, de la U. de California en San Diego.
Ellos analizaron una docena de encuestas hechas entre 1965 y 2007, donde los padres de ese país detallaban el uso de su tiempo.
Para su sorpresa, encontraron que desde 1995 a 2007, el tiempo que dedican a sus familias -sobre todo los con enseñanza universitaria- subió "considerablemente".
Avances probados en la conciliación de trabajo y familia que, sin embargo, Chile parece lejos de conseguir, según los especialistas.
Entre otros motivos, porque nuestro país aún está muy centrado en la producción y en la necesidad de sustentar el consumo, lo que nos aleja de las jornadas de trabajo más cortas que viven los países desarrollados.
¿Cuánto Falta?
El estudio de los Rameys muestra que las madres aumentaron de 12 horas semanales con sus hijos, en 1995, a 21,2, en 2007, en el caso de las madres con educación superior y a 15,9, entre las que presentaron menor instrucción.
Los padres también anotaron logros, según otro análisis hecho por Betsey Stevenson y Dan Sacks, economistas de la Escuela Wharton de la Universidad de Pennsylvania.
En el mismo período, los que tenían enseñanza universitaria subieron de 4,5 a 9,6 horas y los con menos escolaridad aumentaron de 3,7 a 6,8 horas semanales.
¿Qué dicen los números en Chile? Un estudio exploratorio del Uso del Tiempo en el Gran Santiago, realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas en 2008, muestra que las madres dedican 17,3 horas semanales al cuidado de otras personas en la casa (dato asimilable a la atención de los hijos) y 27,7 lo emplean en las labores domésticas.
En el caso de los padres, estos dijeron dedicar 10,8 horas semanales al cuidado de otros y 20,9 a las tareas de la casa.
Cifras altas, estas últimas, que vale la pena leer bajo el prisma de los datos entregados por la Encuesta Bicentenario UC de 2008, donde se ve que los hombres sienten que realizan más quehaceres domésticos que los que evidencian sus parejas.
"Estamos muy lejos de la igualación de roles, y aunque es cierto que los hombres comienzan a incorporarse a esas tareas, todavía hay distancia entre lo que se dice y lo que se hace, tal como lo muestra la Encuesta Bicentenario", opina Emilio Torres, sociólogo experto en tendencias y movimientos sociales de la Universidad Central.
Es más, para este académico Chile va en el sentido contrario de Estados Unidos. "Al igual que en el resto de Latinoamérica, el tiempo con la familia va en disminución, porque estamos en una fase de desarrollo laboriosa, asimilable a lo que vivió Estados Unidos en la década de los '50".
Él siente que deben pasar "muchas cosas", antes de que los chilenos comiencen a vivir la evolución que comenzó en 1995 en Estados Unidos.
"Aún nos falta sumar más horas laborales antes de empezar a disminuir la jornada, como en Europa, y también cambios sociales como una mayor liberalización de la sociedad, para llegar a la tendencia neoconservadora que viven ahora los países desarrollados".
Para Gonzalo Tapia, sociólogo y académico de la Universidad Diego Portales, los chilenos están más cerca de ese cambio favorable al tiempo con la familia.
"Los segmentos medios altos y altos están en el paso previo a eso, no tienen prejuicios con hacer labores domésticas y salir a jugar con los niños al parque. También están por disminuir sus horas de trabajo", resume.
Ésta, dice, es una microtendencia. La macro aún no se ve, "entre otras cosas porque aún hay una indefinición respecto de la ciudad que queremos. Mientras no se definan los microcentros, las personas seguirán viajando tres horas diarias para ir del trabajo a la casa y viceversa. Eso no permite pensar en más tiempo para la familia".
¿Qué Quieren los Niños?
Ellen Galinsky, presidenta de Families and Work Institute en Nueva York, centro que se dedica al estudio de la fuerza laboral, afirma que aunque los padres que trabajan suelen sentirse culpables por no pasar más tiempo en casa, los niños a menudo tienen una reacción distinta.
En el estudio "Ask the children" (Pregunten a los niños), publicado en 2000, se les preguntó a más de mil niños sobre su "único deseo" respecto de sus padres.
El resultado: más que pasar mucho tiempo junto, "querían que sus padres estuvieran menos cansados y menos estresados", aseguró la doctora Galinsky.
Por Pamela Elgueda, El Mercurio.
Los padres estadounidenses pasan más tiempo del que ellos creen junto a su familia. Así lo comprobó un estudio realizado por el matrimonio de economistas de Garey Ramey y Valerie A. Ramey, de la U. de California en San Diego.
Ellos analizaron una docena de encuestas hechas entre 1965 y 2007, donde los padres de ese país detallaban el uso de su tiempo.
Para su sorpresa, encontraron que desde 1995 a 2007, el tiempo que dedican a sus familias -sobre todo los con enseñanza universitaria- subió "considerablemente".
Avances probados en la conciliación de trabajo y familia que, sin embargo, Chile parece lejos de conseguir, según los especialistas.
Entre otros motivos, porque nuestro país aún está muy centrado en la producción y en la necesidad de sustentar el consumo, lo que nos aleja de las jornadas de trabajo más cortas que viven los países desarrollados.
¿Cuánto Falta?
El estudio de los Rameys muestra que las madres aumentaron de 12 horas semanales con sus hijos, en 1995, a 21,2, en 2007, en el caso de las madres con educación superior y a 15,9, entre las que presentaron menor instrucción.
Los padres también anotaron logros, según otro análisis hecho por Betsey Stevenson y Dan Sacks, economistas de la Escuela Wharton de la Universidad de Pennsylvania.
En el mismo período, los que tenían enseñanza universitaria subieron de 4,5 a 9,6 horas y los con menos escolaridad aumentaron de 3,7 a 6,8 horas semanales.
¿Qué dicen los números en Chile? Un estudio exploratorio del Uso del Tiempo en el Gran Santiago, realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas en 2008, muestra que las madres dedican 17,3 horas semanales al cuidado de otras personas en la casa (dato asimilable a la atención de los hijos) y 27,7 lo emplean en las labores domésticas.
En el caso de los padres, estos dijeron dedicar 10,8 horas semanales al cuidado de otros y 20,9 a las tareas de la casa.
Cifras altas, estas últimas, que vale la pena leer bajo el prisma de los datos entregados por la Encuesta Bicentenario UC de 2008, donde se ve que los hombres sienten que realizan más quehaceres domésticos que los que evidencian sus parejas.
"Estamos muy lejos de la igualación de roles, y aunque es cierto que los hombres comienzan a incorporarse a esas tareas, todavía hay distancia entre lo que se dice y lo que se hace, tal como lo muestra la Encuesta Bicentenario", opina Emilio Torres, sociólogo experto en tendencias y movimientos sociales de la Universidad Central.
Es más, para este académico Chile va en el sentido contrario de Estados Unidos. "Al igual que en el resto de Latinoamérica, el tiempo con la familia va en disminución, porque estamos en una fase de desarrollo laboriosa, asimilable a lo que vivió Estados Unidos en la década de los '50".
Él siente que deben pasar "muchas cosas", antes de que los chilenos comiencen a vivir la evolución que comenzó en 1995 en Estados Unidos.
"Aún nos falta sumar más horas laborales antes de empezar a disminuir la jornada, como en Europa, y también cambios sociales como una mayor liberalización de la sociedad, para llegar a la tendencia neoconservadora que viven ahora los países desarrollados".
Para Gonzalo Tapia, sociólogo y académico de la Universidad Diego Portales, los chilenos están más cerca de ese cambio favorable al tiempo con la familia.
"Los segmentos medios altos y altos están en el paso previo a eso, no tienen prejuicios con hacer labores domésticas y salir a jugar con los niños al parque. También están por disminuir sus horas de trabajo", resume.
Ésta, dice, es una microtendencia. La macro aún no se ve, "entre otras cosas porque aún hay una indefinición respecto de la ciudad que queremos. Mientras no se definan los microcentros, las personas seguirán viajando tres horas diarias para ir del trabajo a la casa y viceversa. Eso no permite pensar en más tiempo para la familia".
¿Qué Quieren los Niños?
Ellen Galinsky, presidenta de Families and Work Institute en Nueva York, centro que se dedica al estudio de la fuerza laboral, afirma que aunque los padres que trabajan suelen sentirse culpables por no pasar más tiempo en casa, los niños a menudo tienen una reacción distinta.
En el estudio "Ask the children" (Pregunten a los niños), publicado en 2000, se les preguntó a más de mil niños sobre su "único deseo" respecto de sus padres.
El resultado: más que pasar mucho tiempo junto, "querían que sus padres estuvieran menos cansados y menos estresados", aseguró la doctora Galinsky.