Conversaciones con niños, padres y docentes lo develan. Especialista argentina hizo un estudio con niños diagnosticados con déficit atencional. Y determinó que la mayoría de ellos, en realidad, tenía sus pensamientos puestos en los problemas de su casa, no en las materias de la escuela.
Por Pamela Elgueda Tapia, El Mercurio.
"¿Usted atiende déficit atencional? No, yo atiendo niños. Si tiene uno, tráigalo".
La psicoanalista argentina Gisela Untoiglic cuenta esta anécdota para ilustrar el shock que significa para muchos padres que les diagnostiquen este trastorno a sus hijos, el que afecta la capacidad del niño para concentrarse y atender en clases.
La mamá que hizo la pregunta tomó el consejo y llevó a su hijo a la consulta de esta doctora en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, quien estuvo en Chile, en la Universidad Diego Portales, dictando una charla con un nombre prometedor: "¿A qué están atentos los niños desatentos?".
"Llamé al neurólogo que atendió al niño, quien me recitó la definición de Trastorno de Déficit Atencional (TDA) que da el DSMIV (manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales)", agrega Gisela Untoiglic. "Y escuché al niño, y me di cuenta de que no tenía ninguno de los síntomas del manual".
Eso fue lo que la decidió a hacer un estudio para indagar qué pasa con los que sin tener este trastorno son parte de las estadísticas del que se considera el problema de salud mental más prevalente en la infancia.
Gisela Untoiglic diferencia el TDA de las dificultades atencionales. "El primero es un déficit neurobiológico, mientras las segundas sí que cada vez son más y están ligadas a múltiples cuestiones, como que vivimos en un mundo donde todo debe ser instantáneo, más una determinación biológica, que no niego, y la situación de vida de los niños, entre otros".
Su mirada, en este aspecto, es distinta a la más conocida que tienen psiquiatras y neurólogos, quienes estuvieron reunidos en el "XVI Curso Internacional de Déficit Atencional: enfoque terapéutico y aspectos clínicos evolutivos", organizado por el Hospital Calvo Mackenna y la Facultad de Psicología de la U. del Desarrollo.
La académica aborda este tema desde el psicoanálisis y mirando con cautela el uso de fármacos.
"No sabemos qué están pensando estos niños, perdemos de vista su sufrimiento y corremos el riesgo de taparlo con medicación", opina.
Ella trabajó con 20 casos de escolares que fueron derivados por sus profesores a la consulta de un doctor, por tener dificultades para aprender y poner atención. Todos llegaron para ser atendidos por la psicoanalista con el diagnóstico de TDA.
Mediante entrevistas con los pequeños (11 hombres y 9 mujeres), con los padres de ellos y los profesores, además de la aplicación de un test, la psicoanalista llegó a la conclusión de que sólo dos de los 20 cumplían con los síntomas del TDA.
"Me quedó claro que la mayoría no es que no puedan atender, sino que cuando nosotros queremos que se concentren en lo que nos interesa, ellos están pensando en otras cosas", explica.
Esos "otros temas" son, por lo general, problemas en la relación con sus padres. "Lo que encuentro en ellos son dificultades atencionales, relacionadas con una fuerte inhibición, que les sirve para ahorrarse los ataques de angustia que sienten por la situación que viven en la casa".
Por cierto, los papás no reparaban en ese sufrimiento. Y, al conversar con la especialista, silenciaban los aspectos que preocupaban a los niños: generalmente un secreto familiar.
La psicoanalista también se encontró con niños ubicados en el lugar de los adultos. "Más que como pares, como sostén de sus padres, que dicen que su hijo es la alegría de su hogar, que sin él se morirían".
Una de las pequeñas atendidas por la psicoanalista graficó esto pintando a sus papás como un par de niños.
Aclarar Dudas
Para ayudar a estos niños, la psicoanalista propone un trabajo con los padres, docentes, psicopedagogos y neuropediatras.
"Se hace con los niños un trabajo de historización, es decir, se reconstruye con ellos aquello que hasta ese momento no tenía sentido, como esa foto secreta o esa mentira familiar".
Con el colegio se crea una red que dé sostén al niño en lo educativo y emocional. "La idea es tratar a tiempo, para que ese problema pequeño con un niño pequeño, no vuelva como un problema grande en un adolescente".
¿Por qué Medicar?
El doctor Claudio Michanie, psiquiatra infantil y profesor de Psiquiatría de la U. de Buenos Aires fue uno de los invitados extranjeros al curso organizado por el H. Calvo Mackenna y la UDD.
Él explicó por qué es necesario usar medicamentos con los niños diagnosticados con Trastorno de Déficit Atencional.
"Los fármacos que se usan actualmente estimulan aquellas áreas del cerebro que ayudan a controlar tanto la impulsividad como la falta de atención".
Diversos estudios internacionales, agregó, muestran que los niños que tienen este tipo de tratamiento mejoran su relación con la mamá y reducen sus conflictos con otros niños.
Además, tienen mejor disposición para enfrentar la psicoeducación, que se encarga de explicarles qué es lo que les pasa.
Por Pamela Elgueda Tapia, El Mercurio.
"¿Usted atiende déficit atencional? No, yo atiendo niños. Si tiene uno, tráigalo".
La psicoanalista argentina Gisela Untoiglic cuenta esta anécdota para ilustrar el shock que significa para muchos padres que les diagnostiquen este trastorno a sus hijos, el que afecta la capacidad del niño para concentrarse y atender en clases.
La mamá que hizo la pregunta tomó el consejo y llevó a su hijo a la consulta de esta doctora en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, quien estuvo en Chile, en la Universidad Diego Portales, dictando una charla con un nombre prometedor: "¿A qué están atentos los niños desatentos?".
"Llamé al neurólogo que atendió al niño, quien me recitó la definición de Trastorno de Déficit Atencional (TDA) que da el DSMIV (manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales)", agrega Gisela Untoiglic. "Y escuché al niño, y me di cuenta de que no tenía ninguno de los síntomas del manual".
Eso fue lo que la decidió a hacer un estudio para indagar qué pasa con los que sin tener este trastorno son parte de las estadísticas del que se considera el problema de salud mental más prevalente en la infancia.
Gisela Untoiglic diferencia el TDA de las dificultades atencionales. "El primero es un déficit neurobiológico, mientras las segundas sí que cada vez son más y están ligadas a múltiples cuestiones, como que vivimos en un mundo donde todo debe ser instantáneo, más una determinación biológica, que no niego, y la situación de vida de los niños, entre otros".
Su mirada, en este aspecto, es distinta a la más conocida que tienen psiquiatras y neurólogos, quienes estuvieron reunidos en el "XVI Curso Internacional de Déficit Atencional: enfoque terapéutico y aspectos clínicos evolutivos", organizado por el Hospital Calvo Mackenna y la Facultad de Psicología de la U. del Desarrollo.
La académica aborda este tema desde el psicoanálisis y mirando con cautela el uso de fármacos.
"No sabemos qué están pensando estos niños, perdemos de vista su sufrimiento y corremos el riesgo de taparlo con medicación", opina.
Ella trabajó con 20 casos de escolares que fueron derivados por sus profesores a la consulta de un doctor, por tener dificultades para aprender y poner atención. Todos llegaron para ser atendidos por la psicoanalista con el diagnóstico de TDA.
Mediante entrevistas con los pequeños (11 hombres y 9 mujeres), con los padres de ellos y los profesores, además de la aplicación de un test, la psicoanalista llegó a la conclusión de que sólo dos de los 20 cumplían con los síntomas del TDA.
"Me quedó claro que la mayoría no es que no puedan atender, sino que cuando nosotros queremos que se concentren en lo que nos interesa, ellos están pensando en otras cosas", explica.
Esos "otros temas" son, por lo general, problemas en la relación con sus padres. "Lo que encuentro en ellos son dificultades atencionales, relacionadas con una fuerte inhibición, que les sirve para ahorrarse los ataques de angustia que sienten por la situación que viven en la casa".
Por cierto, los papás no reparaban en ese sufrimiento. Y, al conversar con la especialista, silenciaban los aspectos que preocupaban a los niños: generalmente un secreto familiar.
La psicoanalista también se encontró con niños ubicados en el lugar de los adultos. "Más que como pares, como sostén de sus padres, que dicen que su hijo es la alegría de su hogar, que sin él se morirían".
Una de las pequeñas atendidas por la psicoanalista graficó esto pintando a sus papás como un par de niños.
Aclarar Dudas
Para ayudar a estos niños, la psicoanalista propone un trabajo con los padres, docentes, psicopedagogos y neuropediatras.
"Se hace con los niños un trabajo de historización, es decir, se reconstruye con ellos aquello que hasta ese momento no tenía sentido, como esa foto secreta o esa mentira familiar".
Con el colegio se crea una red que dé sostén al niño en lo educativo y emocional. "La idea es tratar a tiempo, para que ese problema pequeño con un niño pequeño, no vuelva como un problema grande en un adolescente".
¿Por qué Medicar?
El doctor Claudio Michanie, psiquiatra infantil y profesor de Psiquiatría de la U. de Buenos Aires fue uno de los invitados extranjeros al curso organizado por el H. Calvo Mackenna y la UDD.
Él explicó por qué es necesario usar medicamentos con los niños diagnosticados con Trastorno de Déficit Atencional.
"Los fármacos que se usan actualmente estimulan aquellas áreas del cerebro que ayudan a controlar tanto la impulsividad como la falta de atención".
Diversos estudios internacionales, agregó, muestran que los niños que tienen este tipo de tratamiento mejoran su relación con la mamá y reducen sus conflictos con otros niños.
Además, tienen mejor disposición para enfrentar la psicoeducación, que se encarga de explicarles qué es lo que les pasa.