Por Neva Milicic, psicóloga.
Sentir que se pertenece a un grupo produce una enorme sensación de bienestar, en tanto que el opuesto, sentirse excluido, lleva a sentirse minusválido y rechazado, lo que es profundamente doloroso.
La legislación actual garantiza a todos los niños el derecho a ser incluidos y aceptados en la educación normal; sin embargo, ésta es una disposición legal que desafortunadamente no se cumple.
En muchos colegios aún se mantiene una actitud de rechazo y de exclusión hacia los niños que tienen alguna condición que los diferencia de los otros. La meta de una educación igualitaria debe ser, necesariamente, la inclusión.
"La inclusión es el respeto llevado al límite máximo". Esta cita, tomada del libro titulado "El libro de David", que lanzó hace unos días el psiquiatra Marco Antonio de la Parra, nos hace tomar conciencia de lo necesario que es sembrar en nuestros niños, en la sociedad y en nosotros mismos, una actitud inclusiva.
El libro está inspirado en una entrevista a David Ergas, un joven de 24 años que tiene síndrome de Down.
Él, gracias a su esfuerzo, a la compañía y el soporte emocional de sus padres, logró terminar su escolaridad, obtener su licencia de educación media, e incorporarse a la Universidad Central.
Como sostenía Margaret Mead hace muchas décadas, toda diferencia es positiva. No se trata sólo de aceptarla, sino también de valorarla.
El autor, con profundidad y delicadeza, va entrando en el mundo interno del protagonista y va develando la historia de David, sus emociones, sus sueños, sus anhelos, sus amores y sus frustraciones.
Esa construcción de identidad, que para todo niño y adolescente es difícil, se hace mucho más compleja cuando es portador de una condición especial, que no siempre es bien comprendida por los otros.
Cuando se enfrenta una condición adversa, se tiene la tentación de caer en la desesperanza.
Pero cuando se logra superar el desánimo natural, y es posible transformar la adversidad en un camino de esperanza y energía, como en el caso de David, sin duda se llega a beneficiar a muchos.
El libro es la historia de David, pero también de una familia, la familia Ergas- Slachewski, que se ha esforzado por el cambio hacia un mundo más justo y generoso.
Ellos han trabajado por derribar las barreras de la exclusión. Por saber que vivir significa "estar con y para el otro" y por lograr hacer una sociedad que acepte la diversidad. Si somos capaces de incluir a todos, seremos mejores personas.
Sentir que se pertenece a un grupo produce una enorme sensación de bienestar, en tanto que el opuesto, sentirse excluido, lleva a sentirse minusválido y rechazado, lo que es profundamente doloroso.
La legislación actual garantiza a todos los niños el derecho a ser incluidos y aceptados en la educación normal; sin embargo, ésta es una disposición legal que desafortunadamente no se cumple.
En muchos colegios aún se mantiene una actitud de rechazo y de exclusión hacia los niños que tienen alguna condición que los diferencia de los otros. La meta de una educación igualitaria debe ser, necesariamente, la inclusión.
"La inclusión es el respeto llevado al límite máximo". Esta cita, tomada del libro titulado "El libro de David", que lanzó hace unos días el psiquiatra Marco Antonio de la Parra, nos hace tomar conciencia de lo necesario que es sembrar en nuestros niños, en la sociedad y en nosotros mismos, una actitud inclusiva.
El libro está inspirado en una entrevista a David Ergas, un joven de 24 años que tiene síndrome de Down.
Él, gracias a su esfuerzo, a la compañía y el soporte emocional de sus padres, logró terminar su escolaridad, obtener su licencia de educación media, e incorporarse a la Universidad Central.
Como sostenía Margaret Mead hace muchas décadas, toda diferencia es positiva. No se trata sólo de aceptarla, sino también de valorarla.
El autor, con profundidad y delicadeza, va entrando en el mundo interno del protagonista y va develando la historia de David, sus emociones, sus sueños, sus anhelos, sus amores y sus frustraciones.
Esa construcción de identidad, que para todo niño y adolescente es difícil, se hace mucho más compleja cuando es portador de una condición especial, que no siempre es bien comprendida por los otros.
Cuando se enfrenta una condición adversa, se tiene la tentación de caer en la desesperanza.
Pero cuando se logra superar el desánimo natural, y es posible transformar la adversidad en un camino de esperanza y energía, como en el caso de David, sin duda se llega a beneficiar a muchos.
El libro es la historia de David, pero también de una familia, la familia Ergas- Slachewski, que se ha esforzado por el cambio hacia un mundo más justo y generoso.
Ellos han trabajado por derribar las barreras de la exclusión. Por saber que vivir significa "estar con y para el otro" y por lograr hacer una sociedad que acepte la diversidad. Si somos capaces de incluir a todos, seremos mejores personas.