La mayoría de los padres quiere
lo mejor para sus hijos, pero a veces, movidos por un afán excesivo de logro,
cometen errores que pueden acarrear un deterioro en los vínculos afectivos o
daños en la estructuración de la personalidad de los niños.
Hace unos meses, un amigo con
gran sentido del humor me regaló un libro, cuyo título podría traducirse en
"Cómo traumatizar a su hijo. Siete métodos probados para ayudarle a
arruinar a su hijo en forma deliberada y con habilidad".
Este libro, que fue publicado por
la editorial Knock Knock y que no tiene autor reconocido, está escrito desde la
perspectiva del humor. Los autores buscan alertar acerca de cuáles son los
métodos más dañinos en el proceso de socializar a los niños.
Una de las actitudes sugeridas
para lograr el objetivo de arruinar la salud mental de los niños es convertirse
en lo que se describe como "pusher parents". No logré una traducción
exacta, pero podría entenderse como "padres que empujan". El
contenido se refiere a padres que estimulan de manera implacable la
competencia.
Cuidado, no se trata de los
padres que estimulan a sus hijos y les dan oportunidades, sino de aquellos que
los empujan a convertirse en súper estrellas, el primero del curso, o un nuevo
Einstein.
Un horizonte que se conseguirá a
través de la presión, a costa de que el niño pierda la alegría por lo que hace.
Por otra parte, la posibilidad de
conseguir el trofeo que sus padres desean es baja, porque, por ejemplo, primero
del curso hay uno solo y, por lo tanto, la posibilidad de frustrarse es alta.
Los padres con estas
características suelen cambiar su rol parental por el de profesor o gerente de
los talentos del hijo. Le exigen entrenar y rendir, sin importar si el niño
tiene interés o energía para hacerlo.
Se caracterizan por una
competitividad sin límites a través de la cual, muchas veces, buscan compensar
logros que ellos no pudieron tener por falta de talentos, o lo que es más
frecuente, de oportunidades.
Para los hijos, cargar con la
decepción que significa no cumplir con las expectativas de los padres puede ser
una mochila pesada de llevar.
Son niños que no alcanzan a
disfrutar de sus logros, porque al conseguir lo que perseguían, ya tienen una
nueva meta impuesta por delante.
Se trata de padres demandantes
del éxito de sus hijos. Como suelen ser bastante perfeccionistas, pocas veces
hacen sentir al niño relajado y contento con lo logrado.
La filosofía latente es
simplista: el mundo se divide entre los ganadores y los perdedores. Ser un
"perdedor" se transforma en una tragedia que hay que evitar a
cualquier costo.
En esta empresa de subordinar el
éxito a cualquier consideración, se suelen dañar los vínculos entre padres e
hijos y con frecuencia, cuando el niño asimila la filosofía, desarrolla una
actitud competitiva y trepadora, lo que termina haciéndole muy difícil la
convivencia social.