Académicos de Sociología de la UC indagaron los factores que potencian o fragilizan la vida de una familia. En sus conclusiones remarcan el valor del matrimonio. Análisis cruzó datos de encuestas Casen 2009 y del Conace, además de resultados del Simce.
Por Pamela Elgueda, El Mercurio
Niños, adolescentes, jóvenes o adultos. No importa la edad. Los chilenos por amplia mayoría dicen en las encuestas que su mayor fuente de bienestar es la familia.
Al mismo tiempo, no son pocos los que alertan acerca de cómo este grupo filial se está volviendo cada vez más vulnerable.
¿Qué aspectos fortalecen la prosperidad de una familia y cuáles la fragilizan? Un grupo de investigadores del Instituto de Sociología de la Universidad Católica se abocó a la tarea de determinar esos factores.
Y lo hicieron sobre la base de diversos estudios a nivel nacional: la Encuesta Casen 2009, los resultados en las pruebas Simce de matemática y lenguaje, y datos de las encuestas de consumo de drogas que ha aplicado Conace entre 2001 y 2009.
Eduardo Valenzuela, director del instituto, y las académicas Soledad Herrera y Viviana Salinas, cruzaron los datos y profundizaron en tres variables del bienestar: económica, de salud, además de los resultados académicos y la conducta de los hijos.
La conclusión a la que llegaron es que el bienestar de una familia está fuertemente influido por que exista un doble ingreso, que haya una relación de pareja estable y que se tengan no más de dos hijos.
Que el trabajo de la mujer ayuda a la prosperidad familiar no es sorpresa. El tema es que su efecto es más importante cuando se combina con una relación de pareja estable, y más cuando esa relación se da dentro del matrimonio, enfatiza el estudio.
Estabilidad y Vínculo
"La convivencia dentro de una pareja estable también mejora las cosas respecto de cualquier otro estado conyugal, salvo del matrimonio, porque éste tiene el mejor efecto positivo sobre el bienestar material a igual condición laboral de los esposos", afirma Valenzuela.
La razón, añade, es que "el matrimonio ofrece un compromiso de pareja más seguro y permite hacer proyectos de más largo plazo que son siempre indispensables para conseguir bienestar".
Tener uno o dos hijos también tiene efectos beneficiosos en lo económico. "Mejoran mucho la responsabilidad y dedicación laboral de los padres, quienes tienden a trabajar más y a utilizar el tiempo libre de manera más selectiva", dice el informe.
Los niños también afectan positivamente la salud de la pareja, pero sobre todo la de la madre. El 14% de las casadas sin hijos reportan mala salud, cifra que disminuye a 11% entre las que tienen uno y a 7% en las que tienen dos niños.
De la estabilidad y la presencia de ambos padres, por cierto, los niños también se benefician: obtienen mejores resultados en la prueba Simce (seis puntos más en lenguaje y 9 más en matemática) y tienen menos deserción escolar (5,6% versus 7,9%).
Por cierto, para evitar que los hijos caigan en conductas de riesgo, no basta con la presencia de ambos padres: debe haber un involucramiento parental, padres preocupados de lo que sus hijos hacen y piensan.
Verónica Aranda, socióloga y doctora en Ciencias Sociales, comenta que los factores a los que alude el estudio de la UC están muy relacionados.
"Las mujeres están entrando con más fuerza al mercado laboral, porque el nivel de vida está cada vez más caro. A eso se une su deseo de desarrollar una carrera, lo que lleva a postergar la maternidad".
Sin embargo, esta académica de la Universidad Andrés Bello matiza la importancia del matrimonio como factor de estabilidad.
"El vínculo legal no garantiza la estabilidad. Y la convivencia no implica menos bienestar. La violencia intrafamiliar, por ejemplo, también se da entre parejas casadas e incluso en una mayor cantidad", concluye.
Fragilidad y Políticas Públicas
Las familias en las que sólo está la mamá o el papá y aquellas de tres hijos o más son las que ven más amenazado su bienestar general.
Datos de la Casen 2009 muestran que sólo el 12% de las parejas casadas con más de tres hijos se encuentran en el quintil de más altos ingresos.
"No existe ningún apoyo a estas familias, pese a que existe evidencia de su fragilidad", dice Eduardo Valenzuela. En ese sentido, agrega, un refuerzo posible es al aprendizaje de los niños de estos grupos, porque su rendimiento tiende a caer.
También implica que las políticas no desincentiven el matrimonio. Algo que estaría sucediendo con los subsidios a la vivienda, donde conviene mantenerse soltero para recibir dos beneficios.
"No se trata de favorecer el matrimonio, sino que de no desalentarlo, sabiendo que es un buen predictor de bienestar".