Por Neva Milicic, psicóloga.
El sentimiento de pertenencia es central en el desarrollo de una identidad. Un eslogan dice que los 200 años no son una meta para celebrar, sino más bien un punto de partida para pensar el país que queremos construir en el futuro.
Y esta perspectiva es especialmente válida para los niños y los adolescentes, que son quienes tendrán que asumir ese desafío en las décadas que vienen.
Ellos deben desarrollar una concepción de país en la cual se perciben con un protagonismo en la historia del país. En estos 200 años son muchos los que han ayudado a lograr el país que tenemos.
Rescatar los sueños que tuvieron los que participaron en su construcción, cómo se esforzaron y cómo se unieron con otros para lograrlo favorece la reflexión colaborativa en la creación de un proyecto común.
En América Latina, la independencia de los países se logró con la colaboración de los vecinos.
Fue una época de unión y búsqueda de ideales y donde el acento estaba más en lo que nos unía que en lo que nos separaba.
Un gran tema para el Bicentenario es invitar a los niños a imaginar y conversar acerca de los cambios que les gustaría lograr en el futuro, y así hacerlos sentirse actores decisivos en estos cambios.
A través de actividades como lecturas o videos, pueden ir comprendiendo cómo los grandes logros de un país -que es el suyo- suponen la cooperación de muchos.
En Colombia, como destacaba Elena Irarrázabal en este mismo diario, hubo una iniciativa orientada a los niños llamada 200 años en 200 preguntas.
De 16 mil preguntas, se seleccionaron las 200 más interesantes. Ellas fueron respondidas por historiadores reconocidos y editadas en un libro.
Pensar desde la cultura valorando el aporte de los escritores o hacer concursos literarios quizás permita descubrir talentos escondidos a lo largo del país; destacar el rol de nuestros científicos o el de los pintores y escultores, como Matta, Antúnez, Balmes, Gracia Barrios, Lily Garafulic, Sergio Castillo. Y por qué no, hacer un concurso de pintura.
Un aporte digno de ser destacado es el de todos aquellos que nos impulsan a pensar en un país más solidario, como el Padre Hurtado, sin quien posiblemente seríamos un país más individualista aún.
Hay miles de ángulos desde los cuales es posible mirar. Ponerlos en la perspectiva para que los niños piensen en el país que quieren favorecer su pensamiento en relación con el sentimiento patriótico.
Los adultos quizás recibamos una lección, porque probablemente los niños quieran un país más justo, más ecológico y con más espacios para ser escuchados.
Los niños son parte de la celebración del Bicentenario y deberían tener un espacio central. Quizás un buen regalo sería un canal abierto televisión infantil.
Construir un país más justo, con mejor calidad de vida, es tarea de todos, y ello incluye la participación activa de nuestros niños y nuestras niñas.
El sentimiento de pertenencia es central en el desarrollo de una identidad. Un eslogan dice que los 200 años no son una meta para celebrar, sino más bien un punto de partida para pensar el país que queremos construir en el futuro.
Y esta perspectiva es especialmente válida para los niños y los adolescentes, que son quienes tendrán que asumir ese desafío en las décadas que vienen.
Ellos deben desarrollar una concepción de país en la cual se perciben con un protagonismo en la historia del país. En estos 200 años son muchos los que han ayudado a lograr el país que tenemos.
Rescatar los sueños que tuvieron los que participaron en su construcción, cómo se esforzaron y cómo se unieron con otros para lograrlo favorece la reflexión colaborativa en la creación de un proyecto común.
En América Latina, la independencia de los países se logró con la colaboración de los vecinos.
Fue una época de unión y búsqueda de ideales y donde el acento estaba más en lo que nos unía que en lo que nos separaba.
Un gran tema para el Bicentenario es invitar a los niños a imaginar y conversar acerca de los cambios que les gustaría lograr en el futuro, y así hacerlos sentirse actores decisivos en estos cambios.
A través de actividades como lecturas o videos, pueden ir comprendiendo cómo los grandes logros de un país -que es el suyo- suponen la cooperación de muchos.
En Colombia, como destacaba Elena Irarrázabal en este mismo diario, hubo una iniciativa orientada a los niños llamada 200 años en 200 preguntas.
De 16 mil preguntas, se seleccionaron las 200 más interesantes. Ellas fueron respondidas por historiadores reconocidos y editadas en un libro.
Pensar desde la cultura valorando el aporte de los escritores o hacer concursos literarios quizás permita descubrir talentos escondidos a lo largo del país; destacar el rol de nuestros científicos o el de los pintores y escultores, como Matta, Antúnez, Balmes, Gracia Barrios, Lily Garafulic, Sergio Castillo. Y por qué no, hacer un concurso de pintura.
Un aporte digno de ser destacado es el de todos aquellos que nos impulsan a pensar en un país más solidario, como el Padre Hurtado, sin quien posiblemente seríamos un país más individualista aún.
Hay miles de ángulos desde los cuales es posible mirar. Ponerlos en la perspectiva para que los niños piensen en el país que quieren favorecer su pensamiento en relación con el sentimiento patriótico.
Los adultos quizás recibamos una lección, porque probablemente los niños quieran un país más justo, más ecológico y con más espacios para ser escuchados.
Los niños son parte de la celebración del Bicentenario y deberían tener un espacio central. Quizás un buen regalo sería un canal abierto televisión infantil.
Construir un país más justo, con mejor calidad de vida, es tarea de todos, y ello incluye la participación activa de nuestros niños y nuestras niñas.