El 73% de los padres encuestados está de acuerdo con este enfoque. Un estudio de la U. de Oregon encontró que los niños de entre 2 y 5 años pueden ser influenciados a preferir alimentos sanos cuando están asociados a un juguete.
Por Gabriela Bade, El Mercurio.
Si los juguetes sirven para atraer a los niños a la comida chatarra, bien podrían servir para entusiasmarlos con ideas más saludables.
Ese fue el principio tras una investigación de las universidades de Wisconsin-Madison y de Oregon, que quiso probar si la estrategia de la "cajita feliz" funcionaba por la comida o por el juguete.
Y lo que concluyeron es que para los preescolares lo que gatilla el consumo es el juguete.
El estudio encontró que los niños entre 2 y 5 años podrían preferir alimentos sanos (en este caso, sopa de verduras y leche), cuando junto a estos viene de regalo un juguete que es parte de una colección y que a ellos les falta.
En total, participaron en el proceso 140 niños, que fueron divididos en dos grupos.
Otra conclusión importante es que los padres, que en un 92% se oponen al uso de estos ganchos para la comida chatarra, cambian de actitud cuando el estímulo está asociado a comida sana. El 73% mira con buenos ojos la medida.
"El estudio nos dice que la inclusión de un juguete de colección influye en las percepciones de los niños sobre el sabor de la comida y si les va a gustar o no", comentó Bettina Cornwell, una de las autoras de la investigación y profesora de márketing en la Escuela de Negocios de la Universidad de Oregon Lundquist.
La nutricionista Isabel Zacarías del Inta de la Universidad de Chile, cree que es mejor pensar en los pros y los contras.
"Mejor es buscar otras alternativas. Sería interesante que aprendieran a comer frutas y verduras por el sabor, no por el juguete. La mejor opción sería llegar con un mensaje educativo".
Zacarías propone algunas metodologías como "invitarlos a preparar alimentos saludables, como una ensalada de fruta o hacer dibujos o caritas con los alimentos saludables; o adornar los platos de tal manera que sea más atractivo su consumo".
María Luisa Aguirre, nutrióloga y miembro de la Sociedad Chilena de Pediatría, cree que si la estrategia sirve para atraer a los niños a los buenos hábitos, mejor usarla.
Incluso va más lejos. "Este estudio entrega un argumento más a favor de legislar en contra de incluir juguetes de premio en comidas rápidas o chatarra (con alta densidad calórica, alto contenido de grasas saturadas y sodio). Esta ley podría ir dirigida a aceptar estos premios sólo si acompañan a comidas para niños que se encuentren dentro de las recomendaciones de alimentación saludable (alto contenido de nutrientes, como los contenidos en la leche, las verduras, etc.), incluso con beneficios tributarios".
La investigación también insta a los vendedores de alimentos a que consideren en sus estrategias de promoción la forma cómo ellas modelan la percepción social de los jóvenes y sus patrones de alimentación, y considerar si estas estrategias son consistentes con la salud a largo plazo, con metas de nutrición y con asociaciones positivas de consumo.