Por Neva Milicic, psicóloga.
La infancia es un período privilegiado para desarrollar el sentimiento de estar protegido por los adultos, lo que favorecerá no sólo la felicidad en la niñez, sino que dará las bases para la seguridad y confianza en los otros durante la vida adulta.
Cuenta Mara: "Perdí a mi madre cuando tenía 12 años, mi padre entró en una fase depresiva y no podía hacerse cargo de mí ni de mis hermanos menores. Yo empecé a ejercer como mamá haciéndome cargo de hacer la comida, las tareas y de educar a mis hermanos".
Desafortunadamente, algunos niños son colocados por sus familias en una posición parental. Estos niños son cargados con una pesada mochila de responsabilidades. Algunas veces sucede, como el caso de Marta, por la muerte de uno de los padres.
En otros casos se origina porque uno de ellos tiene una enfermedad que lo incapacita para cumplir a cabalidad con el rol parental. En estos casos es indispensable que algún otro adulto de la familia se haga cargo.
Tener la sensación de sentirse protegido y de que hay otros adultos que pueden hacerse cargo de la situación es un derecho de los niños.
Tomar responsabilidades en forma temprana produce una presión exagerada en el niño o la niña, y los lleva a madurar prematuramente.
Se transforman en una especie de adultos chicos y no es raro que presenten cuadros ansiosos psicosomáticos que expresan los sentimientos de frustración y rabia por no poder vivir la infancia como les corresponde.
Tener que actuar como padre o madre cuando se es un niño es una pesada función y tiene consecuencias.
La relación con los hermanos del niño parentalizado es confusa; por una parte, los hermanos deberían agradecerles que se hagan cargo de ellos, pero por otra parte se resienten de esta aparente superioridad del hermano que ejerce el rol parental.
No es raro que los hermanos tiendan a infantilizarse y a hacerse dependientes. Se crean así relaciones entre hermanos de gran ambivalencia. Ya la relación entre hermanos es un tema suficientemente conflictivo.
Los niños parentalizados cuando adultos, suelen hacerse cargo de problemas que no les corresponden y quedarse atrapados en este rol de hiperresponsabilidad, lo que sin duda constituye una pesada carga.
A veces, inconscientemente, se pone a los hijos en posición parental, por ejemplo, cuando los padres se separan.
Una madre con la mejor intención puede decir a su hijo: "Ahora que el papá no está, tú eres el hombrecito de la casa".
Los niños deben ser niños y disfrutar de su niñez. Los adultos que están alrededor de los niños, cuando uno de los padres no puede cumplir su función, deben velar porque en la medida de lo posible, los niños no tengan que asumir roles parentales.
Si usted piensa que su hijo está asumiendo un rol parental, no dude en pedir ayuda. Ser un hijo parentalizado es una pesada carga de la que, en la medida de lo posible, debemos de liberar a los niños.
La infancia es un período privilegiado para desarrollar el sentimiento de estar protegido por los adultos, lo que favorecerá no sólo la felicidad en la niñez, sino que dará las bases para la seguridad y confianza en los otros durante la vida adulta.
Cuenta Mara: "Perdí a mi madre cuando tenía 12 años, mi padre entró en una fase depresiva y no podía hacerse cargo de mí ni de mis hermanos menores. Yo empecé a ejercer como mamá haciéndome cargo de hacer la comida, las tareas y de educar a mis hermanos".
Desafortunadamente, algunos niños son colocados por sus familias en una posición parental. Estos niños son cargados con una pesada mochila de responsabilidades. Algunas veces sucede, como el caso de Marta, por la muerte de uno de los padres.
En otros casos se origina porque uno de ellos tiene una enfermedad que lo incapacita para cumplir a cabalidad con el rol parental. En estos casos es indispensable que algún otro adulto de la familia se haga cargo.
Tener la sensación de sentirse protegido y de que hay otros adultos que pueden hacerse cargo de la situación es un derecho de los niños.
Tomar responsabilidades en forma temprana produce una presión exagerada en el niño o la niña, y los lleva a madurar prematuramente.
Se transforman en una especie de adultos chicos y no es raro que presenten cuadros ansiosos psicosomáticos que expresan los sentimientos de frustración y rabia por no poder vivir la infancia como les corresponde.
Tener que actuar como padre o madre cuando se es un niño es una pesada función y tiene consecuencias.
La relación con los hermanos del niño parentalizado es confusa; por una parte, los hermanos deberían agradecerles que se hagan cargo de ellos, pero por otra parte se resienten de esta aparente superioridad del hermano que ejerce el rol parental.
No es raro que los hermanos tiendan a infantilizarse y a hacerse dependientes. Se crean así relaciones entre hermanos de gran ambivalencia. Ya la relación entre hermanos es un tema suficientemente conflictivo.
Los niños parentalizados cuando adultos, suelen hacerse cargo de problemas que no les corresponden y quedarse atrapados en este rol de hiperresponsabilidad, lo que sin duda constituye una pesada carga.
A veces, inconscientemente, se pone a los hijos en posición parental, por ejemplo, cuando los padres se separan.
Una madre con la mejor intención puede decir a su hijo: "Ahora que el papá no está, tú eres el hombrecito de la casa".
Los niños deben ser niños y disfrutar de su niñez. Los adultos que están alrededor de los niños, cuando uno de los padres no puede cumplir su función, deben velar porque en la medida de lo posible, los niños no tengan que asumir roles parentales.
Si usted piensa que su hijo está asumiendo un rol parental, no dude en pedir ayuda. Ser un hijo parentalizado es una pesada carga de la que, en la medida de lo posible, debemos de liberar a los niños.