Estudio de la Universidad de Columbia muestra que los jóvenes se abstienen de caer en conductas de riesgo porque no quieren defraudar a sus padres. En Chile, estudio de Conace halló lo mismo. Lo óptimo es cenar juntos al menos cinco veces a la semana.
Por Pamela Elgueda, El Mercurio.
Parece ir contra toda "lógica" adolescente. Pero ellos quieren cenar más veces a la semana con sus papás y la mayoría opina que las comidas familiares frecuentes son muy importantes.
Una buena noticia con la que se encontró el estudio "La importancia de las comidas familiares VI", desarrollado por el Centro Nacional en Adicción y Abuso de Sustancias (CASA, según su sigla en inglés), de la Universidad de Columbia.
Una indagación que muestra que compartir la mesa con los hijos adolescentes más de cinco veces a la semana, los protege del consumo de tabaco, alcohol y marihuana.
En Chile, la IV Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Población Escolar (2004), de Conace, preguntó también a más de 52 mil escolares acerca de la frecuencia con la que cenan con sus padres y comprobó que en Chile también se da la influencia benigna de esta costumbre familiar.
Escuchar con Inteligencia
El estudio de CASA indagó en las percepciones de 1.055 estadounidenses de 12 a 17 años, además de 456 padres de estos chicos, vía internet. A ellos se agregan encuestas telefónicas a otros mil adolescentes de las mismas edades.
Uno de los hallazgos más interesantes es que aquellos adolescentes que cenan cinco y más veces a la semana con sus papás tienen dos veces menos riesgos de fumar, casi dos veces menos posibilidades de beber alcohol y la mitad de probabilidades de usar marihuana que aquellos chicos que cenan menos de tres veces a la semana en familia.
"La magia que sucede en las cenas familiares no es la comida en la mesa, sino que la comunicación y las conversaciones a su alrededor", explica Kathleen Ferrigno, vocera de CASA y directora de la iniciativa "Un día de cena con tus hijos".
Por cierto, el efecto de estas conversaciones en los adolescentes es que antes de aceptar beber o fumar marihuana piensan en sus padres, en que los desilusionarán, y declinan la invitación.
En Chile, y siguiendo la misma formulación que la U. de Columbia hace con el proyecto "Cena Familiar" desde 2001, Conace preguntó en 2003 a los niños por este tema.
Y se encontró con que sólo el 11% de ellos come con sus papás todos los días de la semana, el 13,1% lo hace más de cuatro veces mientras el 24% jamás come en familia.
Los datos, además, mostraron que mientras más frecuente es la comida familiar, menor es la prevalencia de consumo de cualquier tipo de drogas.
"El involucramiento parental es imprescindible cuando el adolescente sale de la supervisión directa de los padres y se involucra en el grupo de pares", explica el sociólogo Eduardo Valenzuela, director del Instituto de Sociología de la Universidad Católica.
Y esto es porque los amigos "son un factor de riesgo muy importante, porque generalmente tienen un umbral de tolerancia contra el comportamiento desviado muy bajo".
Luego, la idea, explica el investigador, es tener "padres involucrados" que estén atentos a lo que sus hijos hacen puertas afuera.
"Un lugar de monitoreo muy eficaz es la conversación de la mesa familiar, a condición de que se coma sin televisión prendida y se deje hablar a los niños y jóvenes. También, que los padres escuchen con inteligencia y cuidado lo que dicen".
Este punto es fundamental, dice la psicóloga Macarena López, de la Unidad de Adolescencia de la Clínica Santa Sofía.
"Esta conversación no puede convertirse sólo en ejercer control e interrogar, porque entonces ellos responderán con monosílabos o se negarán a hablar".
81%de los adolescentes que cenan más de cinco veces a la semana con sus padres hablan con ellos acerca de lo que les pasa en sus vidas.
70%de los jóvenes que cenan seguido con sus padres rechazan el consumo de marihuana porque éstos se molestarían.
33%de los chicos que cenan seguido en familia tienen un amigo que bebe regularmente. Esa cifra es del 52% en aquellos que no comen con sus padres ni hermanos.
39%de quienes cenan con frecuencia con sus padres dicen tener una buena relación con ellos. Sólo el 16% de los que no lo hacen regularmente dicen lo mismo.
Por Pamela Elgueda, El Mercurio.
Parece ir contra toda "lógica" adolescente. Pero ellos quieren cenar más veces a la semana con sus papás y la mayoría opina que las comidas familiares frecuentes son muy importantes.
Una buena noticia con la que se encontró el estudio "La importancia de las comidas familiares VI", desarrollado por el Centro Nacional en Adicción y Abuso de Sustancias (CASA, según su sigla en inglés), de la Universidad de Columbia.
Una indagación que muestra que compartir la mesa con los hijos adolescentes más de cinco veces a la semana, los protege del consumo de tabaco, alcohol y marihuana.
En Chile, la IV Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Población Escolar (2004), de Conace, preguntó también a más de 52 mil escolares acerca de la frecuencia con la que cenan con sus padres y comprobó que en Chile también se da la influencia benigna de esta costumbre familiar.
Escuchar con Inteligencia
El estudio de CASA indagó en las percepciones de 1.055 estadounidenses de 12 a 17 años, además de 456 padres de estos chicos, vía internet. A ellos se agregan encuestas telefónicas a otros mil adolescentes de las mismas edades.
Uno de los hallazgos más interesantes es que aquellos adolescentes que cenan cinco y más veces a la semana con sus papás tienen dos veces menos riesgos de fumar, casi dos veces menos posibilidades de beber alcohol y la mitad de probabilidades de usar marihuana que aquellos chicos que cenan menos de tres veces a la semana en familia.
"La magia que sucede en las cenas familiares no es la comida en la mesa, sino que la comunicación y las conversaciones a su alrededor", explica Kathleen Ferrigno, vocera de CASA y directora de la iniciativa "Un día de cena con tus hijos".
Por cierto, el efecto de estas conversaciones en los adolescentes es que antes de aceptar beber o fumar marihuana piensan en sus padres, en que los desilusionarán, y declinan la invitación.
En Chile, y siguiendo la misma formulación que la U. de Columbia hace con el proyecto "Cena Familiar" desde 2001, Conace preguntó en 2003 a los niños por este tema.
Y se encontró con que sólo el 11% de ellos come con sus papás todos los días de la semana, el 13,1% lo hace más de cuatro veces mientras el 24% jamás come en familia.
Los datos, además, mostraron que mientras más frecuente es la comida familiar, menor es la prevalencia de consumo de cualquier tipo de drogas.
"El involucramiento parental es imprescindible cuando el adolescente sale de la supervisión directa de los padres y se involucra en el grupo de pares", explica el sociólogo Eduardo Valenzuela, director del Instituto de Sociología de la Universidad Católica.
Y esto es porque los amigos "son un factor de riesgo muy importante, porque generalmente tienen un umbral de tolerancia contra el comportamiento desviado muy bajo".
Luego, la idea, explica el investigador, es tener "padres involucrados" que estén atentos a lo que sus hijos hacen puertas afuera.
"Un lugar de monitoreo muy eficaz es la conversación de la mesa familiar, a condición de que se coma sin televisión prendida y se deje hablar a los niños y jóvenes. También, que los padres escuchen con inteligencia y cuidado lo que dicen".
Este punto es fundamental, dice la psicóloga Macarena López, de la Unidad de Adolescencia de la Clínica Santa Sofía.
"Esta conversación no puede convertirse sólo en ejercer control e interrogar, porque entonces ellos responderán con monosílabos o se negarán a hablar".
81%de los adolescentes que cenan más de cinco veces a la semana con sus padres hablan con ellos acerca de lo que les pasa en sus vidas.
70%de los jóvenes que cenan seguido con sus padres rechazan el consumo de marihuana porque éstos se molestarían.
33%de los chicos que cenan seguido en familia tienen un amigo que bebe regularmente. Esa cifra es del 52% en aquellos que no comen con sus padres ni hermanos.
39%de quienes cenan con frecuencia con sus padres dicen tener una buena relación con ellos. Sólo el 16% de los que no lo hacen regularmente dicen lo mismo.