Ayudar en las tareas de matemáticas a los hijos puede ser un problema para los padres, porque la terminología cambió.
Por Rob Eastaway, The Times.
Una niña de 10 años pide que le ayuden a hacer una tarea de matemáticas. ¿Usted podría explicarle algunos conceptos? La mayoría de los adultos ingleses no pasaría esta prueba.
Esto, porque los métodos y el lenguaje que se emplean para enseñar matemáticas en la enseñanza básica han cambiado.
Y la terminología que se usa hoy para la mayoría de los padres es puro blablá.
Este desconocimiento ha producido una barrera comunicacional entre padres e hijos a la que se le ha dado poquísima atención en todo el debate sobre la educación de las matemáticas.
Es probable que el nuevo gobierno aborde varios problemas clave en relación con esta asignatura, pero yo sugeriría uno que no se ha tomado en cuenta y que es cada vez más común: las pataletas.
Las que se desatan cuando el niño, después de pedir ayuda a un padre, grita: "¡Pero no lo hacemos así en el colegio!".
Cuando la mayoría de nosotros estaba en la escuela, la forma en que nos enseñaban tenía que ver con que la sociedad necesitaba cientos de miles de empleados para que hicieran cálculos cotidianos.
Sin embargo, las necesidades cambiaron. Ahora las calculadoras hacen el esfuerzo. Aun así, la necesidad de entender las matemáticas nunca ha sido más grande, porque las requerimos para todo.
Por lo tanto, el énfasis de la enseñanza hoy es que los alumnos entiendan cómo funcionan los números y cómo resolver problemas.
El nuevo lenguaje puede intimidar a los papás, pero las ideas detrás de él son simples y los métodos se remontan a siglos.
Sin embargo, muchos padres se sienten comprensiblemente ofendidos que su experiencia en hacer cálculos se haya dejado de lado en favor de una cantidad de novedosas jerigonzas.
El primer paso para cualquier padre debería ser familiarizarse con los nuevos métodos. Entonces, la habilidad más importante que hay que desarrollar es la paciencia.
Los padres pueden sentirse frustrados si su hijo no "capta", pero esto desgasta al niño. Si las cosas se vuelven angustiosas, tome un descanso.
No lo elogie por ser más inteligente al lograr la respuesta correcta porque cuando llega a las matemáticas más difíciles y le empiezan a salir las cosas mal, se siente estúpido. Mejor es alabar el esfuerzo.
Cuando su hijo encuentra una respuesta, aunque sea correcta, hay que pedirle que le explique cómo lo logró.
Los niños se dan cuenta de sus errores mientras van expresando su idea, pero si explican sólo cuando la respuesta está mal, creerán que es un castigo y se negarán a hablar.
Por Rob Eastaway, The Times.
Una niña de 10 años pide que le ayuden a hacer una tarea de matemáticas. ¿Usted podría explicarle algunos conceptos? La mayoría de los adultos ingleses no pasaría esta prueba.
Esto, porque los métodos y el lenguaje que se emplean para enseñar matemáticas en la enseñanza básica han cambiado.
Y la terminología que se usa hoy para la mayoría de los padres es puro blablá.
Este desconocimiento ha producido una barrera comunicacional entre padres e hijos a la que se le ha dado poquísima atención en todo el debate sobre la educación de las matemáticas.
Es probable que el nuevo gobierno aborde varios problemas clave en relación con esta asignatura, pero yo sugeriría uno que no se ha tomado en cuenta y que es cada vez más común: las pataletas.
Las que se desatan cuando el niño, después de pedir ayuda a un padre, grita: "¡Pero no lo hacemos así en el colegio!".
Cuando la mayoría de nosotros estaba en la escuela, la forma en que nos enseñaban tenía que ver con que la sociedad necesitaba cientos de miles de empleados para que hicieran cálculos cotidianos.
Sin embargo, las necesidades cambiaron. Ahora las calculadoras hacen el esfuerzo. Aun así, la necesidad de entender las matemáticas nunca ha sido más grande, porque las requerimos para todo.
Por lo tanto, el énfasis de la enseñanza hoy es que los alumnos entiendan cómo funcionan los números y cómo resolver problemas.
El nuevo lenguaje puede intimidar a los papás, pero las ideas detrás de él son simples y los métodos se remontan a siglos.
Sin embargo, muchos padres se sienten comprensiblemente ofendidos que su experiencia en hacer cálculos se haya dejado de lado en favor de una cantidad de novedosas jerigonzas.
El primer paso para cualquier padre debería ser familiarizarse con los nuevos métodos. Entonces, la habilidad más importante que hay que desarrollar es la paciencia.
Los padres pueden sentirse frustrados si su hijo no "capta", pero esto desgasta al niño. Si las cosas se vuelven angustiosas, tome un descanso.
No lo elogie por ser más inteligente al lograr la respuesta correcta porque cuando llega a las matemáticas más difíciles y le empiezan a salir las cosas mal, se siente estúpido. Mejor es alabar el esfuerzo.
Cuando su hijo encuentra una respuesta, aunque sea correcta, hay que pedirle que le explique cómo lo logró.
Los niños se dan cuenta de sus errores mientras van expresando su idea, pero si explican sólo cuando la respuesta está mal, creerán que es un castigo y se negarán a hablar.