Por
Neva Milicic, psicóloga.
Los
niños que son hostilizados o que se sienten excluidos en sus contextos
escolares recurren muchas veces a refugiarse en la biblioteca, porque es un
lugar seguro, y se quedan sin recreo.
Esto
les resulta preferible a sentirse amenazados en un espacio insuficientemente
protegido, como son los patios de los colegios durante los recreos. Un tiempo
que debería ser de juego, descanso y disfrute, puede constituirse en una
verdadera pesadilla.
Dentro
de las estrategias para combatir el hostigamiento escolar o bullying, la
lectura y posterior discusión de textos relacionados con el tema puede ser una
excelente herramienta de prevención del maltrato a nivel escolar, la que ha
sido, en general, insuficientemente utilizada.
La lectura de la novela "Sin Recreo", de la periodista Daniela Márquez Colodro, narra la historia de Consuelo y Florencia, dos compañeras de curso que son hostigadas por sus compañeros y discriminadas por no cumplir con los atributos de belleza considerados deseables para los adolescentes.
El
sufrimiento de las niñas y la poca conciencia de los adultos, padres y
profesores acerca de la magnitud del problema están magistralmente descritos.
Voy
a permitirme citar un caso que me pareció especialmente doloroso: "Mi mamá
llevaba semanas comentando en la mesa las ganas que tenía de cocinar alguna vez
para mis amigos del colegio, aprovechando que cumplía quince años. A mí la idea
me pareció espantosa. Cómo explicarle que a su hija sus compañeros de curso la
despreciaban y que jamás pisarían su casa. Sabía que nadie vendría a
festejarme, aunque les pagara por llegar...
Así,
entre las burlas y miradas de extrañeza, repartí las invitaciones que
completamos entre Marta, Consuelo y yo, sin esperanzas de que alguno de ellos
viniera. Mientras las iba dejando en los puestos, pude ver la cara de burla y
complicidad entre mis compañeros, las risas y bromas explícitas entre todos...
Antes de salir de la sala giré para comprobar lo que me temía: mis invitaciones
estaban en el suelo, pisoteadas algunas, otras convertidas en aviones, o en el
basurero. El resto es fácil de imaginar: la fiesta fue un fracaso".
Situaciones
como esta suceden cotidianamente y los adultos podemos ser cómplices del
sufrimiento que se les ocasiona a los niños.
Los
padres deben estar atentos a estas situaciones y ser empáticos con los niños
que están siendo rechazados, tanto los propios como los ajenos.
El
respeto a las diferencias y la bondad son valores que es necesario inculcar en
los hijos por su propia felicidad, así como también para la convivencia social.
La
literatura constituye un medio privilegiado para acercarse a esta problemática
y tomar conciencia del impacto que pueden tener los propios comportamientos en
los demás.
Los
colegios deberían ir incorporando libros como "Sin Recreo", que tratan
el tema de la violencia escolar, ya que permite visibilizarlo en toda su real
dimensión.