Tendencia mundial también se está observando en Chile. Expertos están diagnosticando trastornos alimentarios en pacientes desde los 10 u 11 años. Aquí entregan pistas para detectar a tiempo un problema que no siempre es fácil descubrir.
Por Paula Leighton, El Mercurio.
Aún no entran en la adolescencia pero ya están preocupadas de hacer dieta, temen engordar, seleccionan estrictamente lo que comen y a la hora de la comida muchas veces la mesa se convierte en campo de batallas campales.
"En la consulta estamos viendo a niñitas de 10 a 11 años con trastornos de la conducta alimentaria (TCA) e incluso con anorexia declarada, lo que hace cinco o diez años no ocurría", dice la doctora Pascuala Urrejola, pediatra y especialista en nutrición de la División de Pediatría de la U. Católica.
Entre 2008 y 2010 alrededor del 11% de los pacientes diagnosticados con TCA en este centro tenían entre 9 y 13 años. Ninguna había llegado aún a la menarquia. La tendencia es parte de un fenómeno que se está extendiendo a nivel mundial.
Señales Esquivas
Un cultura que consagra la delgadez como parámetro de belleza, el énfasis en el consumo de productos bajos en calorías, problemas familiares, soledad y una estructura de personalidad perfeccionista, con baja autoestima y elevado autocontrol son algunos de los factores que ayudan a explicar por qué algunas niñas desarrollan TCA.
"Entre los más chicos la manifestación más habitual son los trastornos restrictivos, especialmente anorexia, mientras que los atracones de comida o el provocarse vómitos no suelen verse", señala la doctora Verónica Gaete, pediatra del Centro de Adolescencia y Juventud de la Clínica Las Condes, donde también están diagnosticando a más niñas que aún no llegan a la menarquia.
El problema es que a esta edad las señales de que algo anda mal no siempre son fáciles de detectar.
"Las niñas más grandes muchas veces llegan derivadas por el ginecólogo, porque se les detiene la menstruación, pero cuando son más chicas esta señal de alerta no está presente. Además, presentan menos signos depresivos que las más grandes", dice Carolina López, psicóloga experta en TCA de SerJoven.
También juega en contra el que "si bien bajan rápido de peso, muchas veces se las arreglan para vestirse con ropa suelta o evitan que las vean con poca ropa", agrega la doctora Tamara Zubarew, pediatra especialista en adolescencia de la División de Pediatría de la UC.
Sin embargo, en la mesa es fácil advertir que algo no está bien. Un indicio es que empiecen a hacer dietas estrictas o que se vuelvan extremadamente selectivas con los alimentos.
"Toman lácteos de un solo tipo, eliminan el pan, comen cierto tipo de cereales o rechazan tajantemente comer algunos alimentos, aunque no necesariamente porque tenga altas calorías. Por ejemplo, algunas eliminan las proteínas o las verduras, pero comen carbohidratos", señala la doctora Urrejola.
Comen pequeñas porciones, desmenuzan los alimentos, se demoran en comer, temen subir de peso, se exceden en el ejercicio físico, se angustian con la comida, y ésta pasa a ser un foco importante de su vida diaria.
Detectar el trastorno lo antes posible es fundamental. Cuando éste ocurre en plena etapa de crecimiento, uno de los principales riesgos es sufrir un impacto en la talla final.
Pero hay más, "mientras más temprano, mejor es el pronóstico, porque no se han rigidizado todas las estructuras psicológicas que pueden llevar a que el trastorno alimentario se mantenga", concluye Carolina López.
10,3% de niñas de 9 a 12 de nueve colegios de la Región Metropolitana mostraron riesgo de trastorno alimentario en un estudio realizado por la U. Católica en 2006.
Para tener en Cuenta
Enfrascarse en peleas no es la mejor forma de enfrentar a un hijo con un trastorno alimentario. Expertos de la UC entregan las siguientes recomendaciones:
1) Hablar con la hija(o), escuchar sus preocupaciones y ser emocionalmente cercano.
2) No amenazar con frases como "si no comes, vas a terminar en el hospital".
3) No negociar (“Si comes, puedes ir a la fiesta”)
4) No pesar a la hija(o) en casa. No controlar.
5) La comida familiar debe ser un momento grato. No usarla para hablar de problemas de alimentación.
6) Ser firme, poner reglas y límites claros.
7) Pedir ayuda. Acudir al pediatra o a una unidad de adolescencia.