"El autoritarismo lleva a que los niños se vayan alejando de sus padres, y daña los vínculos afectivos"
Por Neva Milicic, psicóloga.
Pareciera que algunos padres piensan que es relativamente fácil, con un sistema autoritario, lograr que sus hijos les obedezcan y les sean sumisos, especialmente en la infancia, ya que está claro -para cualquier persona- que en la adolescencia el tema se vuelve definitivamente más complejo.
Sin embargo, existe consenso entre los expertos que el autoritarismo no resulta positivo para el desarrollo socioemocional de los niños, y que afecta negativamente el vínculo del niño con sus padres.
Cuando los niños sienten que los adultos hacen abuso de la fuerza y del poder para controlarlos, realizan cualquier maniobra para defenderse: mienten, evaden y finalmente si se someten, quedan con un sentimiento de humillación o de terror y de haber sido degradados en su dignidad por quienes más debían quererlos.
Y ello, sin duda, deja huellas en el vulnerable psiquismo de los niños. Lo más grave es que la sumisión puede ser transferida a otras relaciones.
Los mecanismos utilizados por los niños para liberarse de la opresión paterna son muchos. Algunos de ellos son:
La resistencia pasiva: Aquí el niño no da la guerra, pero finalmente y simplemente hace lo que quiere.
Contesta con un sí papá o un sí mamá, que no tiene la menor intención de cumplir. Sí, ya voy a estudiar; se va a su pieza y no hace el menor esfuerzo.
Sabe que se arriesga a un castigo, pero es su forma de resistir.
La rebelión: esta defensa va surgiendo desde la infancia como rabias contenidas y acumuladas que muchas veces son intensas y proporcionales a las humillaciones recibidas.
El daño en el vínculo padres-hijos es tan intenso que el niño opta por practicar creencias y opiniones, contrarias a las de sus padres.
Refugiarse en la fantasía: Es una defensa que tiende a aislar al niño o a la niña de una realidad que siente como dolorosa.
Una dosis homeopática de evasión en la fantasía ayuda y enriquece la vida de las personas, pero en dosis muy altas puede alejarlo de la realidad y distorsionar la percepción de los otros.
La mentira: Es otro mecanismo de evasión frente a padres que son muy autoritarios y castigadores, por temor a perder el amor de los padres.
Los padres en general minimizan los efectos de sus castigos y amenazas en la mente infantil.
Los niños imaginan que esas amenazas hechas en un momento de rabia por los adultos se harán realidad.
Por cierto, establecer una disciplina positiva es algo que requiere de reflexión por parte de los padres y exige asimismo una enorme dosis de paciencia, empatía y autorregulación.
Por Neva Milicic, psicóloga.
Pareciera que algunos padres piensan que es relativamente fácil, con un sistema autoritario, lograr que sus hijos les obedezcan y les sean sumisos, especialmente en la infancia, ya que está claro -para cualquier persona- que en la adolescencia el tema se vuelve definitivamente más complejo.
Sin embargo, existe consenso entre los expertos que el autoritarismo no resulta positivo para el desarrollo socioemocional de los niños, y que afecta negativamente el vínculo del niño con sus padres.
Cuando los niños sienten que los adultos hacen abuso de la fuerza y del poder para controlarlos, realizan cualquier maniobra para defenderse: mienten, evaden y finalmente si se someten, quedan con un sentimiento de humillación o de terror y de haber sido degradados en su dignidad por quienes más debían quererlos.
Y ello, sin duda, deja huellas en el vulnerable psiquismo de los niños. Lo más grave es que la sumisión puede ser transferida a otras relaciones.
Los mecanismos utilizados por los niños para liberarse de la opresión paterna son muchos. Algunos de ellos son:
La resistencia pasiva: Aquí el niño no da la guerra, pero finalmente y simplemente hace lo que quiere.
Contesta con un sí papá o un sí mamá, que no tiene la menor intención de cumplir. Sí, ya voy a estudiar; se va a su pieza y no hace el menor esfuerzo.
Sabe que se arriesga a un castigo, pero es su forma de resistir.
La rebelión: esta defensa va surgiendo desde la infancia como rabias contenidas y acumuladas que muchas veces son intensas y proporcionales a las humillaciones recibidas.
El daño en el vínculo padres-hijos es tan intenso que el niño opta por practicar creencias y opiniones, contrarias a las de sus padres.
Refugiarse en la fantasía: Es una defensa que tiende a aislar al niño o a la niña de una realidad que siente como dolorosa.
Una dosis homeopática de evasión en la fantasía ayuda y enriquece la vida de las personas, pero en dosis muy altas puede alejarlo de la realidad y distorsionar la percepción de los otros.
La mentira: Es otro mecanismo de evasión frente a padres que son muy autoritarios y castigadores, por temor a perder el amor de los padres.
Los padres en general minimizan los efectos de sus castigos y amenazas en la mente infantil.
Los niños imaginan que esas amenazas hechas en un momento de rabia por los adultos se harán realidad.
Por cierto, establecer una disciplina positiva es algo que requiere de reflexión por parte de los padres y exige asimismo una enorme dosis de paciencia, empatía y autorregulación.