Más tolerantes, solidarios y confiados en sus decisiones. Pero también, menos trabajadores y más recelosos de las instituciones tradicionales. Los estudios están revelando el carácter y las aspiraciones de quienes forman la generación Y nacional, los mismos que están en la educación superior y entrando a trabajar.
Por Jennifer Abate Cruces, La Tercera.
Ya no son los rebeldes de pelo largo dispuestos a desafiarlo todo por defender sus ideales.
Lo que define a los jóvenes universitarios actuales dista mucho de lo que caracterizó a la generación de los 80 o los 90.
Hoy son más tolerantes y solidarios, pero también más individualistas y convencidos de unas capacidades a prueba de cualquier desafío, lo que trae como consecuencia cierta arrogancia que los hace mirar en menos el idealismo y sentirse fácilmente defraudados cuando el mundo no les retribuye lo que ellos consideran justo.
De hecho, los nacidos entre 1980 y 1994, son la generación que trae consigo una nueva mirada del mundo, caracterizada por el "yo puedo" más que por el "yo confío".
Algo que, en muchos de ellos, está reforzado por el explosivo aumento del ingreso a la universidad y a las carreras técnicas.
De acuerdo con las estadísticas del Consejo Nacional de Educación, la matrícula en centros de educación superior ha aumentado en un 57% desde el 2004 a la fecha.
Así, hoy, los jóvenes chilenos son mucho más educados que hace una década, pero a la vez, son también mucho más "mantenidos" que la generación anterior, la "X" (nacidos entre el 1964 y 1979).
Esta realidad la confirma la encuesta nacional que hace el Injuv: en su informe 2009 da cuenta de que son una generación que está recibiendo más ayuda económica de sus padres, entre otras cosas, porque se van más tarde de la casa paterna.
Pero que no quieran irse de sus casas no se debe, como podría pensarse, a que se sientan incapaces. Muy por el contrario.
Creen, masivamente, que sus posibilidades de triunfar en la vida dependen exclusivamente de sus propias capacidades lo que los convierte en una generación mucho menos luchadora que las anteriores, pero con un pragmatismo que no se había visto hasta ahora, comenta Raúl Zarzuri, investigador del Centro de Estudios Socioculturales y experto en dinámicas juveniles.
Pero a cambio, son los jóvenes que, en comparación con la generación anterior, dedican más tiempo de su vida cotidiana a la recreación y que se van más tarde de la casa paterna.
CONFIADOS EN SÍ MISMOS
"Hoy tenemos a un sujeto más seguro de sí mismo y confiado en sus capacidades, que evidentemente, enfrenta el mundo desde una perspectiva mucho más individual y menos comunitaria", dice Zarzuri sobre esta generación que ha optado por alejarse de las instituciones formales y que, en busca de esa identidad y cómo un síntoma evidente de este cambio, ha disminuido bruscamente su participación política.
De hecho, según datos de la Injuv de 2009, 67,9% de los universitarios no está inscrito en los registros electorales, la cifra más alta entre todos los jóvenes.
Lo mismo ocurre en la religiosidad, o falta de ella, que declaran tener: en la Injuv del 2000, 27,9% de los jóvenes se declaraba creyente en Dios, pero no se sentía representado por ninguna iglesia. En 2009 este número subió al 36,7%.
Una cifra muy cercana a la que arrojó el estudio que comenzó a realizarse en 2007, en la Universidad Católica Jóvenes, Cultura y Religión, encabezado por el vicerrector académico de esa casa de estudios, Roberto González, y los académicos Jorge Manzi y Joaquín Silva: el 38% de los estudiantes de la universidad no pertenecía a ninguna religión.
Frente a estas cifras, Roberto González más que hablar de desinterés de la actual generación, prefiere referirse a un cambio de sus preferencias de identificación.
Para ellos es muy importante sentir que pertenecen a un grupo, dice el académico de la PUC, pero a uno a partir del cual los otros puedan reconocerlos positivamente dentro de su comunidad.
En esos términos, explica, muchas instituciones tradicionales han sido cuestionadas en los últimos años, y esta sería la razón por la que los jóvenes ya no desean pertenecer a ellas.
SE TIENEN FE
Salir del colegio y entrar a la universidad o al mundo laboral, significa perder certezas y comenzar a conocer distintos ambientes, realidades y donde, muchas veces, se abrazan causas idealistas.
Pero en esos términos, ésta es una generación en la que su mundo termina en los límites de lo privado, y sólo se conectan con lo comunitario cuando ocurre algo que los interpela a ellos y a sus cercanos, es decir, han perdido el idealismo que, por ejemplo, caracterizó a la generación X, que los precede.
Así, hoy sus nuevos grupos de participación son aquellos que defienden las causas "verdes" y los voluntariados, pues son esos los temas que tocan su cotidianidad.
"Se ha instalado esto de ser más realista, que tiene que ver con un sujeto muy analítico, con procesos que tienen mucho que ver con lo racional. Tenemos una generación que es menos luchadora, menos soñadora, menos idealista, respecto de otras generaciones, como la de los 80 o la de los 70", explica Zarzuri.
Y esa racionalidad a la que hace alusión el sociólogo, al parecer, le estaría quitando angustia a la mirada que tienen hoy esta generación acerca de lo que le espera a cada quien.
Porque si bien el paso por la universidad y la salida al mundo laboral es un tema para estos jóvenes, no es algo que se miren con desconfianza o temor.
En ese escenario, es tanta su confianza en sí mismos, que, por ejemplo, en el caso de los universitarios, no creen tan necesario tener un buen trabajo o una profesión para sentirse felices en la vida, "porque dan esto por descontado", dice Zarzuri.
Así, en lugar de salir a probar su valor al mundo laboral al momento de su egreso de la universidad, deciden seguir especializándose en Chile o el extranjero, como lo demuestra el 20% de aumento en las postulaciones a las Becas Chile, entre 2008 y 2009.
Y no sólo eso: en general, se describen a sí mismos como menos trabajadores que en el 2000, menos seguros de que la juventud sea un período para tomar decisiones importantes sobre qué hacer en la vida y casi el doble de convencidos de que este tiempo es para pasarlo bien: menos jóvenes pololean y más declaran "andar con alguien".
MÁS TOLERANTES
El estudio de la Universidad Católica establece tres indicadores que hablan de la empatía de los jóvenes: su grado de adhesión al autoritarismo, el nacionalismo y la dominancia.
En los tres ítemes, la valoración tuvo una baja significativa entre 2007 y 2009, lo que se traduce en que esta es una generación que está marcando una diferencia con la anterior, por cuanto son más abiertos a conocer gente diferente y a aceptarla.
Dos elementos primordiales en el proceso de tolerancia, es decir, cuando la gente establece vínculos con personas distintas, a pesar de que prevalezcan entre ellos ideas distintas.
A la par, la alta evaluación de la democracia como el sistema político que debe predominar, ha aumentado.
De acuerdo a cifras de la Encuesta Injuv del 2000 y 2009, el porcentaje de jóvenes al que le daba lo mismo el sistema político imperante bajó de 51,2% a un 29%.
Por Jennifer Abate Cruces, La Tercera.
Ya no son los rebeldes de pelo largo dispuestos a desafiarlo todo por defender sus ideales.
Lo que define a los jóvenes universitarios actuales dista mucho de lo que caracterizó a la generación de los 80 o los 90.
Hoy son más tolerantes y solidarios, pero también más individualistas y convencidos de unas capacidades a prueba de cualquier desafío, lo que trae como consecuencia cierta arrogancia que los hace mirar en menos el idealismo y sentirse fácilmente defraudados cuando el mundo no les retribuye lo que ellos consideran justo.
De hecho, los nacidos entre 1980 y 1994, son la generación que trae consigo una nueva mirada del mundo, caracterizada por el "yo puedo" más que por el "yo confío".
Algo que, en muchos de ellos, está reforzado por el explosivo aumento del ingreso a la universidad y a las carreras técnicas.
De acuerdo con las estadísticas del Consejo Nacional de Educación, la matrícula en centros de educación superior ha aumentado en un 57% desde el 2004 a la fecha.
Así, hoy, los jóvenes chilenos son mucho más educados que hace una década, pero a la vez, son también mucho más "mantenidos" que la generación anterior, la "X" (nacidos entre el 1964 y 1979).
Esta realidad la confirma la encuesta nacional que hace el Injuv: en su informe 2009 da cuenta de que son una generación que está recibiendo más ayuda económica de sus padres, entre otras cosas, porque se van más tarde de la casa paterna.
Pero que no quieran irse de sus casas no se debe, como podría pensarse, a que se sientan incapaces. Muy por el contrario.
Creen, masivamente, que sus posibilidades de triunfar en la vida dependen exclusivamente de sus propias capacidades lo que los convierte en una generación mucho menos luchadora que las anteriores, pero con un pragmatismo que no se había visto hasta ahora, comenta Raúl Zarzuri, investigador del Centro de Estudios Socioculturales y experto en dinámicas juveniles.
Pero a cambio, son los jóvenes que, en comparación con la generación anterior, dedican más tiempo de su vida cotidiana a la recreación y que se van más tarde de la casa paterna.
CONFIADOS EN SÍ MISMOS
"Hoy tenemos a un sujeto más seguro de sí mismo y confiado en sus capacidades, que evidentemente, enfrenta el mundo desde una perspectiva mucho más individual y menos comunitaria", dice Zarzuri sobre esta generación que ha optado por alejarse de las instituciones formales y que, en busca de esa identidad y cómo un síntoma evidente de este cambio, ha disminuido bruscamente su participación política.
De hecho, según datos de la Injuv de 2009, 67,9% de los universitarios no está inscrito en los registros electorales, la cifra más alta entre todos los jóvenes.
Lo mismo ocurre en la religiosidad, o falta de ella, que declaran tener: en la Injuv del 2000, 27,9% de los jóvenes se declaraba creyente en Dios, pero no se sentía representado por ninguna iglesia. En 2009 este número subió al 36,7%.
Una cifra muy cercana a la que arrojó el estudio que comenzó a realizarse en 2007, en la Universidad Católica Jóvenes, Cultura y Religión, encabezado por el vicerrector académico de esa casa de estudios, Roberto González, y los académicos Jorge Manzi y Joaquín Silva: el 38% de los estudiantes de la universidad no pertenecía a ninguna religión.
Frente a estas cifras, Roberto González más que hablar de desinterés de la actual generación, prefiere referirse a un cambio de sus preferencias de identificación.
Para ellos es muy importante sentir que pertenecen a un grupo, dice el académico de la PUC, pero a uno a partir del cual los otros puedan reconocerlos positivamente dentro de su comunidad.
En esos términos, explica, muchas instituciones tradicionales han sido cuestionadas en los últimos años, y esta sería la razón por la que los jóvenes ya no desean pertenecer a ellas.
SE TIENEN FE
Salir del colegio y entrar a la universidad o al mundo laboral, significa perder certezas y comenzar a conocer distintos ambientes, realidades y donde, muchas veces, se abrazan causas idealistas.
Pero en esos términos, ésta es una generación en la que su mundo termina en los límites de lo privado, y sólo se conectan con lo comunitario cuando ocurre algo que los interpela a ellos y a sus cercanos, es decir, han perdido el idealismo que, por ejemplo, caracterizó a la generación X, que los precede.
Así, hoy sus nuevos grupos de participación son aquellos que defienden las causas "verdes" y los voluntariados, pues son esos los temas que tocan su cotidianidad.
"Se ha instalado esto de ser más realista, que tiene que ver con un sujeto muy analítico, con procesos que tienen mucho que ver con lo racional. Tenemos una generación que es menos luchadora, menos soñadora, menos idealista, respecto de otras generaciones, como la de los 80 o la de los 70", explica Zarzuri.
Y esa racionalidad a la que hace alusión el sociólogo, al parecer, le estaría quitando angustia a la mirada que tienen hoy esta generación acerca de lo que le espera a cada quien.
Porque si bien el paso por la universidad y la salida al mundo laboral es un tema para estos jóvenes, no es algo que se miren con desconfianza o temor.
En ese escenario, es tanta su confianza en sí mismos, que, por ejemplo, en el caso de los universitarios, no creen tan necesario tener un buen trabajo o una profesión para sentirse felices en la vida, "porque dan esto por descontado", dice Zarzuri.
Así, en lugar de salir a probar su valor al mundo laboral al momento de su egreso de la universidad, deciden seguir especializándose en Chile o el extranjero, como lo demuestra el 20% de aumento en las postulaciones a las Becas Chile, entre 2008 y 2009.
Y no sólo eso: en general, se describen a sí mismos como menos trabajadores que en el 2000, menos seguros de que la juventud sea un período para tomar decisiones importantes sobre qué hacer en la vida y casi el doble de convencidos de que este tiempo es para pasarlo bien: menos jóvenes pololean y más declaran "andar con alguien".
MÁS TOLERANTES
El estudio de la Universidad Católica establece tres indicadores que hablan de la empatía de los jóvenes: su grado de adhesión al autoritarismo, el nacionalismo y la dominancia.
En los tres ítemes, la valoración tuvo una baja significativa entre 2007 y 2009, lo que se traduce en que esta es una generación que está marcando una diferencia con la anterior, por cuanto son más abiertos a conocer gente diferente y a aceptarla.
Dos elementos primordiales en el proceso de tolerancia, es decir, cuando la gente establece vínculos con personas distintas, a pesar de que prevalezcan entre ellos ideas distintas.
A la par, la alta evaluación de la democracia como el sistema político que debe predominar, ha aumentado.
De acuerdo a cifras de la Encuesta Injuv del 2000 y 2009, el porcentaje de jóvenes al que le daba lo mismo el sistema político imperante bajó de 51,2% a un 29%.