Por Neva Milicic, psicóloga.
La convivencia social está marcada por ritos de celebración, de despedida, de encuentro, de bienvenida. Los ritos son una forma de organización social que hace parte de la cultura familiar, escolar y nacional.
A través de ellos se produce una sintonía emocional de los involucrados con la situación que convoca, sea ella, de tristeza, como un duelo, o de alegría, como es un matrimonio o un aniversario.
A los niños y a los adultos nos gusta que en los rituales estén presentes las personas que queremos y que nos quieren. Por ello, asistir a las celebraciones de otros es señal inequívoca de afecto.
Cuando un niño o niña celebra su cumpleaños, hay un ritual. En algunas familias las preparaciones se inician, incluso, un día antes.
Los ritos son una expresión y elaboración de sentimientos y emociones. Hay que buscar que el niño tenga la posibilidad de participar activamente en ellos, ya que aumentará su sentimiento de pertenencia a su familia, a su comunidad escolar o a su país.
Dejar que acontecimientos importantes sucedan sin ritualizarlos es invisibilizar la importancia que ellos tienen. Los ritos enseñan a los niños a conectarse con las vivencias emocionales de otros y a expresar emociones.
Por ejemplo, las de felicidad o alegría, como en el caso de un cumpleaños o el paso de un ciclo escolar, tienen las características de una celebración y son una oportunidad para exteriorizar el afecto.
Pero también los rituales son necesarios en las situaciones de tristeza, como pueden ser los ritos funerarios o las despedidas. El niño aprende a sintonizarse con los afectos de los demás y a comprender que estar acompañado en las penas ayuda a mitigarlas.
Alguien dijo una vez que "una pena compartida es la mitad de la pena" y "una alegría compartida es el doble de la alegría".
Es emocionante la intensidad con que los adultos guardan los ritos como los más entrañables recuerdos familiares.
Ricardo, un exitoso profesional, recordaba: "Yo tenía como diez años cuando murió mi mamá. Estaba muy triste, pero recuerdo perfectamente lo bien que me hizo oír todas las cosas lindas que se dijeron de ella".
En situaciones como esta, la música escogida, los recuerdos y la participación de aquellos con quienes tenemos vínculos más cercanos son necesarios y sanadoras.
Si por alguna razón, un papá o una mamá no puede estar en una fecha altamente significativa para su hijo o hija, es necesario ponerse especialmente creativo, para marcar algún tipo de presencia: una linda carta, un regalo especial, una larga llamada por teléfono, un correo electrónico, en que haya empatía con los sentimientos del niño, puede ayudar a mitigar los efectos de la ausencia.
Una familia es donde se viven con fuerza la intimidad y las expresiones de afecto, por ello buscar formas para que haya ritos que vayan modelando en forma positiva la vida afectiva familiar no solo es un regalo para los niños, sino un derecho.