Por Neva Milicic, psicóloga
El 16 de noviembre se celebró el Día Internacional de la Tolerancia, para promover un derecho básico del ser humano y defender a la humanidad del fanatismo que lleva a conductas de hostilidad hacia otras personas, por el solo hecho de sentirlas diferentes.
La tolerancia tiene que ver con la aceptación de la diversidad del mundo en que vivimos. Desafortunadamente, desde sus orígenes, la humanidad está llena de ejemplos de intolerancia, que ha sido, sin embargo, combatida por las instituciones.
Ya en 1215, la Carta Magna de Inglaterra promovió las libertades individuales, lo cual fue refrendado en 1689 con la Declaración de Derechos, que estableció la libertad religiosa y de prensa en Inglaterra.
Estos ejemplos de tolerancia, y también los de intolerancia, están magníficamente descritos en el libro "Tan iguales tan diferentes", de Tajamares Editores.
Este título ya sugiere la valoración de la diversidad en que estamos inmersos y busca sembrar la necesidad de la tolerancia, como un valor indispensable en el logro de un mundo más justo y pacífico.
Contiene un análisis de los hitos históricos de la tolerancia e intolerancia.
Educar a nuestros hijos desde pequeños en la tolerancia implica ayudarlos a reconocer las diferencias que existen en el mundo en que vivimos como algo inherente a la naturaleza humana y muy valiosa.
Tal como Shakespeare lo expresó en el Rey Lear, cuando dice: "Lo que yo te enseñaré son las diferencias". El comprender el derecho y la valoración a ser diferentes, desde la infancia, nos hace mejores personas y mejores ciudadanos.
Educar a los niños para ser tolerantes puede ser una herramienta para prevenir las manifestaciones de intolerancia que ha tenido y sigue teniendo el mundo y que tanto daño físico y psicológico causan.
En nombre de la verdad, queriendo evitar la diversidad y en un afán de tratar de que todas las personas sean lo más similares posibles, se han cometido los peores crímenes de la humanidad, como la esclavitud, los conflictos religiosos, el racismo, el holocausto.
La intolerancia lleva a no aceptar que existan grupos diferentes y a buscar a veces exterminarlas o al menos a silenciarlas.
Una de las últimas manifestaciones de intolerancia fue la de un ciudadano noruego, quien para expresar su rechazo a las políticas de integración de su país, atentó contra el gobierno y contra ciudadanos que se bañaban en una isla cercana al litoral.
Lo positivo fue la respuesta del gobierno noruego a esta expresión extrema de barbarie, al señalar que "esto se combate con más democracia, con más libertad y no con represión".
Educar a nuestros hijos en la tolerancia no sólo es un derecho individual, sino que es indispensable para lograr una sociedad más pacífica y humana.