Conductas parentales. Acuñado en Estados Unidos, este concepto define a aquellos progenitores que están en permanente "sobrevuelo", controlando las decisiones de los adolescentes, e incluso interfiriendo en muchas de ellas.
Por Pamela Elgueda T., El Mercurio.
Es legítimo que los padres se preocupen por sus hijos: es parte de la paternidad responsable, y lo contrario puede caer en la negligencia. También, que se interesen por las decisiones que toman y por darles consejos para que opten por la mejor.
Lo mismo pasa con supervisar sus salidas y amistades, lo que, incluso, es recomendado para evitar, sobre todo en el caso de los adolescentes, que se involucren en conductas de riesgo.
Todas son actuaciones esperables y que se alejan de lo que algunos especialistas estadounidenses han denominado los "padres helicópteros", esos progenitores que están siempre "sobrevolando" a sus hijos e interfiriendo en su toma de decisiones, al punto de imponerles su voluntad.
Deborah Gaines, bloguera del Huffington Post, reflexionaba hace algunos días acerca de la "obsesión" de algunos padres (a los que llama "helicópteros") por elegir la carrera y universidad donde sus hijos continuarán sus estudios superiores. Ya sea porque desean asegurarse de que su retoño tenga las mayores posibilidades de éxito o porque no quieren pagar miles de dólares a una institución sin reconocimiento.
Ella se pregunta si es justificado intervenir en las decisiones de los hijos hasta ese punto y deja la interrogante abierta.
"Los padres que ella llama helicópteros son aquellos que mantienen una actitud intromisiva en la vida de los hijos, que deciden por ellos en todo", dice Marco Antonio Campos, psicólogo clínico.
Cuando son chicos, este papá o mamá estará siempre corrigiendo las emociones y afectos de sus hijos.
"Si el niño le dice que no le gusta que los visite la abuela porque lo aburre, el papá o mamá intromisivo le responderá que 'los niños buenos siempre lo pasan bien con sus abuelos', y de esa forma le está diciendo que su emoción no es válida", agrega Campos.
Único Modelo
Cuando ya son adolescentes o jóvenes, ese progenitor va a arreglárselas para elegir a las amistades más convenientes, los hobbies o el deporte que debe practicar y la "polola o pololo" más aconsejable.
"Es más que aconsejar al hijo para evitarle un dolor o sufrimiento. Es mantener una actitud intromisiva en sus emociones, en la forma cómo ve el mundo, en sus gustos y preferencias para que se ajusten a las de ese padre", define el psicólogo.
Ese papá es así por el modelo parental que tuvo, complementa Alfonso Cox, psicólogo infanto-juvenil de la Red de Salud UC.
"Ellos tuvieron la experiencia de que sus padres tomaban las decisiones en cuestiones vitales, porque antes se pensaba que niños y jóvenes eran adultos incompletos que no sabían tomar decisiones por ellos mismos".
Son sujetos que necesitan tener el control de todos quienes les rodean: la pareja, los hijos, quienes trabajan con ellos.
"Una buena parte de la psicopatología adulta tiene que ver con los patrones de relación que tuviste en la niñez. Y cuando tienes definido desde afuera lo que es bueno y lo que es malo, desconfías de lo que tú sientes. Entonces, te cuesta tomar decisiones", añade Campos.
Afortunadamente, dice Alfonso Cox, este tipo de padres son pocos. Los sobreprotectores son más, y las consecuencias de sus ansiedades y aprensiones también se hacen sentir en la psiquis de sus retoños (ver recuadro).
Ante eso, quizás llegó la hora de dejar que los hijos se equivoquen, sufran y deban volver a empezar.
"Tengo Miedo"
Muchos adultos que hoy son padres recuerdan con nostalgia una infancia vivida en la calle, sin miedos ni sobresaltos.
Hoy sienten que eso es imposible para sus niños: la calle está llena de peligros que antes no existían.
"No sé si la situación ha empeorado, o en realidad estamos exagerando atemorizados por las noticias. Y si es así, basta con darles instrucciones a los niños, advertirles de los riesgos y explicarles cómo evitarlos", dice el psicólogo Alfonso Cox.
Y agrega: "Mostrarles el mundo a los hijos como un permanente peligro, sólo les provocará temor a salir y la sensación de no tener herramientas para enfrentarlo. Así sólo crías niños temerosos y ansiosos frente al mundo".