"Queda mucho por hacer para rescatar a nuestros niños de la miseria; a los que perdieron sus casas por el terremoto; a los que están atrapados por la cesantía, a los presos en el alcohol...".
Por Neva Milicic, psicóloga.
La enorme felicidad que significa que se haya podido rescatar a los mineros que estaban atrapados en la mina San José puede ser para los niños y los adolescentes, y por qué no para los adultos, una oportunidad de reflexión.
Durante largos dos meses el país estuvo pendiente de las noticias para saber del destino y de la operación rescate de los mineros.
También se desplegaron esfuerzos en apoyar a las familias en la tensionante incertidumbre acerca de cuáles eran las reales condiciones en que estaban y qué posibilidades de éxito tenían las operaciones de rescate.
EL talento por sí solo nunca será suficiente para explicar el logro de grandes empresas como ésta.
El esfuerzo, la constancia y la tenacidad desplegados, a pesar de las adversidades que puedan surgir, son componentes indispensables para conseguir los objetivos propuestos.
Hay que probar diferentes caminos, mantener la esperanza, y cada día estar abierto a encontrar nuevas soluciones.
Se requiere ser capaz de trabajar en equipo, como lo demostraron los encargados de la operación para rescatar a los mineros, quienes, sin búsqueda de figuración personal, y muchas veces desde el anonimato, tenían como único objetivo recuperar la libertad de los mineros.
Aprender a respetar y valorar los saberes y las ideas de los otros siempre enriquecerá los logros.
Es tiempo de dar gracias y celebrar porque el rescate haya sido posible.
Gracias a todos quienes participaron de diferentes formas, planificando, informando, poniendo recursos, operando o reparando las maquinarias, dando soporte emocional o simplemente pidiendo para que se produjera el milagro.
A las familias, que siempre estuvieron presentes apoyándolos en todo momento.
También es tiempo de darles a los 33 mineros la bienvenida y las gracias por su fortaleza, por su compañerismo y por su constante preocupación por los que estaban fuera.
Como chilenos debemos sentirnos agradecidos y orgullosos de ellos. Están de vuelta, han sido rescatados, han resistido y son un ejemplo, especialmente para nuestros niños.
Es conveniente que la reflexión sobre esta situación crítica, así como la expresión de emociones, tenga un espacio en las familias y en el contexto escolar, para así poder elaborar las fuertes emociones que se vivieron en estos setenta días.
Quizás sea tiempo de recordar que en Chile los mineros no fueron los únicos atrapados.
Tomar conciencia de lo mucho que queda por hacer, por ejemplo, para rescatar a nuestros niños de la miseria; a los que han perdido sus casas y están atrapados por la desesperanza después del terremoto; a los que están atrapados por la cesantía; a los que se encuentran presos en adicciones como el alcohol y las drogas; a los que están inmersos en la soledad, y a quienes se sienten limitados por discapacidades físicas y mentales.
Es tiempo de fijar nuevas metas, en que haya participación de todos quienes puedan aportar, para disminuir las situaciones de marginalidad en que se encuentran atrapados grandes sectores de nuestra sociedad y de proteger a nuestros niños de situaciones de riesgo.
El rescate ha sido una empresa en que se ha puesto mucho esfuerzo y talento para la liberación.
Tengamos confianza de que esta dolorosa experiencia, junto con el valeroso ejemplo de los mineros y sus familias, así como la energía puesta por tantos en el rescate, nos sirva de ejemplo para convertirnos en mejores personas y emprender nuevos desafíos.
Por Neva Milicic, psicóloga.
La enorme felicidad que significa que se haya podido rescatar a los mineros que estaban atrapados en la mina San José puede ser para los niños y los adolescentes, y por qué no para los adultos, una oportunidad de reflexión.
Durante largos dos meses el país estuvo pendiente de las noticias para saber del destino y de la operación rescate de los mineros.
También se desplegaron esfuerzos en apoyar a las familias en la tensionante incertidumbre acerca de cuáles eran las reales condiciones en que estaban y qué posibilidades de éxito tenían las operaciones de rescate.
EL talento por sí solo nunca será suficiente para explicar el logro de grandes empresas como ésta.
El esfuerzo, la constancia y la tenacidad desplegados, a pesar de las adversidades que puedan surgir, son componentes indispensables para conseguir los objetivos propuestos.
Hay que probar diferentes caminos, mantener la esperanza, y cada día estar abierto a encontrar nuevas soluciones.
Se requiere ser capaz de trabajar en equipo, como lo demostraron los encargados de la operación para rescatar a los mineros, quienes, sin búsqueda de figuración personal, y muchas veces desde el anonimato, tenían como único objetivo recuperar la libertad de los mineros.
Aprender a respetar y valorar los saberes y las ideas de los otros siempre enriquecerá los logros.
Es tiempo de dar gracias y celebrar porque el rescate haya sido posible.
Gracias a todos quienes participaron de diferentes formas, planificando, informando, poniendo recursos, operando o reparando las maquinarias, dando soporte emocional o simplemente pidiendo para que se produjera el milagro.
A las familias, que siempre estuvieron presentes apoyándolos en todo momento.
También es tiempo de darles a los 33 mineros la bienvenida y las gracias por su fortaleza, por su compañerismo y por su constante preocupación por los que estaban fuera.
Como chilenos debemos sentirnos agradecidos y orgullosos de ellos. Están de vuelta, han sido rescatados, han resistido y son un ejemplo, especialmente para nuestros niños.
Es conveniente que la reflexión sobre esta situación crítica, así como la expresión de emociones, tenga un espacio en las familias y en el contexto escolar, para así poder elaborar las fuertes emociones que se vivieron en estos setenta días.
Quizás sea tiempo de recordar que en Chile los mineros no fueron los únicos atrapados.
Tomar conciencia de lo mucho que queda por hacer, por ejemplo, para rescatar a nuestros niños de la miseria; a los que han perdido sus casas y están atrapados por la desesperanza después del terremoto; a los que están atrapados por la cesantía; a los que se encuentran presos en adicciones como el alcohol y las drogas; a los que están inmersos en la soledad, y a quienes se sienten limitados por discapacidades físicas y mentales.
Es tiempo de fijar nuevas metas, en que haya participación de todos quienes puedan aportar, para disminuir las situaciones de marginalidad en que se encuentran atrapados grandes sectores de nuestra sociedad y de proteger a nuestros niños de situaciones de riesgo.
El rescate ha sido una empresa en que se ha puesto mucho esfuerzo y talento para la liberación.
Tengamos confianza de que esta dolorosa experiencia, junto con el valeroso ejemplo de los mineros y sus familias, así como la energía puesta por tantos en el rescate, nos sirva de ejemplo para convertirnos en mejores personas y emprender nuevos desafíos.