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Tendencia: Las Polémicas "Mamás Profesión Colegio"

No hay cómo sacarlas de las salas. Acosan a las profesoras. Les hacen las tareas a sus hijos. Son perfeccionistas, detallistas, "catetes", la pesadilla de educadoras y coordinadoras de ciclo. "Nosotros podemos deshacernos de estas madres. Cada año nos vamos turnando a las mamás "cacho", que todas ya sabemos quiénes son. Pero los niños no pueden deshacerse de ellas. Y lo que esas mamás logran son hijos inseguros, con cero tolerancia a la frustración, con muy baja autoestima y niveles de autonomía: sin la ayuda de un tercero no son capaces de hacer nada".

Por Ximena Urrejola, revista Ya, El Mercurio.

Las profesoras les arrancan a perderse. "Ayudándote a sentir", se dicen entre ellas para consolarse cuando una de las mamás "catetes" o "invasoras" les toca en su curso.

Porque saben a qué se tendrán que enfrentar durante todo el largo año escolar que se viene por delante.

Y los esfuerzos que deberán realizar para que ese hijo/alumno no se vea afectado en su autoestima, su independencia, su desarrollo.

¿Ejemplos? Una mamá que llega a mediodía al colegio de su hijo de sexto básico con el almuerzo calentito y se sienta con él a comer en la mitad del patio.

Una mamá que toca la puerta de la sala a las once de la mañana y dice: "Permiso, mi hijo se tiene que tomar un remedio". Y entra, interrumpiendo la clase, sin inmutarse.

Los testimonios de profesoras de colegios particulares del sector oriente son infinitos: Una mamá que es capaz de escribirle en un solo día a la profesora jefe cinco e-mails distintos sobre diferentes ítems que tienen que "evaluar".

Y enviarle 20 comunicaciones a través de la libreta en una sola semana. Una mamá que todos los días le dice a la educadora de su hijo que tiene que obligar al curso a comer harina de pescado para que sean más inteligentes.

Una mamá que les da instrucciones a las profesoras: "Si yo fuera tú, haría la clase de tal y cual manera".

Son perfeccionistas. Detallistas. Aprensivas. Mamás que, además, se involucran en las actividades del curso y del colegio, para poder circular por el establecimiento sin problemas y tener acceso a los "círculos de poder", es decir, el rector o la directora, los coordinadores de ciclo.

Y que hacen sentir como advenedizas a las madres que no son como ellas: participativas y preocupadas.

Según cuentan profesoras y psicopedagogas de diferentes establecimientos del sector oriente de Santiago, cuando alguna aparece, se corre la voz de inmediato.

-Llegó la mamá de fulanita -alarma la secretaria.

-Dile que estoy ocupada -es la respuesta espontánea de muchas educadoras.

Anamaría Cabrera, psicopedagoga que trabaja en un colegio mixto de Las Condes y en sus casas con niños de varios establecimientos privados con destacados puntajes en la PSU, explica:

-Es como el cuento del lobo, porque cuando el hijo o hija de esa mamá tenga realmente un problema, le va a costar que la reciban, ya nadie le va a creer. A las mamás abrumadoras la inspectora no las quiere recibir; la coordinadora, tampoco. En los colegios nos damos cuenta de que estas madres no les dan tiempo a sus hijos para madurar sus temas, sus problemas. Quieren solucionar todo en el momento, y las cosas no funcionan así, los niños tienen que vivir sus procesos y sacarlos adelante por ellos mismos.

Anamaría Cabrera cuenta, como anécdota, que en uno de los colegios donde trabaja los padres podían ingresar con facilidad.

Y muchas de las madres abrumadoras interpretaron esa apertura como que podían estar todo el día dentro del colegio.

¿Resultado? Se colocaron grandes puertas con ventanales para ponerles un freno. Otro tanto ocurría con la cafetería donde se juntaban en la mañana a tomar café después de dejar a los niños en las salas: nunca más se iban. ¿Resultado? La cafetería fue cerrada.

Anamaría Cabrera: "Esos pobres niños a veces dicen: no quiero que mi mamá entre, quiero que se quede afuera".

LA AYUDA INNECESARIA FRENA EL DESARROLLO INFANTIL

El fenómeno de las "mamás profesión colegio" se da en la mayoría de las instituciones educativas, y en todos los niveles, desde prebásica, básica hasta media, y es mucho más frecuente y complejo en los niños más pequeños: desde prekinder hasta sexto básico.

La psicóloga Neva Milicic explica que cuando los niños son chicos les encanta que sus mamás estén en el colegio, porque les produce una sensación de bienestar.

Pero que a medida que van creciendo se comienzan a sentir avergonzados, lo sienten como una falta de confianza en ellos.

-Preocuparse e involucrarse es algo positivo: favorece mucho la alianza entre la familia y el colegio. Pero, como dice el dicho, "es bueno el cilantro, pero no tanto". Cuando los padres se sobreinvolucran, los profesores se sienten vigilados, controlados, y a los niños más grandes les molesta porque los compañeros se ríen de ellos. La madre los pone en una situación infantilizada que les produce mucha vergüenza. Les dicen que son unos mamones.

Una profesora jefe de un colegio de hombres, que trabaja con preadolescentes, ve lo mismo que la psicóloga:

-Por la influencia de la mamá, estos niños se exponen en forma negativa dentro de su grupo. Por ejemplo, en un consejo de curso pueden fácilmente decir: "mi mamá opina" o "mi mamá no me deja". Esto va generando lo que llamamos "niños isla". No porque les hagan bullying, sino porque el grupo los va dejando de lado. Al final, su único grupo de contención es la familia, la madre. Son los niños que dicen que no les importa no tener amigos en el colegio porque juegan con los primos. Las mamás les van cautelando hasta las amistades: "Éste no me gusta porque le va mal en el colegio"; "porque no me gusta la hermana"; "porque no me gusta la mamá". Y los van aislando. Lo hacen para protegerlos, pero a la larga significa que este niño no va a tener ninguna herramienta propia de autocuidado.

Otra educadora, también de un colegio de hombres, señala:

-Nosotros podemos deshacernos de estas madres. Al año siguiente podemos pedir que no nos toque en el curso, nos vamos turnando a las mamás "cacho" que todas ya sabemos quiénes son. Pero los niños no pueden deshacerse de ellas. Y lo que esas mamás logran son niños inseguros, con cero tolerancia a la frustración, con muy baja autoestima y niveles de autonomía: sin la ayuda de un tercero no son capaces de hacer las cosas.

Neva Milicic confirma:

-Uno tiene que tratar, en la medida de lo posible, que aprendan a solucionar sus problemas solos. Hablar con las misses sólo cuando hay un real tema que preocupa: toda ayuda innecesaria frena el desarrollo infantil. De alguna manera, ir limándoles las piedras es una manera de sobreprotegerlos.

Aquí entra el tema de las tareas. Las "mamás profesión colegio" hacen las tareas con los hijos o se las hacen ellas mismas, con tal de que se saquen una buena nota.

La educadora diferencial Patricia Straub, quien también trata con estas madres frecuentemente a raíz de su trabajo en varios colegios del sector oriente, dice que el resultado de este constante e innecesario sobreinvolucramiento de las madres se refleja en "niños muy estresados, muy angustiados, porque además de la larga jornada de clases, sus madres los recargan aún más, con talleres y actividades extraprogramáticas que realmente no sabemos si tendrán los efectos deseados o no".

En este sentido, Anamaría Cabrera señala que los padres tienen que ser una guía, pero no estar encima de los niños.

-Hay que darles la oportunidad de que aprendan de sus errores, que sepan que se pueden caer, que pueden hacerlo mal, y que para eso hay soluciones. Y no recargarlos de cosas, porque al final son las madres las que terminan haciendo las tareas del colegio. Con esto, los niños empiezan a tener conductas no apropiadas, a manipular a sus mamás, cuando como colegio estamos trabajando para conseguir todo lo contrario. Si un niño ve a su mamá siempre preocupada por él, va a dejar de hacer las tareas porque sabe que su mamá se las hará; no va a adquirir la responsabilidad de llevar su almuerzo, porque sabe que si se le olvida la mamá se lo irá a dejar. En vez de desarrollar las habilidades sociales que uno como colegio pretende desarrollar, una mamá muy abrumadora va a obtener exactamente lo contrario.

INSEGURIDAD, TEMOR, TERROR AL FRACASO

Otras acciones típicas de las "mamás profesión colegio": La que pone en duda, sistemáticamente, las materias que han pasado en clases: "Juanito dice que no han visto los adjetivos calificativos".

Una mamá que exige que todos los profesores que le hacen clases a su hijo le pongan atención individualmente a causa de sus dificultades de aprendizaje, cuando, según los siete o más educadores que lo ven durante la semana, esa dificultad es una imaginación de la apoderada.

Una mamá que les dice, orgullosa, a los otros padres: "Con la Amelita nos sacamos un 6,5 en la prueba. Y a ustedes: ¿cómo les fue?".

Una mamá a la que las profesoras deben obligar a salir de la sala en las mañanas. En forma cuidadosa, le cierran la puerta en la cara y le dicen: "Por escrito, por favor".

Una mamá que le exige a la profesora jefe que "interceda" por su hijo que se sacó un tres en una prueba. Porque se la "tienen" que repetir.

Una mamá que si no recibe respuesta inmediata del e-mail que le mandó a la profesora reclama al día siguiente con el rector, sin tener en cuenta que la profesora está en clases hasta las cinco y media de la tarde.

Que la llama por teléfono para que le busque la parka que al niño se le quedó en el colegio. El equipo de gimnasia. Una zapatilla.

Patricia Straub señala que la mayoría de las "madres profesión colegio" no trabajan fuera de la casa o lo hacen part-time.

Y que en el caso de que trabajen jornada completa, llegan a las siete de la tarde a su casa a martirizar a sus hijos para que estudien hasta horas más allá de lo razonable.

También comenta que muchas de las que ella ha conocido son mamás solas, que deben cumplir un doble rol.

-La mayoría de estas madres obsesivas quieren que sus hijos logren lo que ellas no pudieron. Diría que en ellas existe un vacío personal. También veo mucha sobreprotección, angustia innecesaria. Quieren que su hijo se destaque, que a su hijo no le digan nada, que tenga un rendimiento óptimo que, lamentablemente, para ella sólo se traduce en una buena nota.

Para Anamaría Cabrera, el gran problema que tienen es que -a raíz de este vacío personal- centran sus vidas en su hijo, quien se convierte en su núcleo:

-Están abocadas por entero a sus hijos, pero como todo en la vida, tiene que existir un equilibrio. Lograr ese equilibrio es el que cuesta, porque es bueno que estén presentes, pero centradas en un objetivo. ¿Cuál debiera ser? Desarrollar a un niño fortalecido, independiente, autónomo. Una madre invasora no lo cumple. Además, los hijos también tienen que saber y pensar que sus mamás tienen que hacer otras cosas fuera de preocuparse de ellos. De otra manera, terminan relacionándose mal con ellos, porque se vuelven locas con las tareas, los trabajos, y todas las cosas que tienen que hacer.

La especialista Patricia Straub señala que cuando un alumno no es capaz de hacer una tarea solo, porque está acostumbrado a hacerlas con la mamá, la espera hasta que ella llegue a la casa, aunque sean las ocho o nueve de la noche, porque necesita apoyo y estímulo.

Y la mamá, que ya no da más con su jornada de trabajo, en vez de llegar a compartir, a disfrutar, lo único que logra es establecer una relación dificultosa con su hijo o hija.

Una profesora de un colegio mixto de Vitacura entrega su visión de las "mamás profesión colegio", justo cuando se encuentra en medio del proceso de entrevistas a los padres de los alumnos que postulan al colegio para 2011.

-En las entrevistas nos estamos fijando en este tema, porque precisamente no queremos este tipo de mamás. Buscamos padres que acompañen a sus hijos, pero no los extremos: no queremos familias que los tengan botados, así como tampoco ahogadores. Estos papás y, sobre todo, mamás, quieren que sus hijos no sufran, que no lo pasen mal, lo que a la larga genera adolescentes que toman decisiones equivocadas, erróneas. Veo un enorme temor al fracaso... Un enorme temor a que el hijo o hija lo pase mal... Además, estas mamás todo se lo toman como algo personal. Ellas sienten que son perfectas y, para lo que se les ocurra, sienten que los que están equivocados son los demás y nunca ellas. Una madre obsesiva está convencida de que nadie mejor que ella sabe y conoce lo que su hijo necesita. Y son mamás muy exigentes con ellas mismas. Si su hijo falla, son ellas las que están fallando. Eso no lo queremos aquí.

"LAS MADRES DEBEN AUTOCONTROLARSE"

La psicóloga Neva Milicic dice que el ser invasivas es una conducta de personalidad propia de las personas que quieren tener el control de todas las variables.

Pero aunque sea así, dice que estas mamás tienen que estar alertas a las señales que les dan los niños y los profesores, y autocontrolarse.

-Si notan que se están sobreinvolucrando o angustiando demasiado con la cosas del colegio, tienen que buscarse otra actividad o ir a terapia, donde sí van a ser bien recibidas.

Para Anamaría Cabrera, una de las cosas más importantes de señalar es que las "mamás profesión colegio" confíen en el sistema.

-Ellas escogieron el colegio y el proyecto educativo. Y tienen que darles tiempo a sus hijos.

Patricia Straub, quien lleva trabajando 25 años en esto y ve que este fenómeno es cada vez más frecuente, señala que hay que cambiar un poco el switch respecto de lo que es la educación:

-Estamos enfocados a una cultura del conocimiento más que a una cultura de aprender a vivir y disfrutar. Si estas madres pudieran disfrutar más con sus hijos, que los ayudaran a aprender de una manera entretenida, sería bastante más positivo. Pero en esto también tienen mucho que ver los colegios, que pueden mandar cuatro o cinco tareas de distintos ramos para el día siguiente, provocando una presión gigantesca.