Por
Neva Milicic, psicóloga.
Durante
la infancia y la adolescencia, a los niños se les enseñan una infinidad de
temas, pero cabría preguntarse cuántos de ellos son percibidos como relevantes,
y lo que es más grave, cuántos de ellos recordarán en el futuro y/o les serán
de utilidad.
Aprender
con significado es aprender con sentido, comprendiendo que lo aprendido es
importante. Para que ese objetivo se logre, las experiencias educativas tienen
que tener características que les permitan ser vivenciadas de forma positiva.
Enseñar
en forma significativa es una ciencia y un arte que se puede aprender. Lo
primero es asumir que en el aprendizaje de los niños el rol del adulto es
esencial.
Sin duda, usted recuerda qué personas fueron capaces de inculcarle pasión por ciertos temas y le transmitieron enseñanzas que aún recuerda.
A
la inversa, es posible que vengan a su memoria personas que sabiendo mucho, no
lograban que usted aprendiera ni desarrollara interés por lo que ellas
enseñaban.
Acercar
a los niños a los temas de manera que se interesen por ellos supone mucha
creatividad, pero también es posible aprender a enseñar, observando a quienes
tienen las competencias. Aprender a motivar es un aprendizaje que se da en
forma experiencial.
Un
aprendizaje significativo se realiza cuando hay una invitación al niño a
aprender, y no una imposición. Implica tener en cuenta sus intereses, su nivel
de conocimientos previos y de desarrollo.
Es
el adulto quien adecua sus estrategias al niño, adaptándose a sus posibilidades
y formas de aprender, no a la inversa.
No
hay que subestimar el papel que pueden jugar los materiales como mediadores en
un aprendizaje significativo.
Un
niño que aprende inglés en una plataforma de aprendizaje como un computador o
un iPad estará más abierto, más atento y será más perseverante en su
aprendizaje.
Los
procesos de aprendizaje, si son variados y novedosos, son más significativos.
La variedad además favorece el desarrollo de diferentes competencias.
Dibujar,
adivinar, escribir, completar, describir, leer, buscar en internet, dramatizar,
hacer un Power Point, son todas actividades que no sólo favorecen el
aprendizaje que se desea lograr, sino que al ejecutarlas se estimula el
desarrollo de distintas áreas del cerebro.
El
lenguaje en que se les enseña influye en que los niños puedan apropiarse fácil
y efectivamente de la información; es necesario ser sugerente para mantener su
interés y fijar la información en la memoria.
Una
actitud activa y participativa del niño es otro factor que contribuye a que el
aprendizaje sea significativo. Un último factor que es necesario tener en
cuenta es el clima emocional.
Si
la relación es cálida y estimulante, haciendo sentir al niño competente, el
vínculo con lo aprendido y con el que enseña será un poderoso aliciente para
que lo aprendido se perciba como relevante.