Por Neva Milicic, psicóloga
La infancia es un período en que suceden los acontecimientos importantes con mucha rapidez, lo que dificulta su registro y recuperación posterior.
La mayor parte de ellos, si bien tienen significación en la generación de vínculos con las personas y en el desarrollo de las competencias sociales, muchas veces ni los niños ni los adultos los recuerdan con nitidez.
Los niños, cuando son pequeños, dicen frases poéticas que después no recordamos, o hacen comentarios geniales que pasan al olvido.
En su libro "Traiciones de la memoria", el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince escribe: "Si la vida es el original, el recuerdo es una copia del original y el apunte, una copia del recuerdo".
Continúa diciendo: "Todo lo que no se recuerda ha desaparecido para siempre", y más adelante agrega: "La vida, a veces, tiene la misma característica de los sueños, que al despertarnos se desvanecen. Por eso uno debiera tener con ciertos episodios de la vida, tal como hacemos a veces con algunos sueños, la precaución de anotarlos porque si no, se olvidan y se disuelven en el aire".
Ciertamente, apuntar, registrar y escribir sobre lo vivido es una excelente estrategia para que los recuerdos de los episodios de vida especialmente significativos se graben en la memoria emocional.
Existen diversas formas de favorecer el registro de los recuerdos de los niños. Los más corrientes son los álbumes de fotos, en que se van señalando las fechas y lugares de las celebraciones y paseos familiares.
Los videos, editados de manera que sean una retrospectiva de la vida de un niño, por ejemplo cuando cumple sus diez años son un excelente regalo, donde tendrá grabada no sólo las fotos sino las voces de la personas que les son más queridas.
Ya el solo hecho de mirar las fotos antiguas permite revivir las experiencias positivas (nadie se fotografía en un momento de rabia).
Si además se van incluyendo en los álbumes los personajes familiares que ya no están, pero que son parte de la historia familiar, los niños van recuperando sus ancestros.
El simple hecho de hacer un álbum de recuerdos es un intento de detenerse en una elaboración que ayudará a mantener en la memoria los recuerdos significativos.
Los diarios de vida también constituyen una forma ir registrando la propia narrativa, lo que ayuda a los niños a ser cada día un poco más conscientes de sí mismos.
Para la gran mayoría de las personas reencontrarse con sus recuerdos de infancia en la vida adulta es una experiencia maravillosa que les permite entender cómo el niño(a) que fueron está presente en el adulto(a) de hoy.
La infancia es un período en que suceden los acontecimientos importantes con mucha rapidez, lo que dificulta su registro y recuperación posterior.
La mayor parte de ellos, si bien tienen significación en la generación de vínculos con las personas y en el desarrollo de las competencias sociales, muchas veces ni los niños ni los adultos los recuerdan con nitidez.
Los niños, cuando son pequeños, dicen frases poéticas que después no recordamos, o hacen comentarios geniales que pasan al olvido.
En su libro "Traiciones de la memoria", el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince escribe: "Si la vida es el original, el recuerdo es una copia del original y el apunte, una copia del recuerdo".
Continúa diciendo: "Todo lo que no se recuerda ha desaparecido para siempre", y más adelante agrega: "La vida, a veces, tiene la misma característica de los sueños, que al despertarnos se desvanecen. Por eso uno debiera tener con ciertos episodios de la vida, tal como hacemos a veces con algunos sueños, la precaución de anotarlos porque si no, se olvidan y se disuelven en el aire".
Ciertamente, apuntar, registrar y escribir sobre lo vivido es una excelente estrategia para que los recuerdos de los episodios de vida especialmente significativos se graben en la memoria emocional.
Existen diversas formas de favorecer el registro de los recuerdos de los niños. Los más corrientes son los álbumes de fotos, en que se van señalando las fechas y lugares de las celebraciones y paseos familiares.
Los videos, editados de manera que sean una retrospectiva de la vida de un niño, por ejemplo cuando cumple sus diez años son un excelente regalo, donde tendrá grabada no sólo las fotos sino las voces de la personas que les son más queridas.
Ya el solo hecho de mirar las fotos antiguas permite revivir las experiencias positivas (nadie se fotografía en un momento de rabia).
Si además se van incluyendo en los álbumes los personajes familiares que ya no están, pero que son parte de la historia familiar, los niños van recuperando sus ancestros.
El simple hecho de hacer un álbum de recuerdos es un intento de detenerse en una elaboración que ayudará a mantener en la memoria los recuerdos significativos.
Los diarios de vida también constituyen una forma ir registrando la propia narrativa, lo que ayuda a los niños a ser cada día un poco más conscientes de sí mismos.
Para la gran mayoría de las personas reencontrarse con sus recuerdos de infancia en la vida adulta es una experiencia maravillosa que les permite entender cómo el niño(a) que fueron está presente en el adulto(a) de hoy.