Por Neva Milicic, psicóloga.
Algunos investigadores en temas de infancia sostienen que el contar cuentos se está transformando en una costumbre olvidada, a la que sólo tienen acceso algunos niños muy privilegiados.
Ojalá no sea así, porque los cuentos contados por padres y abuelos son parte de los recuerdos más mágicos de la infancia.
A través de las narrativas que se escuchan se construyen vínculos con los personajes, algunos de los cuales se transforman en los preferidos.
Pero quizás el mayor aporte del escuchar cuentos sea que al contarlos se genera un vínculo de cercanía y afecto con la persona que los cuenta, y esa voz que narra la historia pasará a ser una voz que acompañará al niño hasta que sea un adulto.
Como dice el extraordinario poeta, novelista y ensayista colombiano William Ospina: "En la antigüedad no importaban solamente las historias que los niños siempre supieron ver de esa forma mágica, sino que importaba también la atmósfera en que esas historias se oían, la persona que las relataba, el ritmo en que los hechos eran narrados... Los niños no sólo le oyen la historia, también sienten que alguien se las está contando".
El solo hecho de escuchar un relato es altamente beneficioso para los niños, ya que cuando se entra al mundo de las narraciones se produce un efecto parecido a estar encantado.
Es, por decirlo de alguna manera, como un estado mental prehipnótico, en que, en cierta medida, están fuera de la propia conciencia, y se transforman en ese personaje.
Al salir de la magia de la narración, el niño no es el mismo; de algún modo incorpora las características del personaje y es una especie de biblioterapia.
Una día, Joaquín, de seis años, que tenía fobia al colegio, leyó un libro del que soy autora, "Rodrigo tiene miedo al colegio", y me llegó contando muy orgulloso de sí mismo que él, al igual que Rodrigo, ya mandaba sus miedos.
Una característica de los personajes de los cuentos es que buscan solucionar problemas u obstáculos, los que pueden, en ocasiones, tratarse de algo que no les gusta de sí mismos.
La búsqueda de caminos y soluciones es central y contribuye a desarrollar en los niños una actitud activa de enfrentar las situaciones.
Los beneficios de contar cuentos son múltiples, entre otros, desarrollan la imaginación y la creatividad.
Pero, quizás, el valor mayor de contarle cuentos es que crea entre usted y su hijo una complicidad y un vínculo de ternura que perdurará en el tiempo.
Algunos investigadores en temas de infancia sostienen que el contar cuentos se está transformando en una costumbre olvidada, a la que sólo tienen acceso algunos niños muy privilegiados.
Ojalá no sea así, porque los cuentos contados por padres y abuelos son parte de los recuerdos más mágicos de la infancia.
A través de las narrativas que se escuchan se construyen vínculos con los personajes, algunos de los cuales se transforman en los preferidos.
Pero quizás el mayor aporte del escuchar cuentos sea que al contarlos se genera un vínculo de cercanía y afecto con la persona que los cuenta, y esa voz que narra la historia pasará a ser una voz que acompañará al niño hasta que sea un adulto.
Como dice el extraordinario poeta, novelista y ensayista colombiano William Ospina: "En la antigüedad no importaban solamente las historias que los niños siempre supieron ver de esa forma mágica, sino que importaba también la atmósfera en que esas historias se oían, la persona que las relataba, el ritmo en que los hechos eran narrados... Los niños no sólo le oyen la historia, también sienten que alguien se las está contando".
El solo hecho de escuchar un relato es altamente beneficioso para los niños, ya que cuando se entra al mundo de las narraciones se produce un efecto parecido a estar encantado.
Es, por decirlo de alguna manera, como un estado mental prehipnótico, en que, en cierta medida, están fuera de la propia conciencia, y se transforman en ese personaje.
Al salir de la magia de la narración, el niño no es el mismo; de algún modo incorpora las características del personaje y es una especie de biblioterapia.
Una día, Joaquín, de seis años, que tenía fobia al colegio, leyó un libro del que soy autora, "Rodrigo tiene miedo al colegio", y me llegó contando muy orgulloso de sí mismo que él, al igual que Rodrigo, ya mandaba sus miedos.
Una característica de los personajes de los cuentos es que buscan solucionar problemas u obstáculos, los que pueden, en ocasiones, tratarse de algo que no les gusta de sí mismos.
La búsqueda de caminos y soluciones es central y contribuye a desarrollar en los niños una actitud activa de enfrentar las situaciones.
Los beneficios de contar cuentos son múltiples, entre otros, desarrollan la imaginación y la creatividad.
Pero, quizás, el valor mayor de contarle cuentos es que crea entre usted y su hijo una complicidad y un vínculo de ternura que perdurará en el tiempo.