En EE.UU., el método se les enseña a los escolares. Preguntar
todo lo que se le venga a la cabeza es el primer paso para mejorar el
razonamiento y lograr una ciudadanía más activa, dice la codirectora de The
Right Question Institute.
Por
Amalia Torres, El Mercurio.
Fue
una mala respuesta a una buena pregunta la que dio origen a The Right Question
Institute (en español, Instituto de la Pregunta Correcta).
El
instituto se creó en 1991, cuando expertos en educación trabajaban con papás en
un programa para evitar la deserción escolar.
"Los
padres nos decían muy a menudo que no iban a la escuela de sus hijos porque no
sabían qué preguntar. Y nosotros cometimos un error al escuchar su inquietud,
porque les dimos una lista de las preguntas que pensamos que ellos debían
hacer. Como resultado, creamos dependencia, y cada vez que necesitaban
preguntas volvían a nosotros", explica a "El Mercurio" Luz
Santana, codirectora del instituto que funciona en Cambridge (EE.UU.), pero
cuyo método se ha replicado en diversos estados del país.
Este primer error les demostró lo esencial: "Los padres necesitaban desarrollar la habilidad de formular sus propias preguntas para comunicarse, para conseguir la información que necesitaban en todo tipo de situaciones", dice Santana.
Hoy,
21 años después de ese error, The Right Question Institute busca desarrollar
las habilidades de pensar y resolver problemas a través de una buena pregunta,
y para ello trabajan con escolares de diversos colegios.
"Nuestro
enfoque inicial no está en la calidad de las preguntas, sino más bien en hacer
todo tipo de preguntas, darse licencia para preguntar. Una vez que los
estudiantes se sienten cómodos preguntando, el maestro puede enfocarse en las
'buenas' preguntas".
La
idea del instituto es cambiar, por ejemplo, la dinámica en una sala de clases y
lograr que sean los alumnos quienes hagan las preguntas. No el profesor.
Y
todo, por la importancia de aprender a preguntar. "El poder plantear
preguntas es una habilidad muy necesaria en la vida diaria. En muchas
profesiones, el tener esta habilidad hace una gran diferencia, porque el
preguntar es necesario para comunicarse, obtener información, resolver
problemas, etc. Usualmente la persona que no pregunta no es eficaz en su vida
diaria ni en su participación ciudadana", dice Santana.
El
aprender a plantear preguntas -asegura- es una estrategia que transforma a la
gente: "Cambia cómo se ven a sí mismos y cómo pueden ser más efectivos al
lidiar con los distintos sistemas sociales".
El
primer paso -dice Luz Santana- es no avergonzarse de las preguntas.
Para
simplificar la tarea, en The Right Question Institute crearon cuatro reglas
para fomentarlas.
La
primera es "Haga tantas preguntas como pueda". Le siguen "No se
detenga a analizar, juzgar o a contestar las preguntas"; "Escriba
cada pregunta exactamente en la forma en que la piense" y "Cambie
cualquier comentario a pregunta".
Luego
de cinco minutos se les pide a los participantes que dividan sus preguntas en
cerradas (las que pueden contestarse con sí, no o en una palabra) o abiertas
(necesitan una respuesta más elaborada).
El
siguiente paso del taller es transformar las preguntas cerradas en abiertas.
"En este paso los estudiantes aprenden cómo cambiar sus preguntas cuando
éstas no son efectivas", dice Santana. Finalmente, se decide cuáles son
las más importantes. La técnica, que han aprendido más de cinco mil profesores
en EE.UU., ya está siendo aplicada en Australia, Corea, España, Reino Unido y
Singapur.
"Se
llega a las preguntas buenas a través de formular todo tipo de preguntas, lo
que permite considerar una variedad de alternativas". Luz Santana Codirectora
De The Right Question Institute