"Los colegios y los espacios cercanos a ellos, deben ser territorio libre de propaganda de productos nocivos para la salud, alcohol, cigarro, dulces y comida chatarra. Llegó el momento en que familias y colegios no se dejen invadir por estas campañas".
Por Neva Milicic, psicóloga
Nadie parece discutir que las grandes compañías productoras de alimentos y servicios tienen un interés particular en los niños como consumidores de sus productos.
Son un terreno fértil para persuadirlos de los efectos "positivos" que tendrían para ellos consumir los productos que tienen a la venta.
Las empresas no dudan en invertir enormes cantidades de dinero en hacer creer a los niños pequeños, y a los no tan pequeños, que consumir un determinado producto es fuente de felicidad y vida plena.
Las familias y los colegios no deben subestimar los efectos nocivos que esta constante y perversa propaganda tiene en la mente de los niños en el corto y mediano plazo.
Los profesores y los padres deben ejercer un rol protector y formativo, ayudándolos a comprender cómo los artículos publicitarios están diseñados para incentivarlos al consumo.
Pensemos, por ejemplo, en un afiche con una enorme y apetitosa hamburguesa con papas fritas, que aparece deliciosa y abre el apetito, colocado estratégicamente en las inmediaciones de un colegio.
¿Cuánto influye en la compulsión de los niños para comer estos productos en locales de comida rápida? Las asociaciones de padres deberían buscar prohibirlo, por lo perjudicial que resulta su ingesta frecuente.
Hacer pensar a los niños cuántas calorías tiene la susodicha hamburguesa, cuánta sal hay en su preparación y los efectos de las frituras en la salud, puede ser una actividad educativa que ayude a los niños a defenderse de las propagandas poco saludables.
Los colegios, y los espacios cercanos a ellos, deben ser territorio libre de propaganda de productos nocivos para la salud, alcohol, cigarro, dulces y comida chatarra.
Llegó el momento de que las familias y los establecimientos escolares se pongan firmes en no dejarse invadir por campañas publicitarias engañosas de alimentos con alto contenido de grasas, azúcar y sal, que están generando una gran cantidad de niños obesos, fomentando y creando necesidades peligrosas para su salud.
La epidemia de obesidad a la que estamos enfrentados hace necesario que las instituciones responsables del cuidado de los niños tomen medidas urgentes para enfrentar el problema, no haciéndose cómplices al aceptar propaganda dentro de los colegios.
Esto es especialmente grave ante el aumento de la obesidad y sobrepeso, que hoy hace que la mitad de nuestros escolares, de acuerdo a cifras de Junaeb, presenten el problema por alimentarse en forma inadecuada y no hacer actividad física.
Los colegios tienen que ser especialmente cuidadosos porque los niños están cautivos y sobreexpuestos a las propagandas que puedan existir en el colegio.
Además, si esta propaganda aparece dentro del colegio, está refrendada por un argumento de autoridad, ya que automáticamente se establece que si el colegio la autoriza, entonces es buena.
Por ello, hay que tener un quiosco saludable y hacer una educación activa sobre alimentación sana, lo que a la luz de las cifras, se está volviendo imprescindible.
Es fundamental crear una conciencia crítica en nuestros niños en relación a los spots publicitarios, para que así puedan librarse de los efectos persuasivos y engañosos de la propaganda de alimentos no saludables.
En un colegio, en la asignatura de lenguaje, los niños escribieron una carta al director de un periódico reclamando por lo engañoso de un comercial de una comida chatarra.
Ignoro si fue publicada, pero sin duda la escritura de la carta favoreció la conciencia crítica, junto a las habilidades de redacción y al desarrollo de una actitud positiva de participación ciudadana.