Una cultura centrada en los niños, la apertura al consumo y la era de padres culposos, menos estrictos y cuya felicidad se fija en los hijos son los factores que explican por qué les damos el gusto en todo. Una encuesta del Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la U. de Talca revela que llegamos a gastar más de $ 800 mil al año para consentir a un solo hijo.
Por Noelia Zunino / Ignacio Latorre / Fernanda Derosas, La Tercera
LO VIMOS el fin de semana pasado: miles de adolescentes vestidas de morado esperando que se abrieran las puertas del Estadio Nacional para ver el concierto de Justin Bieber.
Un día antes, muchas fueron con pancartas a recibirlo en el aeropuerto, hicieron guardia en la puerta del Hotel W esperando que se asomara y durmieron en las entradas del estadio.
Detrás de tanto grito agudo, cintillos y euforia había padres. Algunos faltaron a su trabajo o pidieron permiso.
Incluso viajaron desde regiones, como lo hizo Rodrigo Troncoso (47), un odontólogo que llegó desde Puerto Montt para que su hija Josefina (10) pudiera ver a su ídolo. Gastó $ 320 mil sólo en los boletos, a lo que suma tickets de avión y alojamiento en un hotel.
Pero Rodrigo lo ve como una inversión: "Siempre se va a acordar de que el papá la trajo al show. Con que ella sea feliz es suficiente", dice. Una respuesta que repite la mayoría de los padres.
¿Recuerda esa época en que para lograr que le compraran el juguete de moda debía esperar hasta Navidad? ¿Se acuerda de esa pelota, esa muñeca o el lego que fueron su entretención preferida por varios años?
Los tiempos han cambiado, y de la larga lista de juguetes que recibe hoy un niño hay algunos que nunca usará. Y no se dará ni cuenta.
La urgencia por hacer felices a los hijos -como argumenta Rodrigo- empuja a los padres a comprarles con reiterada frecuencia cosas que no necesitan, pero que los niños exigen como si en tenerlas se les fuera la vida: el juguete en el supermercado, la polera de la película de moda o la última consola de videojuegos que hay que pagar en 36 cuotas.
Hoy los chilenos son padres consentidores. Y se reconocen como tal. El 92% de ellos dice que consiente bastante o mucho a sus hijos, según la encuesta "Cuánto se gasta en consentir a los hijos", realizada por el Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la U. de Talca para La Tercera.
Incluso más lejos de lo que imaginamos, regalonear a nuestros hijos es parte importante del presupuesto familiar. Un hogar puede llegar a gastar $ 868.200 al año por consentir sólo a un hijo. Es decir, más de $ 72 mil al mes. Lo mismo que cuestan ocho pelotas de fútbol, cinco barbies Fashion o tres microondas.
Pero los papás no están tan conscientes de estas cifras. A los 402 padres de niños entre 2 y 17 años y de todos los segmentos sociales que respondieron esta encuesta les costó cuantificar la plata que destinan a dar en el gusto a sus hijos.
De hecho, mensualmente gastan por hijo un 37% más de lo que ellos mismos creen. No es raro, entonces, que uno de cada cinco padres llegue a sacar de su bolsillo casi $ 20.000 más de lo presupuestado en cada salida.
¿Cómo se explica esta disposición a consentir a los hijos? Los expertos en Chile y en otros países dicen que la culpa, la niñez bastante más austera de los padres y el protagonismo que los niños tienen hoy en la familia explican esta actitud.
Y agregan que no es malo consentirlos, siempre que el criterio esté dado por un adulto prudente y no por un niño caprichoso. Porque, llevado al extremo, el niño podría convertirse en adulto poco empático e intolerante a la frustración.
Más de 800 mil al año
El supermercado rinde fruto a los niños: $ 13.478 promedio gastan los padres por los antojos de los hijos. En regalos esporádicos, como Navidad, $ 59.276 promedio.
La última vez que Ruth Rojas (36 años, ingeniera civil) cedió ante su hijo Fernando (5) fue en el supermercado la semana pasada. El conoce perfectamente los pasillos donde están las cosas que le gustan y llegó con una película en las manos: "Esta no la tengo, mamá. ¡Por favor, por favor!". Ruth accedió. Y entre el pan y las verduras, Fernando se llevó su nueva película.
En situaciones cotidianas como ir al supermercado, vitrinear o el cine, los padres gastan, en promedio, $59.550 mensuales en un solo hijo. En eventos esporádicos, como conciertos, cumpleaños o Navidad, $ 110.221 al año, en promedio.
¿Qué ha convertido a los niños en el centro del Universo? Los expertos hablan de un cambio a nivel mundial, al punto de que Alyson Schafer, sicoterapeuta canadiense experta en paternidad, señala a La Tercera que éste es considerado "el siglo del niño".
La primera señal que alertó a los padres fueron los estudios que aparecieron en los años 60 sobre el impacto de una mala crianza.
En este lado del mundo, Chile ratificó en 1990 la Convención de Derechos del Niño y, paulatinamente, nos convertimos en una cultura centrada en las necesidades, deseos y educación de ellos como nunca antes había ocurrido.
Los niños se convirtieron en sujetos de derechos más que de deberes. Hasta hace algunos años, los hijos se turnaban para regar el jardín, sacar la basura y, cumplida cierta edad tenían que hacer su cama. Hoy esas responsabilidades son parte del recuerdo.
Schafer dice que si bien los Baby boomers comenzaron a ser más indulgentes de forma emocional con sus hijos, la generación X -nacidos entre 1965 a 1979- derechamente cambió el foco hasta consentirlos por completo.
"La facilidad económica relativa, madres más educadas, pero, sobre todo, las familias con menos hijos e incluso hijos únicos, facilita la indulgencia", dice Schafer a La Tercera.
Dan Kindlon, sicólogo infantil estadounidense y autor del libro Cuidado con los Niños Consentidos, habla incluso de los hijos como un fenómeno Prozac: la generación actual de padres depende de ellos para darle sentido a sus vidas.
Usan la felicidad de los hijos para ser felices ellos. Precisamente esa alegría experimentó Ruth cuando le regaló a Fernando un tren que le costó $ 35 mil y que su hijo tanto quería.
Ella considera que fue una gran inversión: "Nunca me voy a olvidar de la cara que puso cuando lo abrió. Estaba feliz y eso justificó el gasto".
Fenómeno Trasversal
$ 44.100 en consentir a un hijo gasta, en promedio, un hogar cuyo ingreso es inferior a $ 600 mil. Los que tienen un ingreso mayor a $ 1.700.000 invierten $82.720, y los que están en la mitad -cuyo ingreso familiar es de $ 600 mil a 1.700.000- son quienes más gastan: $91.300.
En los primeros 20 minutos se vendieron 50 mil entradas para el concierto de Justin Bieber. Rodrigo Martínez, encargado de comunicaciones de DG Medios, recuerda a una señora del barrio Meiggs que quería comprar la entrada más cara para su hija. Costaba $ 172.000.
En la misma fila había padres de hijos que estudian en colegios privados y tradicionales de Santiago. De más de 50 mil tickets vendidos, al menos 20 mil fueron comprados con tres cuotas a precio contado.
"Eso demuestra que el fenómeno Bieber es de la A a la Z", dice Martínez. Tal como consentir a los hijos. Según la encuesta, los padres consentidores son un fenómeno transversal.
Más aún, los papás de ingresos medios y bajos creen que consienten más a sus hijos (97% y 96%, respectivamente) que los de ingresos altos (79%).
Esta transversalidad no sólo se da por el estilo de crianza, sino también por la cultura de consumo. Y las facilidades de pago ayudan mucho.
Susan Newman, sicóloga social de Estados Unidos y autora de numerosos libros sobre paternidad, explica a La Tercera que en los últimos 25 años se ha intensificado malcriar a niños con bienes materiales por la naturaleza de la paternidad, que se ha convertido en un deporte competitivo.
"Muchos padres quieren darles a sus hijos algunas ventajas y eso significa el último aparato electrónico, porque sienten que eso ayudará a sus hijos a ponerlos en la cúspide". Por eso los padres se sienten presionados si no ceden ante el argumento "todos lo tienen menos yo".
"Muchos hacen un tremendo esfuerzo por comprarle un celular a su hijo. Es un intento de igualarlo frente a otros. Vivimos en una sociedad muy insegura, temerosa y consumista que teme que sus hijos se sientan discriminados y en desventaja", dice Raúl Carvajal, sicólogo de la Clínica Santa María.
Una sensación que también experimentan los padres del Reino Unido, según un estudio de Unicef.
Uno de los hallazgos más sorprendentes es que los padres sentían una gran presión de la sociedad para comprar bienes a sus hijos, presión que se intensificaba en hogares de bajos ingresos.
Según un estudio Fondecyt sobre socialización económica según nivel socioeconómico, realizado por Marianela Denegri, experta en sicología económica de la U. de la Frontera, en el nivel medio es donde más se observa un patrón de socialización consumista: escaso ahorro, gasto no planificado y contradicción entre los padres, que suelen ser impulsivos ante las compras.
Una conclusión acorde con los resultados de la encuesta: los padres de ingresos medios son los que más gastan en consentimiento.
"Mantener el nivel de vida de la clase media en nuestro país implica un alto desgaste en los padres, quienes además tienen una imagen de paternidad más tradicional. Ellos creen que deberían estar más presentes e intentan compensar su ausencia con cosas: no estoy yo, pero está el Wii", dice Denegri.
En ese sentido, quienes más gastan en tecnología para consentir a un hijo son los de ingresos medios (26%), mientras que el 53% de los que tienen un ingreso inferior a $ 600.000 consiente en la comida.
Separados y Jóvenes
El 43,1% de los padres separados dice que consiente mucho a su hijo. A diferencia del 34% de los convivientes o casados.
$86.620 mensuales estiman gastar los padres menores de 35 años en consentir a sus hijos. Mucho más de los $ 21.929 que creen gastar los padres mayores de 50 años.
Los vendedores de la tienda de videojuegos "Mangas", del Paseo Las Palmas, saben distinguir cuando llega un papá que no vive con su hijo: busca en la consola la entretención para que lo pase bien cuando está con él.
Como en la casa de la mamá seguramente ya tienen una, dicen que "no les queda otra". Los separados, los jóvenes y las mamás son los que tienden a invertir más dinero al mes para darles en el gusto a sus hijos.
Estos tres tipos de padres tienen un denominador común: el sentimiento de culpa. Diane Ehrensaft, sicóloga clínica y autora del libro Consentir la niñez: Cómo los padres bien intencionados están dando demasiado a los niños, pero no lo que ellos necesitan cuenta que los padres de hoy viven en una contradicción: se ven en una época en que los niños son lo más importante, pero tienen menos tiempo para dedicarse a ellos, porque ahora se necesitan dos para sostener un hogar.
Entonces, nace la culpa: "Piensan que si no pueden dar tiempo, por lo menos pueden proporcionar cosas. Cuando un padre trae a casa un regalo después de un día de trabajo agotador, lo que intenta decir es que estaba pensando en su hijo, incluso cuando no podía estar con él", dice a La Tercera.
Algo que Antonio Serrano (33, casado) sabe bien. Lo último que les compró a sus hijos de 13 y 11 años fue un Kinect, dispositivo de movimientos de la consola Xbox 360.
"A mis hijos les compro todo lo que quieren. Yo trabajo para eso. No me importa darles todo, porque saben que su papá trabaja mucho para tener lo que tienen. Les compro lo que me piden y lo que no me piden, también", dice.
Como Antonio, la encuesta dice que son los papás (62,2%) quienes más reconocen comprar algo a los hijos sin que se lo pidan, a diferencia del 55,3% de las madres. Sin embargo, las madres tienen las cuentas menos claras.
Ellas estimaban que su gasto mensual por hijos llegaba a $ 43.000, pero cuando se les preguntó el costo de cada cosa por separado, el promedio llegó a $ 76.970.
Ellas y los padres separados tienen una percepción más errada de cuánto gastan en realidad en consentir a sus hijos. En cuanto a los padres jóvenes, los expertos dicen que su niñez está estrechamente relacionada con el grado e inversión de consentimiento a los hijos.
Gonzalo Tapia, sociólogo y sociodirector de EKHOS, apunta a la generación de padres que creció en los 70 y 80, en un contexto de escasez tanto de bienes de consumo como culturales y de entretención.
Pero, además, en la casa había una forma de vivir más austera. Los padres de ahora recuerdan que en su infancia, la bebida de litro era el premio del fin de semana. Y para toda la familia.
El tren a control remoto, el muñeco Porotín o los Playmobil eran juguetes que podían durar toda la infancia. "A mí me gusta consentir a mis hijos, porque en mi infancia mis papás eran más estrictos. Más que por recursos, por un tema de educación y formación, donde la austeridad era un valor que hoy ya no tiene la misma vigencia. Yo les doy todo lo que desean sin ningún problema", dice Claudio Blake (41), quien está separado y tiene hijos de 12 y 14 años.
Según Tapia, estos padres tienen una deuda personal y subjetiva: darles a los hijos lo que ellos no pudieron tener.
En esos términos, se entiende que el 75% de los encuestados cree que consiente más a sus hijos de lo que sus padres lo hicieron con ellos y el 59% le ha comprado en el último mes algo a su hijo sin que se lo pida. Una compra cuyo gasto promedio fue de $ 18.000.
Un Tercio se Endeuda
El 36% ahorra para comprarle algo a su hijo. Y el 23,4% se ha endeudado.
Un vendedor de Eurocentro en Paseo Ahumada recuerda que una vez una señora le compró un PlayStation 3 pagando sólo con monedas de 500 pesos.
Un caso excepcional, según el vendedor Juan Fernández, quien también trabaja en el local "Mangas" del Paseo Las Palmas. El dice que en general le pagan en cuotas. "Me han pagado una compra de $ 300 mil en 24 cuotas. De repente, uno le escucha decir a los papás: 'Con el dolor de mi alma te lo voy a comprar'".
También en 24 cuotas tienen que pagar Nancy Gallegos (40) y su marido los $ 280 mil que le costaron las dos entradas para que su hija Valentina (7) asistiera al concierto de Bieber: "Nos endeudamos a dos años. Ella sabe que ahora no tiene regalo de Navidad y de cumpleaños. Tiene claro el esfuerzo".
Endeudarse para consentir a los hijos puede ser un arma de doble filo. Marianela Denegri, experta en sicología económica de la U. de la Frontera, estudió cómo las pautas de ahorro y endeudamiento se transmiten de padres a hijos en Chile.
Está comprobado que entre los nueve y 11 años se establecen muchas actitudes y hábitos de consumo que continúan en la vida adulta.
En su estudio, el 56% de los niños dijo que pidió plata prestada a sus amigos, sobre todo para comprar dulces en el colegio, algo que sus padres desconocían.
"Se muestra un patrón de endeudamiento como una conducta natural entre los niños desde temprana edad. Lo aprenden porque lo ven. No nos debería extrañar que cuando sean adultos se endeuden para conseguir lo que quieren porque los padres chilenos no les enseñan la frustración: no siempre se puede tener lo que uno quiere cuando lo quiere. Se está construyendo una personalidad hedonista en los niños, centrada más en lo deseos que en la racionalidad", dice Denegri.
Consentirlos de manera desmedida puede traer más consecuencias. Verónica Bagladi, sicóloga familiar y subdirectora del Icpsi, cuenta que muchos padres llegan a la consulta confundidos porque sus hijos son mal agradecidos y poco empáticos ante las dificultades económicas.
"El problema está en que ellos se endeudan y le dan siempre todo lo que pide su hijo y ese niño se acostumbró a recibir. No desarrolló la empatía", dice.
El sicólogo Raúl Carvajal opina que no es malo consentir, siempre y cuando haya un límite: "El consentimiento tiene que ser criterioso y prudente, pero esto tiene que estar delimitado por un adulto y no por el niño", concluye.
Talón de Aquiles
Actividades durante el tiempo libre (8,2%) y juguetes (7,7%) son en las que menos gastan los padres.
Una vendedora de cabritas en las afueras de un multicine cuenta que una vez llegó un papá con su hija y tres amigas. La niña no superaba los siete años, pero tenía claro todo lo que quería para ella y sus amigas.
El padre no objetó. Y mientras las niñas caminaban delante de él, al papá ni se le veía la cara de tantas cosas que llevaba. Antes de irse le dijo: "Lo importante es que esté feliz". Así como él, son muchos los papás que no preguntan el precio y sólo acatan lo que quieren comer los hijos durante la película.
Sin importar si tienen hijo o hija, en lo que más gastan los padres para consentir a sus hijos es en comida (27,7%), siendo los hombres (34,8%) más que las mujeres (21%) quienes dan más el brazo a torcer en este ítem.
Lo mismo sucede con el tiempo libre: ellos gastan más que las mujeres. En todo lo demás -como ropa, juguetes o cursos- las madres suelen invertir más en el consentimiento de los hijos.
Un hecho que llama la atención es que en lo que menos dicen gastar para consentir a los hijos es en actividades durante el tiempo libre.
Una forma de controlar algunos excesos en la manera de dar en el gusto a los hijos es poniendo reglas. Algunas familias lo hacen, por ejemplo, para ocasiones como Navidad.
"Los niños abrían y abrían regalos pero siempre jugaban con uno o dos. Al final la casa parecía juguetería con muchas cosas que nadie usaba y que terminaban ocupando espacio. La regla es un regalo por niño y sólo les dan los papás y abuelos", cuenta Andrea de la Carrera.