Estudiantes de entre 10 y 17 años, de diversas realidades sociales, enumeran sus secretos. Escuchar al profesor en clases, buscar y experimentar estrategias diferentes para cada materia, apoyarse en los padres o en compañeros más aventajados y darse tiempo para relajarse, son algunas fórmulas de estos escolares para rendir bien.
Por Pamela Aravena Bolívar, El Mercurio.
Se ríen, salen con amigos y usan internet. Chicos normales, con dificultades para ciertos ramos, pero que creen en el estudio como una prioridad.
Los elegidos vienen de realidades sociales y económicas dispares: el Colegio Cumbres (de Las Condes) que se mantiene en los primeros lugares de los rankings estudiantiles; la Escuela Francisco Ramírez (de San Ramón) que desde hace años consigue puntajes similares a los colegios más caros del país; y la Escuela Enrique Döll de La Ligua, que dejó de ser catalogada con semáforo rojo el año pasado cuando aumentó 90 puntos en el Simce.
Los estudiantes dicen que no hay receta única, pero coinciden en que escuchar al profesor hace la mitad de la tarea. Y a ello les suman estrategias de estudio distintas para cada ramo. Conocer sus "secretos" podría ayudar a más de alguien.
"Mi Mamá siempre me hace ejercicios en la Casa"
Apenas tiene 10 años y ya está en la categoría de "crack". Pertenece a la generación Simce del año pasado de la Escuela Enrique Döll, que mejoró sustantivamente los puntajes.
Con promedio 6,7, le gusta sumar y restar, pero más le fascina el fútbol. Pequeño y delgado, es una figura dentro de la cancha. Tanto que, como seleccionado de La Ligua, presiente que los dirigentes de las infantiles de Colo Colo ya se están fijando en él.
"Quiero ser futbolista, pero también me gustaría ser abogado, periodista o ingeniero", dice serio.
No sabe por qué, pero los números se le dan fácil, así que disfruta los talleres Simce y de reforzamiento pedagógico que le hacen en el colegio.
"Mi mamá todos los días me hace ejercicios en la casa con las operaciones y me escribe problemas, y yo los resuelvo", cuenta orgulloso.
Parece saber que leer bien aumenta la posibilidad de entender las materias. Por eso, detrás de su voz de niño, los conceptos complejos parecen fluir con facilidad: "En Lenguaje, me gusta buscar vocabulario nuevo cuando no conozco las palabras, hago lectura comprensiva y practico lectura veloz. Estudio, en total, entre treinta minutos y una hora todos los días".
En general, Joaquín no se junta con amigos a estudiar, salvo que tenga que hacer trabajos en conjunto, ocasión que aprovecha para repasar la materia.
Además del fútbol, Joaquín sueña a corto plazo. "Internet me ayuda mucho -comenta con entusiasmo-. Yo no tengo en el colegio porque mi escuela es de escasos recursos, y tampoco había en nuestra casa. Pero mi hermano que pasó a 1º medio se ganó un computador por su buen rendimiento, con un módem para internet, que reemplaza todos los libros que uno no tiene. Y me lo presta cuando tengo que investigar algo. ¡Yo también me lo quiero ganar!".
"Si uno hace las tareas y pone atención, ya está casi todo hecho"
Matías Olivera a sus 11 años es inquieto, risueño, bromista y, en ocasiones, distraído. Pero también sobresale por ser uno de los mejores alumnos de su clase, el 6º básico de la Escuela Francisco Ramírez, de San Ramón.
Al lado suyo está Paola González, de 12 años, quien cursa 7º básico y sueña con ser diseñadora o estilista. Ella es tranquila, ordenada e igual de destacada que Matías.
Ambos tienen 6,7 de promedio, hábitos de estudio parecidos y una familia que se preocupa por ellos. "Si uno hace las tareas y pone atención ya está casi todo hecho", coinciden.
Hay tres cosas que Paola nunca deja de hacer: duerme siesta antes del almuerzo (cuando sale a la una de la tarde), hace las tareas y sale con amigas.
"Los trabajos los hago aunque sean para dos semanas más. O leo las materias y dejo subrayadas las ideas principales. Siempre es mejor hacer las cosas lo antes posible. Las materias más complejas, Lenguaje y Ciencias Naturales, las estudio y después se las cuento en voz alta a mi mamá y ella me hace preguntas".
Por su lado, Matías -quien está en una escuela de fútbol, pero sueña con ser médico- le dedica casi dos horas en la tarde a estudiar.
"Mis papás me pusieron el horario. Hago tareas o subrayo las ideas principales de las clases del día, sobre todo de Historia y Lenguaje, y armo mapas conceptuales para las pruebas".
Agrega que si tiene dudas, le pregunta a su mamá. Y hace poco descubrió otra técnica: "En las materias difíciles, como Ciencias Naturales, les enseño a mis compañeros, pues me sirve para que se me quede grabada la materia. En Matemáticas, en cambio, la única manera de aprender es haciendo de nuevo en la casa todos los ejercicios del colegio".
"Cambié mi manera de aprender"
Tiene 17 años, estudia en el Colegio Cumbres, es seleccionado de fútbol y tiene uno de los mejores promedios de la generación. Sin embargo, José Pedro Buzeta no siempre tuvo esa buena fama.
De pequeño era distraído, un tanto desordenado, no estudiaba mucho y fue diagnosticado con déficit atencional.
"Me mandaban a estudiar, pero me costaba. Mi mamá, que es profesora, se sentaba al lado mío, pero no lograba que yo me mantuviera mucho rato concentrado. Me pusieron psicopedagogo, pero aguanté poco. Por el déficit me medicaron en 4º básico, me fue mejor en el colegio, pero lo pasé pésimo. Así que lo dejé y hasta 8º tuve promedio 5,8".
En 1º y 2º Medio tuvo 6,4 y en 3º un 6,5. ¿Qué pasó entremedio? "Maduré, entendí que la enseñanza media era en serio", confiesa. "Cambié mi manera de aprender", asegura y buscó estrategias distintas para cada materia.
"Yo sé que no puedo estar más de 30 minutos intentando memorizar conceptos, entonces hago pausas para no desesperarme. Cuando estudio Matemáticas repito todos los ejercicios del colegio, pero escucho música al mismo tiempo y así no me aburro. Como Biología y los ramos científicos me cuestan, trabajo en equipo y me ayudo con compañeros que saben. A veces nos juntamos, otras los llamo por teléfono y cuando estoy corto de tiempo, pido resúmenes o pregunto cómo van a estudiar ellos", explica José Pedro.
Para Historia, en cambio, aún no encuentra una estrategia única. "Siempre he sido malo para los ramos que significan leer mucho. Así que pruebo siempre cosas distintas. A veces, memorizo. Otras, leo y leo. A veces, escribo de nuevo la materia. Y si algo aprendí es a estar concentrado en clases. Se me hace muchísimo más fácil; es fundamental y ahorra tiempo de estudio".