Por Neva Milicic, psicóloga
La sensación de sentirse competente es un atributo psicológico que se forma desde los primeros años de la infancia y en el cual los padres y los profesores juegan un rol decisivo.
Por ello, los niños no deben ser expuestos a situaciones en que sea altamente probable que fracasen. Lo que vivencie y aprenda que es capaz de hacer, dejará una huella en su capacidad de atreverse a emprender.
Las creencias de las personas acerca de su capacidad para lograr los objetivos que se proponen, fueron investigadas por el famoso psicólogo social americano Albert Bandura, quien la conceptualizó como "autoeficacia percibida": el éxito que una persona tenga en un determinado dominio influye en la valoración que la persona hace de sus aptitudes.
Esta valoración impulsa a las personas a realizar aquellas actividades en las que son exitosos y a evitar aquellas en que su desempeño ha sido un fracaso.
La sensación de ser eficaz produce seguridad y confianza en sí mismo, lo que lo impulsa al niño a seguir desarrollando actividades en las áreas en que se sienten competente, creándose un círculo virtuoso.
Carlos, de nueve años, siempre había sentido que era pésimo para las matemáticas y había desarrollado una actitud fóbica que se había generalizado a otras áreas, afectando su rendimiento escolar.
Se trataba de un niño inteligente, pero con dificultades en el área del lenguaje, las que no fueron detectadas oportunamente. El niño estudiaba en un colegio bilingüe, por lo que la enseñanza era realizada en inglés, lo que le dificultó el procesamiento de la información.
El niño no tenía dificultades reales en el área matemática, pero la barrera del idioma lo bloqueó de tal manera que cayó en una situación de desesperanza en relación con sus capacidades. Se autoetiquetó como "tonto".
Para restituirle su interés por aprender, se sugirió un cambio a un colegio no bilingüe. Se realizó una rehabilitación en matemáticas, para reformular su sensación de incapacidad en esta asignatura.
Sobreexigir es una mala estrategia educativa en la etapa en que el niño está desarrollando su percepción de cuán competente es, porque las huellas del fracaso persisten hasta la vida adulta, salvo que haya una experiencia emocional correctora.
Es necesario que los adultos se convenzan de la necesidad de crear condiciones favorables para desarrollar un apropiado sentimiento de autoeficacia en los niños.
Sentirse eficaz es importante para el bienestar psicológico y un poderoso factor predictor de la productividad futura.
La sensación de sentirse competente es un atributo psicológico que se forma desde los primeros años de la infancia y en el cual los padres y los profesores juegan un rol decisivo.
Por ello, los niños no deben ser expuestos a situaciones en que sea altamente probable que fracasen. Lo que vivencie y aprenda que es capaz de hacer, dejará una huella en su capacidad de atreverse a emprender.
Las creencias de las personas acerca de su capacidad para lograr los objetivos que se proponen, fueron investigadas por el famoso psicólogo social americano Albert Bandura, quien la conceptualizó como "autoeficacia percibida": el éxito que una persona tenga en un determinado dominio influye en la valoración que la persona hace de sus aptitudes.
Esta valoración impulsa a las personas a realizar aquellas actividades en las que son exitosos y a evitar aquellas en que su desempeño ha sido un fracaso.
La sensación de ser eficaz produce seguridad y confianza en sí mismo, lo que lo impulsa al niño a seguir desarrollando actividades en las áreas en que se sienten competente, creándose un círculo virtuoso.
Carlos, de nueve años, siempre había sentido que era pésimo para las matemáticas y había desarrollado una actitud fóbica que se había generalizado a otras áreas, afectando su rendimiento escolar.
Se trataba de un niño inteligente, pero con dificultades en el área del lenguaje, las que no fueron detectadas oportunamente. El niño estudiaba en un colegio bilingüe, por lo que la enseñanza era realizada en inglés, lo que le dificultó el procesamiento de la información.
El niño no tenía dificultades reales en el área matemática, pero la barrera del idioma lo bloqueó de tal manera que cayó en una situación de desesperanza en relación con sus capacidades. Se autoetiquetó como "tonto".
Para restituirle su interés por aprender, se sugirió un cambio a un colegio no bilingüe. Se realizó una rehabilitación en matemáticas, para reformular su sensación de incapacidad en esta asignatura.
Sobreexigir es una mala estrategia educativa en la etapa en que el niño está desarrollando su percepción de cuán competente es, porque las huellas del fracaso persisten hasta la vida adulta, salvo que haya una experiencia emocional correctora.
Es necesario que los adultos se convenzan de la necesidad de crear condiciones favorables para desarrollar un apropiado sentimiento de autoeficacia en los niños.
Sentirse eficaz es importante para el bienestar psicológico y un poderoso factor predictor de la productividad futura.