Análisis de la UC, realizado entre escolares de quinto a octavo año básico, concluyó que el profesor habla más de 50% del tiempo.
Por Patricia Reyes, La Tercera.
El profesor comienza la clase ante 40 alumnos. Da instrucciones y pasea por la sala vigilando que se realice la tarea. Exige silencio. El tiempo corre rápido, la clase termina abruptamente y todos salen a recreo.
Una estructura rígida y conocida, que se reproduce en muchos establecimientos y que refleja los problemas en la gestión del tiempo dentro de la sala de clases.
Así lo reflejó un diagnóstico realizado por Sergio Martinic, investigador del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación de la UC.
Según el estudio, una clase que, originalmente debiese durar 45 minutos, se reduce en la práctica a 40, en promedio.
En ese lapso, el profesor es el orador principal más del 50% del tiempo, más de 20 minutos. La mayor parte de ese tiempo lo dedica a pasear entre los bancos y vigilar que los alumnos trabajen.
"Cuando el profesor habla, se dirige al grupo, sin hacer diferencias", dice Martinic. Otros 13 minutos -el 31%- se dedican a trabajar en silencio u organizar las actividades.
Los alumnos adoptan una actitud pasiva: no intervienen más del 15% del tiempo, lo que equivale a seis minutos. De esos pocos instantes, la mayor parte es para dar una respuesta elaborada.
Puede parecer un punto a favor, sin considerar que ese tiempo no supera los cuatro minutos. En todo caso, es mayor en una clase de lenguaje que en una de matemáticas.
En la primera, los estudiantes responden preguntas elaboradas durante 4,8 minutos, y en la segunda lo hacen por 3,2 minutos.
El estudio analizó 30 clases grabadas para la evaluación docente. Sus resultados fueron presentados en el Congreso de Investigación en Educación, organizado por las universidades de Chile y Católica.
Hace cuatro años, un estudio realizado por la Usach llegó a conclusiones similares: los alumnos participan poco y repiten mucho.
Según su autora, María Soledad Erazo, los docentes no tienen el tiempo suficiente para realizar las tareas administrativas fuera del aula.
Estructura de una Clase
En el estudio de Martinic se analizó cuánto tiempo se dedicaba a cada uno de los segmentos de la clase: inicio, desarrollo y cierre, agregando, además, un "pre inicio" y la "preparación del cierre".
El inicio es el momento en que el profesor comunica a los estudiantes los objetivos de la sesión y qué se espera de ellos. En el desarrollo, el docente debe enseñar los contenidos y generar oportunidades de aprendizaje para todos.
El cierre, en tanto, es el momento para que los estudiantes tomen conciencia de sus logros y se interesen por las clases que vienen.
En el análisis de Martinic, se encontró que el "desarrollo" es la fase que ocupa la mayor parte del tiempo, es decir, casi 30 minutos (73,5%). La "preparación del cierre" y el "cierre" no duran más de ocho minutos.
"Ello da cuenta de un problema de gestión. Pese a ser clases registradas para la evaluación docente, por lo que son especialmente diseñadas, muchos profesores no anticipan un cierre pedagógico adecuado", concluyó el estudio.
Claudia Peirano, académica del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, explica que dar tiempo a cada una de esas fases es la clave de una buena clase.
Clases de Historia sólo Reproducen Contenidos
Clases centradas en que los alumnos memoricen y una visión de la historia fragmentada y con énfasis en la cronología, más que en el análisis de los procesos históricos.
Ese es el diagnóstico de las clases de Historia a escolares de quinto a octavo básico, que hizo un grupo de académicos de la U. Católica de Valparaíso.
El estudio, que se realizó en 10 colegios de la Quinta Región, encontró que más del 80% de la clase se centra en que los alumnos reproduzcan contenidos, lo que se nota también en las pruebas, donde sólo se pide a los alumnos recordar fechas, nombres o lugares.
"Con esta estructura, se desarrollan habilidades básicas y no complejas, como análisis, relaciones, contrastaciones, etc.", dice Nelson Vásquez, académico que lideró el estudio.
Se espera que hacia el final del ciclo de enseñanza básica, los estudiantes hayan desarrollado estas habilidades complejas.
Por Patricia Reyes, La Tercera.
El profesor comienza la clase ante 40 alumnos. Da instrucciones y pasea por la sala vigilando que se realice la tarea. Exige silencio. El tiempo corre rápido, la clase termina abruptamente y todos salen a recreo.
Una estructura rígida y conocida, que se reproduce en muchos establecimientos y que refleja los problemas en la gestión del tiempo dentro de la sala de clases.
Así lo reflejó un diagnóstico realizado por Sergio Martinic, investigador del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación de la UC.
Según el estudio, una clase que, originalmente debiese durar 45 minutos, se reduce en la práctica a 40, en promedio.
En ese lapso, el profesor es el orador principal más del 50% del tiempo, más de 20 minutos. La mayor parte de ese tiempo lo dedica a pasear entre los bancos y vigilar que los alumnos trabajen.
"Cuando el profesor habla, se dirige al grupo, sin hacer diferencias", dice Martinic. Otros 13 minutos -el 31%- se dedican a trabajar en silencio u organizar las actividades.
Los alumnos adoptan una actitud pasiva: no intervienen más del 15% del tiempo, lo que equivale a seis minutos. De esos pocos instantes, la mayor parte es para dar una respuesta elaborada.
Puede parecer un punto a favor, sin considerar que ese tiempo no supera los cuatro minutos. En todo caso, es mayor en una clase de lenguaje que en una de matemáticas.
En la primera, los estudiantes responden preguntas elaboradas durante 4,8 minutos, y en la segunda lo hacen por 3,2 minutos.
El estudio analizó 30 clases grabadas para la evaluación docente. Sus resultados fueron presentados en el Congreso de Investigación en Educación, organizado por las universidades de Chile y Católica.
Hace cuatro años, un estudio realizado por la Usach llegó a conclusiones similares: los alumnos participan poco y repiten mucho.
Según su autora, María Soledad Erazo, los docentes no tienen el tiempo suficiente para realizar las tareas administrativas fuera del aula.
Estructura de una Clase
En el estudio de Martinic se analizó cuánto tiempo se dedicaba a cada uno de los segmentos de la clase: inicio, desarrollo y cierre, agregando, además, un "pre inicio" y la "preparación del cierre".
El inicio es el momento en que el profesor comunica a los estudiantes los objetivos de la sesión y qué se espera de ellos. En el desarrollo, el docente debe enseñar los contenidos y generar oportunidades de aprendizaje para todos.
El cierre, en tanto, es el momento para que los estudiantes tomen conciencia de sus logros y se interesen por las clases que vienen.
En el análisis de Martinic, se encontró que el "desarrollo" es la fase que ocupa la mayor parte del tiempo, es decir, casi 30 minutos (73,5%). La "preparación del cierre" y el "cierre" no duran más de ocho minutos.
"Ello da cuenta de un problema de gestión. Pese a ser clases registradas para la evaluación docente, por lo que son especialmente diseñadas, muchos profesores no anticipan un cierre pedagógico adecuado", concluyó el estudio.
Claudia Peirano, académica del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, explica que dar tiempo a cada una de esas fases es la clave de una buena clase.
Clases de Historia sólo Reproducen Contenidos
Clases centradas en que los alumnos memoricen y una visión de la historia fragmentada y con énfasis en la cronología, más que en el análisis de los procesos históricos.
Ese es el diagnóstico de las clases de Historia a escolares de quinto a octavo básico, que hizo un grupo de académicos de la U. Católica de Valparaíso.
El estudio, que se realizó en 10 colegios de la Quinta Región, encontró que más del 80% de la clase se centra en que los alumnos reproduzcan contenidos, lo que se nota también en las pruebas, donde sólo se pide a los alumnos recordar fechas, nombres o lugares.
"Con esta estructura, se desarrollan habilidades básicas y no complejas, como análisis, relaciones, contrastaciones, etc.", dice Nelson Vásquez, académico que lideró el estudio.
Se espera que hacia el final del ciclo de enseñanza básica, los estudiantes hayan desarrollado estas habilidades complejas.