Por Neva Milicic, psicóloga.
Los sentimientos, tanto de padres como de hijos, ante el regreso a clases suelen ser encontrados.
Los niños, en su mayoría, están contentos porque podrán reencontrarse con sus amigos -salvo los que han sido hostigados-, pero también podrían tener miedo de las nuevas exigencias.
La vida escolar de un niño es un largo camino que estará marcado por las experiencias emocionales, y éstas dejarán huella en su actitud frente al aprendizaje.
Para que ir al colegio sea una experiencia exitosa, uno de los factores que más influye es el tipo de relación que se establece entre la familia y el colegio.
La actitud más sabia es hacer una alianza donde los padres y los profesores actúen como socios activos para promover el aprendizaje y el bienestar socioemocional de los niños y de los adolescentes.
Para una alianza efectiva, ambos sistemas deben valorarse y validarse.
Los niños deben empezar el año con esperanza en sus resultados, y confiar en que tendrán la capacidad para afrontar las demandas y exigencias que supone el nuevo curso.
Especialmente aquellos niños cuya experiencia anterior ha sido difícil. El punto de partida debe ser la esperanza. Devolverles la confianza en sí mismos en estos casos es primordial.
El desafío de los padres es estar atentos a cumplir con la demandas del sistema escolar y mantener -sin estrés ni grandes presiones- una supervisión del proceso de aprendizaje de su hijo.
Esta actitud facilita que el niño o la niña asocien aprendizaje con agrado y con sentimientos de competencia.
Sin duda, la capacidad de hacer un esfuerzo, que es un factor central que explica el rendimiento académico, supone creer que los esfuerzos realizados conducirán al resultado esperado.
El mensaje que necesita transmitir a su hijo es de confianza en sus talentos y en su capacidad de hacer ese esfuerzo.
Los niños y los adolescentes están en proceso de "aprender a aprender", por lo tanto, la generación de hábitos de estudio es una estrategia imprescindible.
La idea es no discutir el tema cada día, sino hacer el rayado de cancha (para no desgastarse y dañar la relación), y simplemente ayudarlos a que lo acordado se cumpla.
Haga algún rito que cargue de energía positiva. La compra de útiles, el arreglo y decoración del espacio donde estudia, una salida conjunta para conversar sobre las expectativas positivas, pueden ser algunas medidas para iniciar el año con expectativas positivas y energizantes, que hagan más agradable el camino.
Los sentimientos, tanto de padres como de hijos, ante el regreso a clases suelen ser encontrados.
Los niños, en su mayoría, están contentos porque podrán reencontrarse con sus amigos -salvo los que han sido hostigados-, pero también podrían tener miedo de las nuevas exigencias.
La vida escolar de un niño es un largo camino que estará marcado por las experiencias emocionales, y éstas dejarán huella en su actitud frente al aprendizaje.
Para que ir al colegio sea una experiencia exitosa, uno de los factores que más influye es el tipo de relación que se establece entre la familia y el colegio.
La actitud más sabia es hacer una alianza donde los padres y los profesores actúen como socios activos para promover el aprendizaje y el bienestar socioemocional de los niños y de los adolescentes.
Para una alianza efectiva, ambos sistemas deben valorarse y validarse.
Los niños deben empezar el año con esperanza en sus resultados, y confiar en que tendrán la capacidad para afrontar las demandas y exigencias que supone el nuevo curso.
Especialmente aquellos niños cuya experiencia anterior ha sido difícil. El punto de partida debe ser la esperanza. Devolverles la confianza en sí mismos en estos casos es primordial.
El desafío de los padres es estar atentos a cumplir con la demandas del sistema escolar y mantener -sin estrés ni grandes presiones- una supervisión del proceso de aprendizaje de su hijo.
Esta actitud facilita que el niño o la niña asocien aprendizaje con agrado y con sentimientos de competencia.
Sin duda, la capacidad de hacer un esfuerzo, que es un factor central que explica el rendimiento académico, supone creer que los esfuerzos realizados conducirán al resultado esperado.
El mensaje que necesita transmitir a su hijo es de confianza en sus talentos y en su capacidad de hacer ese esfuerzo.
Los niños y los adolescentes están en proceso de "aprender a aprender", por lo tanto, la generación de hábitos de estudio es una estrategia imprescindible.
La idea es no discutir el tema cada día, sino hacer el rayado de cancha (para no desgastarse y dañar la relación), y simplemente ayudarlos a que lo acordado se cumpla.
Haga algún rito que cargue de energía positiva. La compra de útiles, el arreglo y decoración del espacio donde estudia, una salida conjunta para conversar sobre las expectativas positivas, pueden ser algunas medidas para iniciar el año con expectativas positivas y energizantes, que hagan más agradable el camino.