Por Neva Milicic, psicóloga.
En estos días, Chile, como el resto del mundo, vive una verdadera euforia futbolística de la que no resulta fácil abstraerse y, sin duda, puede convertirse en una oportunidad para favorecer los vínculos familiares.
Mirar un partido juntos, aunque usted no sea fanático(a) del fútbol, puede ser una experiencia que une a las personas en un interés común.
A veces es conveniente hacer un paréntesis y se hace necesario respetar el derecho de los niños a interesarse con pasión por el deporte.
Y se puede aprender mucho más del fútbol de lo que parece. Es posible que algunas enseñanzas puedan ser comentadas en el entretiempo o al final del partido.
Quizás el elemento más rescatable de la experiencia deportiva es el enorme esfuerzo por los jugadores para estar en las condiciones físicas necesarias y de preparación técnica.
Ellos deben desplegar el mismo esfuerzo y constancia que se requiere para ser razonablemente bueno en cualquier área del conocimiento u oficio.
El talento y las condiciones innatas son un factor, pero hay muchas personas con grandes talentos que los desperdician por no poner la energía necesaria en cultivarlos y en conseguir sus metas.
Y aunque su hijo no llegue a ser una estrella del deporte, el solo hecho de practicarlo le puede ayudar a tener un espíritu de equipo.
En este deporte, como en la vida, no sirven los que se quedan con la pelota para siempre. Hay que saber hacer el pase al compañero en el momento preciso.
Aunque los jugadores parezcan jugar en forma espontánea, hay planificación y un reconocimiento de quien es bueno para qué y eso supone darle a cada cual el lugar que le corresponde.
Esta capacidad de reconocer a los otros su talento y dejarles espacio sin envidia hace más grande al que arma la jugada.
Y existe otro aprendizaje: la importancia de estar en el lugar y momento correctos, siendo capaz de mirar el contexto y ver cómo están sucediendo las cosas, lo que tiene que ver con la capacidad de sintonizarse con el entorno antes de actuar.
Y aunque no siempre se utilice, se puede aprender mucho metafóricamente a cómo ser cooperativo, a esforzarse y a estar en el lugar correcto en un simple partido de fútbol si se realiza una reflexión sobre estos temas, sin por ello echar a perder la diversión.
Es bueno dar pocos mensajes y sutiles para no saturar a los niños. Y quizás un aprendizaje no menor y que dejaremos para otra columna está ligado al saber ganar y saber perder.
En estos días, Chile, como el resto del mundo, vive una verdadera euforia futbolística de la que no resulta fácil abstraerse y, sin duda, puede convertirse en una oportunidad para favorecer los vínculos familiares.
Mirar un partido juntos, aunque usted no sea fanático(a) del fútbol, puede ser una experiencia que une a las personas en un interés común.
A veces es conveniente hacer un paréntesis y se hace necesario respetar el derecho de los niños a interesarse con pasión por el deporte.
Y se puede aprender mucho más del fútbol de lo que parece. Es posible que algunas enseñanzas puedan ser comentadas en el entretiempo o al final del partido.
Quizás el elemento más rescatable de la experiencia deportiva es el enorme esfuerzo por los jugadores para estar en las condiciones físicas necesarias y de preparación técnica.
Ellos deben desplegar el mismo esfuerzo y constancia que se requiere para ser razonablemente bueno en cualquier área del conocimiento u oficio.
El talento y las condiciones innatas son un factor, pero hay muchas personas con grandes talentos que los desperdician por no poner la energía necesaria en cultivarlos y en conseguir sus metas.
Y aunque su hijo no llegue a ser una estrella del deporte, el solo hecho de practicarlo le puede ayudar a tener un espíritu de equipo.
En este deporte, como en la vida, no sirven los que se quedan con la pelota para siempre. Hay que saber hacer el pase al compañero en el momento preciso.
Aunque los jugadores parezcan jugar en forma espontánea, hay planificación y un reconocimiento de quien es bueno para qué y eso supone darle a cada cual el lugar que le corresponde.
Esta capacidad de reconocer a los otros su talento y dejarles espacio sin envidia hace más grande al que arma la jugada.
Y existe otro aprendizaje: la importancia de estar en el lugar y momento correctos, siendo capaz de mirar el contexto y ver cómo están sucediendo las cosas, lo que tiene que ver con la capacidad de sintonizarse con el entorno antes de actuar.
Y aunque no siempre se utilice, se puede aprender mucho metafóricamente a cómo ser cooperativo, a esforzarse y a estar en el lugar correcto en un simple partido de fútbol si se realiza una reflexión sobre estos temas, sin por ello echar a perder la diversión.
Es bueno dar pocos mensajes y sutiles para no saturar a los niños. Y quizás un aprendizaje no menor y que dejaremos para otra columna está ligado al saber ganar y saber perder.