Los jóvenes de hoy piensan dos veces antes de involucrarse en una relación estable. "Pinchar o andar" pueden ser más populares, pero un estudio en EE.UU. muestra que no tienen los beneficios de la estabilidad.
Por Pamela Elgueda Tapia, El Mercurio.
Pinchar, andar o salir, pololear. Tres conceptos que definen la vida amorosa adolescente de varias generaciones de chilenos, y que para los del siglo XXI tienen otros tiempos y prioridades.
"La gente que conozco quiere vivir distintas experiencias, y se aburren estando con una sola persona. Y como el pololeo es más compromiso, inventaron lo otro, porque prefieren más que pololear, pinchar, que es salir con alguien sin darse besos; y andar, que es salir, pero dándose besos", describe Macarena, de 16 años, al explicar cómo es la vida amorosa de los chilenos de 14 a 18.
Una actitud a la cual la doctora Verónica Gaete, adolescentóloga del Centro Ser Joven y de Clínica Las Condes, le llama "cautela". "Vemos una mayor valoración por los espacios propios y notamos más precaución al establecer compromisos".
Y es que, agrega Dina Krauskopf, psicóloga clínica de la Unidad de Adolescencia de Clínica Alemana, pinchar, andar, engancharse o el liberal "ponceo" pokemón "no son una expresión de amor romántico, sino más bien son parte de la libertad exploratoria que buscan las y los adolescentes de hoy".
Macarena ahonda en el tema: "Ahora las mujeres ya no tienen nada por qué querer pololear. Si van a una fiesta pueden bailar con cualquiera y lo pasan bacán. Y se usa harto que la gente baile un rato y después se den besos".
Más libertad y sensación de "tener más permiso", dice Macarena, lo que puede alejarlos del rol protector que, según una investigación estadounidense, tiene un pololeo estable.
Un equipo del Grupo de Investigación de Desarrollo Social de la Universidad de Washington encontró que aquellos jóvenes de 18 y 19 años con una relación estable tienen menos probabilidad de caer en conductas de riesgo como uso de marihuana o abuso de alcohol.
Los investigadores determinaron que la pareja tenía un rol de control social y así evitaba que la otra persona cayera en conductas de riesgo.
"Durante la adolescencia", precisa la psicóloga Dina Krauskopf, "el proceso de elaboración de identidad ligado al compromiso amoroso puede llevar a incrementar comportamientos protectores, estabilidad y bienestar interior".
Sin embargo, agrega, cuando se trata de exploraciones amorosas, pueden llevar en algunos casos a conductas riesgosas.
"Esto no significa que haya que combatirlas, porque eso, generalmente, es contraproducente. Más bien se trata de cultivar, desde la pubertad, la capacidad de autocuidado", advierte.
La doctora Gaete concuerda con que es la relación comprometida y estable la que protege, "en la medida que la pareja tenga valores claros, una autoestima sólida, amistades sin conductas de riesgo y una familia donde estos comportamientos son rechazados".
Y agrega otro aspecto: en la mayoría de los casos el efecto protector de la relación amorosa tiene género femenino.
"Es más probable que sea la niña la que ejerza ese efecto positivo en el niño que al revés, porque un hombre es difícil que se quede mucho rato junto a una niña que fuma marihuana o abuse del alcohol, a menos que él mismo tenga esa conducta".
Si sucede lo último, la situación es compleja, porque ambos se potenciarán, advierte la pediatra.
Más que prohibiciones, a los padres les queda poner ojo en los efectos de la relación e influir para que ésta tenga ese rol beneficioso.
30,3% de los chilenos entre 15 y 19 años declaró estar pololeando, en la VI Encuesta Nacional de Juventud, realizada por el Injuv (2009).
9,5% de los encuestados de 15 a 19 años declaró que "andaba" con alguien en esa fecha.
36,3% de los adolescentes entre 15 y 19 años dedican todos los días o varios días a la semana un tiempo a su pareja, según la misma encuesta, que entrevistó a 7.570 chilenos de entre 15 y 29 años.
Poca Estabilidad
En la adolescencia temprana y media (14 a 17 años), saltar de un pololeo a otro y tener relaciones cortas es normal.
Pero cuando ya se está más cerca de la adultez temprana (19 a 20 años), ya se debería ser capaz de establecer relaciones de pareja con mayor compromiso y estabilidad.
"Si a esa edad los pololeos le siguen durando dos semanas, hay que parar las antenas, y ver qué está dificultando que logre comprometerse", dice la doctora Verónica Gaete.
Ella recomienda no restarle importancia a los pololeos adolescentes, porque son un reflejo de cómo serán las relaciones de pareja futuras que establecerán esos jóvenes.
Por Pamela Elgueda Tapia, El Mercurio.
Pinchar, andar o salir, pololear. Tres conceptos que definen la vida amorosa adolescente de varias generaciones de chilenos, y que para los del siglo XXI tienen otros tiempos y prioridades.
"La gente que conozco quiere vivir distintas experiencias, y se aburren estando con una sola persona. Y como el pololeo es más compromiso, inventaron lo otro, porque prefieren más que pololear, pinchar, que es salir con alguien sin darse besos; y andar, que es salir, pero dándose besos", describe Macarena, de 16 años, al explicar cómo es la vida amorosa de los chilenos de 14 a 18.
Una actitud a la cual la doctora Verónica Gaete, adolescentóloga del Centro Ser Joven y de Clínica Las Condes, le llama "cautela". "Vemos una mayor valoración por los espacios propios y notamos más precaución al establecer compromisos".
Y es que, agrega Dina Krauskopf, psicóloga clínica de la Unidad de Adolescencia de Clínica Alemana, pinchar, andar, engancharse o el liberal "ponceo" pokemón "no son una expresión de amor romántico, sino más bien son parte de la libertad exploratoria que buscan las y los adolescentes de hoy".
Macarena ahonda en el tema: "Ahora las mujeres ya no tienen nada por qué querer pololear. Si van a una fiesta pueden bailar con cualquiera y lo pasan bacán. Y se usa harto que la gente baile un rato y después se den besos".
Más libertad y sensación de "tener más permiso", dice Macarena, lo que puede alejarlos del rol protector que, según una investigación estadounidense, tiene un pololeo estable.
Un equipo del Grupo de Investigación de Desarrollo Social de la Universidad de Washington encontró que aquellos jóvenes de 18 y 19 años con una relación estable tienen menos probabilidad de caer en conductas de riesgo como uso de marihuana o abuso de alcohol.
Los investigadores determinaron que la pareja tenía un rol de control social y así evitaba que la otra persona cayera en conductas de riesgo.
"Durante la adolescencia", precisa la psicóloga Dina Krauskopf, "el proceso de elaboración de identidad ligado al compromiso amoroso puede llevar a incrementar comportamientos protectores, estabilidad y bienestar interior".
Sin embargo, agrega, cuando se trata de exploraciones amorosas, pueden llevar en algunos casos a conductas riesgosas.
"Esto no significa que haya que combatirlas, porque eso, generalmente, es contraproducente. Más bien se trata de cultivar, desde la pubertad, la capacidad de autocuidado", advierte.
La doctora Gaete concuerda con que es la relación comprometida y estable la que protege, "en la medida que la pareja tenga valores claros, una autoestima sólida, amistades sin conductas de riesgo y una familia donde estos comportamientos son rechazados".
Y agrega otro aspecto: en la mayoría de los casos el efecto protector de la relación amorosa tiene género femenino.
"Es más probable que sea la niña la que ejerza ese efecto positivo en el niño que al revés, porque un hombre es difícil que se quede mucho rato junto a una niña que fuma marihuana o abuse del alcohol, a menos que él mismo tenga esa conducta".
Si sucede lo último, la situación es compleja, porque ambos se potenciarán, advierte la pediatra.
Más que prohibiciones, a los padres les queda poner ojo en los efectos de la relación e influir para que ésta tenga ese rol beneficioso.
30,3% de los chilenos entre 15 y 19 años declaró estar pololeando, en la VI Encuesta Nacional de Juventud, realizada por el Injuv (2009).
9,5% de los encuestados de 15 a 19 años declaró que "andaba" con alguien en esa fecha.
36,3% de los adolescentes entre 15 y 19 años dedican todos los días o varios días a la semana un tiempo a su pareja, según la misma encuesta, que entrevistó a 7.570 chilenos de entre 15 y 29 años.
Poca Estabilidad
En la adolescencia temprana y media (14 a 17 años), saltar de un pololeo a otro y tener relaciones cortas es normal.
Pero cuando ya se está más cerca de la adultez temprana (19 a 20 años), ya se debería ser capaz de establecer relaciones de pareja con mayor compromiso y estabilidad.
"Si a esa edad los pololeos le siguen durando dos semanas, hay que parar las antenas, y ver qué está dificultando que logre comprometerse", dice la doctora Verónica Gaete.
Ella recomienda no restarle importancia a los pololeos adolescentes, porque son un reflejo de cómo serán las relaciones de pareja futuras que establecerán esos jóvenes.