Por Neva Milicic, psicóloga
Mamá, ¿para qué sirve la vida? Esta pregunta, de una niñita de siete años a su madre, nos muestra la enorme capacidad de reflexión que tienen los niños y la gran cantidad de interrogantes que les generan incertidumbres.
Tener certezas da significado a lo que se hace y facilita y organiza el actuar. Para los hijos, sentirse incondicionalmente queridos por sus padres, saber que el sol alumbra por las mañanas y que su vida tiene algún sentido les otorga una gran seguridad.
Pero para que estas certezas sean experimentadas por los niños como tales, es necesaria que sean interiorizadas a través de un proceso de reflexión personal, construido por ellos mismos.
Un gran regalo en la búsqueda del sentido, que debiera orientar la existencia personal, es el libro de Patricia May "Certezas en un mundo incierto", que busca conectarnos con el encuentro de un sentido a nuestro actuar a partir de la reflexión.
Ella ha sido coherente en su trabajo intelectual, al iluminar y guiar a las personas para que reconozcan cuál es el propósito de su existencia, y en proponer caminos para encontrar ese norte.
Enseñar a los niños a conectarse consigo mismos, para que desde allí sean conscientes sobre a qué quisieran dedicar tiempo y energía, es una de las muchas tareas educativas.
En el sinnúmero de cosas que un niño está obligado a hacer cada día, muchas veces hay poco espacio para la reflexión y para el contacto con la naturaleza, actividades que les permitirán vivir el tiempo de una manera más plena, estando de veras presente en lo que están haciendo, como plantea la autora en forma textual.
"Tiempo de buena calidad es aquel en que desaparece el tiempo y no pensamos ni sentimos el transcurrir de los minutos y entramos en una presencia tal que nos hacemos uno con lo que estamos viviendo, como los niños cuando entran en el juego; entonces creamos bolsones de tiempo y podemos mágicamente expandirlo y hacerlo fructífero y gozoso, y tener la experiencia de sentirnos completos, plasmando integralmente al espíritu en la acción".
Es en estos momentos mágicos en que el niño o la niña aprenderán a conectarse con sus anhelos más profundos.
Si un niño, aunque sea en retazos, logra conectarse, tendrá la posibilidad de capturar toda la magia y riqueza de lo que está experimentando, y estará en el camino de tomar conciencia de sus acciones a partir de quién quiere ser.
Pero, por sobre todo, disfrutará y estará plenamente en cada momento, disminuyendo el estrés que produce estar híper conectado. Dejar fluir el actuar de los niños puede ayudarlos a conectarse consigo mismos y con los "para qué" de la actividad.
La lectura de algunos de los ensayos de Patricia May, además de iluminar la reflexión personal, podrían ser utilizados para la lectura de adolescentes, ayudándolos en la búsqueda de respuesta a la pregunta: ¿quién soy yo?.