Estrategias pedagógicas para formar lectores. Escuchar al profesor leer puede provocar maravillas en los niños: desde descubrir el gozo que esa actividad provoca, hasta permanecer más minutos leyendo en silencio un libro de su gusto.
Por Pamela Elgueda, El Mercurio
Escuchar un cuento en voz alta, todos los días, ayuda a que los escolares que están en los primeros cursos de básica permanezcan más minutos leyendo en silencio.
Si quien les lee lo hace con una entonación adecuada y deja traslucir su gozo por esa actividad, motivará en los niños las ganas y comenzará a desarrollarles el gusto por pasar un rato a solas con un texto.
Así lo muestra un estudio reciente de dos profesores de la Universidad de Northern Colorado, así como la investigación de académicas chilenas y la experiencia diaria de profesores básicos y de Lenguaje.
"La técnica de leerles tiene efectos positivos tanto en niños de básica como de media, les encanta", cuenta Marcela Henríquez, profesora de Lenguaje y Comunicación del Liceo Carlos Montané Castro de Quirihue.
A los académicos Lauren A. Pegg y Frederick J. Bartelheim, de la Escuela de Educación de la U. de Northern Colorado, les pareció lo mismo, pero decidieron probarlo en un aspecto específico: su influencia en la cantidad de tiempo que los alumnos de los primeros años de enseñanza básica podían permanecer leyendo en silencio.
Y determinaron que 18 minutos diarios de lectura en voz alta, todos los días durante dos semanas, redundan en un aumento de 9 minutos del tiempo que los escolares permanecen leyendo en silencio.
Avivando el Interés
La concentración de los escolares también subió: si al comienzo de la experiencia observaron niños distraídos o pidiendo permiso para salir de la sala durante el tiempo de lectura silenciosa, al cabo de las dos semanas todos permanecían concentrados durante los 24 minutos dedicados a leer.
Los investigadores, además, observaron las actitudes de los niños hacia la lectura. Ahí notaron que la mayoría de ellos fue adoptando una disposición más positiva y de genuino disfrute de esa actividad.
"Cuando el texto está bien seleccionado, es interesante y significativo para la edad de los niños, es esperable que provoque un efecto positivo en ellos", apunta Viviana Galdames, directora de Pedagogía Básica y coordinadora del equipo LEM Lenguaje de la Universidad Alberto Hurtado.
La académica explica que cuando el profesor lee un texto a los niños en voz alta y luego les pide que ellos lo repasen en silencio, les entregan un doble apoyo: les muestra lo que significa el placer de la lectura y con la lectura fluida les evita el arduo trabajo de unir las letras y formar las palabras.
"Luego, cuando ellos lo leen en silencio, ya saben lo esencial, así que pueden procesar las ideas y unir el texto a lo que ya escucharon", agrega.
Más tarde, agrega Viviana Galdames, se puede invertir esa actividad: los escolares parten leyendo en silencio y luego el profesor les lee en voz alta.
"Los que tuvieron alguna dificultad, van siguiendo la lectura y van entendiendo lo que antes les costó. Así, de a poco, se va desarrollando la autonomía de los lectores y su capacidad para que descubran el mensaje por sí solos".
Libertad de Elegir
Marcela Henríquez también usa la lectura en voz alta para entusiasmar a sus alumnos con los clásicos.
"Para introducir las tragedias griegas, por ejemplo, les cuento de la vida de ese tiempo, de su cotidianeidad, creencias y las comparamos con las actuales, para que le encuentren el nexo con su propia vida", dice.
También la usa para entusiasmar a los alumnos a leer libros optativos en sus casas.
"La lectura en voz alta puede ayudar a los alumnos a que vayan determinando qué es lo que les gusta", complementa Pelusa Orellana, directora de la Escuela de Pedagogía de la Universidad de los Andes.
"Yo les leía cinco minutos diarios de Agatha Christie a mis alumnos. Y conseguía que varios partieran a la biblioteca a buscar libros de ella o del género (policial)", agrega.
"Hay que darles un repertorio donde puedan elegir, porque la libertad de opción tiene una fuerte influencia en la motivación que los niños y adolescentes vayan creando por leer", concluye.
Influencia Familiar
En un estudio hecho con 2.300 escolares de 2° a 8° básico, los investigadores de la Universidad de los Andes se encontraron con que los escolares chilenos tenían un bajo concepto de sí mismos como lectores.
"Vimos también la fuerte influencia de la mamá en la formación del gusto por leer, llevándoles libros comprados o de la biblioteca y manteniéndolos alejados de la TV y el computador", cuenta Pelusa Orellana.
"A los papás les decimos que para leer con sus hijos no necesitan sólo libros. La calle está plagada de textos que pueden compartir con ellos", agrega la profesora Marcela Henríquez, quien propone a los apoderados aprovechar esa lectura en familia como una instancia para estrechar lazos.