Aunque es un tema natural, usualmente los padres se complican cuando deben enfrentarlo.
Por M. Francisca Prieto, Emol
"¿Qué es el sexo?", pregunta repentinamente Matilde (8) a su mamá, quien tomada por sorpresa sólo atina a contestarle que esa palabra se refiere a las diferencias entre un hombre y una mujer, entre lo masculino y lo femenino.
La niña entiende la respuesta y se queda satisfecha con ella. No así su mamá, quien no deja de preguntarse qué le dirá cuando quiera saber un poco más sobre el tema.
Aunque se trata de algo natural, hablar de sexo con los hijos sin duda aproblema a muchos padres. Cuándo tocar el asunto o cómo hacerlo son algunas de las interrogantes que rondan las cabezas de los adultos, sobre todo si sus hijos son pequeños.
"Hablar de sexo con los hijos es una de las tareas complejas de ser padres", afirma Andrea Huneeus, ginecóloga de la Unidad de Adolescencia de Clínica Alemana.
Y agrega: "Históricamente no se sabía que la educación sexual previene que los jóvenes tengan conductas de riesgo sexual que los lleven a abuso, embarazos no planificados e infecciones de transmisión sexual. Entonces los padres no hablaban de sexo con sus hijos y los adultos de hoy mayoritariamente no fueron educados por sus padres".
De esta manera, los padres actuales no tienen modelos de cómo tratar el tema con sus hijos y es por esto que les cuesta tanto hacerlo.
"Hoy la ciencia ha demostrado que educar no es dar permiso, como se pensaba antes. Educar protege", sostiene la especialista.
Así, un primer consejo para quienes se sientan identificados con esta situación es "tomar el toro por las astas" y animarse a plantear el tema a sus hijos.
"Los padres deben tomar la iniciativa para ser la primera fuente informativa y, por lo tanto, la más confiable para ellos", sostiene la ginecóloga, en especial si se considera que vivimos en una sociedad rodeada de variadas fuentes de información a las que los niños pueden acceder sin mayores inconvenientes.
"Si esperamos a que tengan inquietudes gatilladas por lo que dicen amigos, los medios o Internet, los niños a esas alturas pueden ya ser víctimas de una mala influencia", agrega Andrea Huneeus.
Algo similar opina Juan Pablo Westphal, psicólogo de Clínica Santa María. "Es bueno tomar la iniciativa (...) porque a veces los niños por diferentes razones no preguntan, no se atreven, les da lata o perciben en este mundo de adultos que es un tema complicado (...) ¿Y qué puede ocurrir? Que al final llega la pubertad y los papás nunca hablaron, y de seguro el niño lo supo por otro lado", afirma.
Asimismo, debe enfrentarse el tema con la mayor naturalidad posible, es decir, "sin mentir ni usar metáforas que se presten para confusiones", dice la ginecóloga.
"Utilizar las palabras que son: pene, vagina, útero, espermio, óvulo, todo ese tipo de cosas (...) y explicar sin miedo y sin vergüenza lo que es el acto sexual", añade el psicólogo, quien sostiene que si la respuesta es clara, el niño quedará tranquilo.
Eso sí, es importante recalcar que en educación sexual cada edad tiene una temática adecuada.
De esta manera, a los cinco años se les debe explicar los nombres de las partes del cuerpo, las diferencias entre los hombres y las mujeres, y el concepto de partes privadas que nadie puede tocar.
Luego, a los ocho, deben tocarse tópicos relativos a la pubertad, el desarrollo y la reproducción.
Por último, entre los 12 y los 14 años, los temas a conversar tienen que ver con consejería sexual, anticoncepción y prevención de infecciones de transmisión sexual.
"De acuerdo a la agenda de temas por edad, podemos usar ejemplos de la vida diaria, familiar o los medios, para iniciar el diálogo", sugiere Andrea Huneeus.
Juan Pablo Westphal coincide con la idea de plantear diferentes tópicos según la edad.
"Si yo pretendo con un niño de siete u ocho años hablarle de todo, el niño en vez de ayudarle se va a angustiar, porque en el fondo es como demasiada información, demasiado estímulo para una psiquis que todavía no está desarrollada", explica.
Por esta razón, según el psicólogo cuando los niños comienzan a tener inquietudes, lo que ocurre en primero o segundo básico, lo mejor es partir por hablarles del proceso de procreación, sin entrar en temas como las sensaciones o el erotismo, conceptos que el niño todavía no va a ser capaz de comprender.
"Esos temas (el erotismo) tienen que empezar más o menos en la pubertad, porque ahí (los niños) lo entienden", señala Westphal, y agrega que a medida que van creciendo hay que añadir lo relativo al vínculo, a la relación de pareja.
Un tópico que a juicio del psicólogo en la actualidad plantea un desafío a los padres, sobre todo en una sociedad donde todo el ambiente está muy erotizado.
"Tú ves jóvenes que son narcisos, que son egocéntricos, que quieren hacer su vida a su modo, que tienen relaciones donde la fidelidad, donde el respeto no existe mucho. Y todo ese concepto se transmite y se educa. Yo creo que el desafío de los papás es tratar de transmitirle a los niños que un vínculo de afecto, una relación de pareja, de pololeo o lo que sea, es una relación que puede ser muy bonita y que puede valer la pena, porque realmente si dos personas se elijen, dos personas se respetan, se quieren, pueden pasarlo muy bien, un concepto que no se educa mucho en general", concluye el psicólogo.
Por M. Francisca Prieto, Emol
"¿Qué es el sexo?", pregunta repentinamente Matilde (8) a su mamá, quien tomada por sorpresa sólo atina a contestarle que esa palabra se refiere a las diferencias entre un hombre y una mujer, entre lo masculino y lo femenino.
La niña entiende la respuesta y se queda satisfecha con ella. No así su mamá, quien no deja de preguntarse qué le dirá cuando quiera saber un poco más sobre el tema.
Aunque se trata de algo natural, hablar de sexo con los hijos sin duda aproblema a muchos padres. Cuándo tocar el asunto o cómo hacerlo son algunas de las interrogantes que rondan las cabezas de los adultos, sobre todo si sus hijos son pequeños.
"Hablar de sexo con los hijos es una de las tareas complejas de ser padres", afirma Andrea Huneeus, ginecóloga de la Unidad de Adolescencia de Clínica Alemana.
Y agrega: "Históricamente no se sabía que la educación sexual previene que los jóvenes tengan conductas de riesgo sexual que los lleven a abuso, embarazos no planificados e infecciones de transmisión sexual. Entonces los padres no hablaban de sexo con sus hijos y los adultos de hoy mayoritariamente no fueron educados por sus padres".
De esta manera, los padres actuales no tienen modelos de cómo tratar el tema con sus hijos y es por esto que les cuesta tanto hacerlo.
"Hoy la ciencia ha demostrado que educar no es dar permiso, como se pensaba antes. Educar protege", sostiene la especialista.
Así, un primer consejo para quienes se sientan identificados con esta situación es "tomar el toro por las astas" y animarse a plantear el tema a sus hijos.
"Los padres deben tomar la iniciativa para ser la primera fuente informativa y, por lo tanto, la más confiable para ellos", sostiene la ginecóloga, en especial si se considera que vivimos en una sociedad rodeada de variadas fuentes de información a las que los niños pueden acceder sin mayores inconvenientes.
"Si esperamos a que tengan inquietudes gatilladas por lo que dicen amigos, los medios o Internet, los niños a esas alturas pueden ya ser víctimas de una mala influencia", agrega Andrea Huneeus.
Algo similar opina Juan Pablo Westphal, psicólogo de Clínica Santa María. "Es bueno tomar la iniciativa (...) porque a veces los niños por diferentes razones no preguntan, no se atreven, les da lata o perciben en este mundo de adultos que es un tema complicado (...) ¿Y qué puede ocurrir? Que al final llega la pubertad y los papás nunca hablaron, y de seguro el niño lo supo por otro lado", afirma.
Asimismo, debe enfrentarse el tema con la mayor naturalidad posible, es decir, "sin mentir ni usar metáforas que se presten para confusiones", dice la ginecóloga.
"Utilizar las palabras que son: pene, vagina, útero, espermio, óvulo, todo ese tipo de cosas (...) y explicar sin miedo y sin vergüenza lo que es el acto sexual", añade el psicólogo, quien sostiene que si la respuesta es clara, el niño quedará tranquilo.
Eso sí, es importante recalcar que en educación sexual cada edad tiene una temática adecuada.
De esta manera, a los cinco años se les debe explicar los nombres de las partes del cuerpo, las diferencias entre los hombres y las mujeres, y el concepto de partes privadas que nadie puede tocar.
Luego, a los ocho, deben tocarse tópicos relativos a la pubertad, el desarrollo y la reproducción.
Por último, entre los 12 y los 14 años, los temas a conversar tienen que ver con consejería sexual, anticoncepción y prevención de infecciones de transmisión sexual.
"De acuerdo a la agenda de temas por edad, podemos usar ejemplos de la vida diaria, familiar o los medios, para iniciar el diálogo", sugiere Andrea Huneeus.
Juan Pablo Westphal coincide con la idea de plantear diferentes tópicos según la edad.
"Si yo pretendo con un niño de siete u ocho años hablarle de todo, el niño en vez de ayudarle se va a angustiar, porque en el fondo es como demasiada información, demasiado estímulo para una psiquis que todavía no está desarrollada", explica.
Por esta razón, según el psicólogo cuando los niños comienzan a tener inquietudes, lo que ocurre en primero o segundo básico, lo mejor es partir por hablarles del proceso de procreación, sin entrar en temas como las sensaciones o el erotismo, conceptos que el niño todavía no va a ser capaz de comprender.
"Esos temas (el erotismo) tienen que empezar más o menos en la pubertad, porque ahí (los niños) lo entienden", señala Westphal, y agrega que a medida que van creciendo hay que añadir lo relativo al vínculo, a la relación de pareja.
Un tópico que a juicio del psicólogo en la actualidad plantea un desafío a los padres, sobre todo en una sociedad donde todo el ambiente está muy erotizado.
"Tú ves jóvenes que son narcisos, que son egocéntricos, que quieren hacer su vida a su modo, que tienen relaciones donde la fidelidad, donde el respeto no existe mucho. Y todo ese concepto se transmite y se educa. Yo creo que el desafío de los papás es tratar de transmitirle a los niños que un vínculo de afecto, una relación de pareja, de pololeo o lo que sea, es una relación que puede ser muy bonita y que puede valer la pena, porque realmente si dos personas se elijen, dos personas se respetan, se quieren, pueden pasarlo muy bien, un concepto que no se educa mucho en general", concluye el psicólogo.